La Real Sociedad da un recital en Salzburgo
El grupo de Imanol vence con holgura y con goles de Oyarzabal y Brais
Gan¨® la Real en Austria, una gran noticia despu¨¦s del peque?o tropiezo frente al Inter en un partido que nunca se le debi¨® escapar, y con cuatro puntos en el zurr¨®n mira con optimismo la liguilla. Como en el primer movimiento del concierto para piano n¨²mero 21 de Mozart, la Real Sociedad arranc¨® alegre pero tranquila en la ciudad del genio de la m¨²sica, con ritmo y la orquesta bien dirigida por Brais y Zubimendi, impecables con la batuta. Dos llegadas peligrosas fueron el preludio de un arrebato que acab¨® en el gol. Brais le cedi¨® la pelota a su capit¨¢n, Oyarzabal, que dio un par de pasos, ingres¨® en el ¨¢rea y toc¨® con su zurda prodigiosa. Sutil pero implacable, sin una nota m¨¢s alta que otra, para desconcierto del Salzburgo, noqueado ya desde el inicio.
Siguieron marcando el comp¨¢s Imanol y su orquesta, con los jovenc¨ªsimos jugadores del equipo austriaco con el metr¨®nomo estropeado, estrell¨¢ndose contra la realidad de un equipo mejor plantado y con muchos recursos, bien utilizados adem¨¢s. Nadie, entre los locales, parec¨ªa estar a la altura de lo que ped¨ªa la cita. Como si el gol de la Real no entrara en sus planes.
Fue peor para ellos despu¨¦s del segundo. Se hicieron un l¨ªo Konat¨¦ y sus colegas de ataque, perdieron el bal¨®n, que le cay¨® a Oyarzabal mientras se desplegaba Brais, que recibi¨® la pelota y corri¨® 50 metros hacia el ¨¢rea contraria. Solo un defensa proteg¨ªa a Schlager. El gallego mir¨® a la izquierda y encontr¨® a Oyarzabal; observ¨® la banda derecha y por all¨ª corr¨ªa Take Kubo, los dos desmarcados, pero el centrocampista de la Real pens¨® que el gol es para quien se lo trabaja, as¨ª que amag¨®, busc¨® espacio y dispar¨® para abrir en canal al Salzburgo, que estuvo a punto de arrojar la toalla en ese momento.
Hasta el descanso, la Real super¨® con amplitud a su rival, jug¨® a lo que quiso y adem¨¢s sin desgastar las piezas con esfuerzos in¨²tiles. Eran los de casa los que ten¨ªan que correr persiguiendo las sombras de los hombres de Imanol, que sin poner una marcha m¨¢s parec¨ªa tener el partido en el bolsillo, aunque nunca hay que fiarse. Gerhard Struber, el t¨¦cnico del Salzburgo, maniobr¨® a la desesperada y orden¨® un triple cambio en el comienzo de la segunda mitad, a la vez que envi¨® a sus futbolistas al abordaje.
Apretaron desde el inicio y enseguida lleg¨® el susto m¨¢s grande que se llevaron los 500 seguidores realistas que se lo estaban pasando de pel¨ªcula en las gradas del Red Bull Arena. Simic ingres¨® en el ¨¢rea entre los dos centrales donostiarras y el ¨¢rbitro se?al¨® penalti por un presunto derribo de Remiro. Despu¨¦s de unos minutos de incertidumbre, se fue a ver la jugada en la pantalla y rectific¨® su decisi¨®n. Al Salzburgo todav¨ªa le dio para acosar unos minutos a la Real, hasta que Imanol cambi¨® la partitura y con Merino al piano atac¨® el segundo movimiento del concierto n¨²mero 21 de Mozart. Menos alegre que el primero, m¨¢s sereno, sin sobresaltos. Un andante l¨¢nguido, con cierta tristeza a veces, lo que al equipo le hac¨ªa falta para adormecer a su rival y llevarse tres puntos important¨ªsimos en la segunda jornada, despu¨¦s de la sinfon¨ªa inacabada contra el Inter en Anoeta. De hecho, s¨®lo cuando el p¨²blico ya se levantaba de sus asientos de ese fr¨ªo teatro de la ¨®pera que es el estadio de Salzburgo, para aplaudir el recital txuriurdin, dispar¨® por primera vez a puerta el equipo local y trabaj¨® Remiro. Cinco segundos despu¨¦s se acab¨® el partido.
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