La paz de Sergio Ramos en Sevilla

El ¨²ltimo gol que marc¨® Sergio Ramos para el Sevilla fue al Real Madrid, que hoy visita el S¨¢nchez Pizju¨¢n (18.30. Movistar), m¨¢s de 18 a?os despu¨¦s de aquella tarde del 14 de mayo de 2005. Tambi¨¦n fue la ¨²ltima vez que se enfrent¨® al club al que lleg¨® tres meses m¨¢s tarde, y donde pas¨® 16 temporadas. En un partido que termin¨® 2-2, Renato le toc¨® una falta en corto y el entonces lateral derecho bati¨® desde muy lejos a Casillas, protegido por una barrera en la que formaban Zidane y Beckham. El primero que le persigui¨® a la carrera para celebrarlo fue Jes¨²s Navas, que ten¨ªa 19 a?os como ¨¦l.

Navas fue tambi¨¦n casi el primer rastro de aquella ¨¦poca que se encontr¨® al regresar al Sevilla el 5 de septiembre. ¡°?Qu¨¦ alegr¨ªa, enano!¡±, le dijo al abrazar en el vestuario al viejo amigo que ahora ocupa su lateral derecho. Pocos m¨¢s quedan de entonces: Pich¨®n, el utilero; Pablo Blanco, coordinador de las categor¨ªas inferiores, y su segundo, Agust¨ªn L¨®pez; Jos¨¦ Castro, el presidente, y su asesor, Jes¨²s G¨®mez; y Jes¨²s Carri¨®n, con quien jug¨® en la cantera, y que ahora es vicepresidente.

Son algunas piezas del paisaje sentimental que dej¨® en 2005 y al que regres¨® hace unas semanas obedeciendo a un impulso tambi¨¦n sentimental. Con ofertas sustanciosas de Arabia Saud¨ª y Turqu¨ªa, que no descarta para el futuro, el defensa se decant¨® por aceptar un mill¨®n por un a?o sin cl¨¢usula de ampliaci¨®n, para tratar de cerrar bien un cap¨ªtulo que, seg¨²n explica su entorno m¨¢s pr¨®ximo, sent¨ªa que hab¨ªa cerrado mal.

La situaci¨®n se envenen¨® desde su salida. Jos¨¦ Mar¨ªa del Nido, el presidente, sembr¨® la idea de que el Madrid hab¨ªa pagado la cl¨¢usula en el ¨²ltimo momento del mercado, cuando lo que hab¨ªa sucedido es que lo hab¨ªa traspasado. Aquello despert¨® la inquina de muchos sevillistas y gener¨® un clima en el que proliferaron insultos que alcanzaron incluso a sus familiares, en particular su madre y su abuelo, a quien el futbolista atribuye su sevillismo.

La tensi¨®n explot¨® el 12 de enero de 2017 en una visita del Madrid. Ramos, que hab¨ªa soportado otra sesi¨®n de ataques de los Biris, marc¨® un penalti a lo Panenka y se encar¨® con ese sector. ¡°No he faltado al respeto a la afici¨®n del Sevilla. S¨ª a una parte, que se acuerda de mi madre y la insulta. No es justo. Son muchos los a?os que llevo viniendo aqu¨ª y no puedo aceptar que insulten a mi familia¡±, explic¨®.

Esa idea no le ha abandonado. De alg¨²n modo, pretend¨ªa aliviar lo que hab¨ªa visto sufrir a su madre y su abuelo ¡ªya fallecido¡ª. Que pudiera acudir al S¨¢nchez Pizju¨¢n sin sentirse en territorio hostil. Por eso empez¨® pidiendo perd¨®n desde el primer v¨ªdeo. Por eso tambi¨¦n se emocion¨® tanto en su presentaci¨®n, tan pac¨ªfica y cari?osa: un alivio.

La familia ha guiado su camino de vuelta y est¨¢ disfrutando del regreso a casa. Empezando por sus hijos, encantados por tener a sus primos tan cerca de su casa en el Aljarafe. Tambi¨¦n por el cambio de escala: ya no necesitan una hora entre el tr¨¢fico pesado para llegar al colegio, como les suced¨ªa en Par¨ªs hasta el curso pasado, cuando su padre jugaba en el PSG. Y celebran tambi¨¦n la notable mejor¨ªa en el clima.

Ramos tambi¨¦n ha vuelto a hacer cosas que durante a?os ha visto muy lejos, como frecuentar de nuevo a su vieja pandilla de amigos sevillanos. Y a escaparse alguna noche al cine camuflado bajo una gorra.

El idilio de la vuelta se vio algo empa?ado a las dos semanas de volver, cuando sufri¨® un robo en casa mientras jugaba en el Pizju¨¢n contra el Lens en la Liga de Campeones. Le inquiet¨® el susto, y tambi¨¦n el breve aumento posterior de la presi¨®n paparazzi, durante el que avist¨® desde su casa c¨®mo se elevaba por encima de los muros un montaje de TVE para captar im¨¢genes del interior de su propiedad.

No todo ha sido sentimental en su regreso. En su mente operaba tambi¨¦n la idea de mostrar en la Liga que sigue siendo competitivo, despu¨¦s de su paso por el PSG y de jugar en un campeonato que apenas se sigue en Espa?a. Llega temprano a la ciudad deportiva, de los primeros, y se encuentra un cartel con su rostro junto al de Marchena y Navas. ¡°Aqu¨ª se forman campeones del mundo¡±, se lee en ¨¦l. Al lado se levanta la estatua que recuerda al malogrado Antonio Puerta, con quien se crio en esas instalaciones. Apura el tiempo de trabajo en la ciudad deportiva, donde se queda a comer a menudo, y a veces se le ve acompa?ado de su hermano y agente, Ren¨¦.

En el campo, los comienzos resultaron complicados. Su relaci¨®n con Jos¨¦ Luis Mendilibar, el anterior entrenador, tuvo altibajos. El vasco no repar¨® en decir que Ramos deb¨ªa acostumbrarse al estilo de un Sevilla que no sacaba el bal¨®n jugado desde atr¨¢s. Tambi¨¦n le costaba jugar con la l¨ªnea de defensa adelantada. Encaj¨® bien las cr¨ªticas p¨²blicas del entrenador. Hasta el rifirrafe de la noche del partido contra el PSV en la Champions. Le pitaron un penalti que no lo pareci¨® y Mendilibar le se?al¨® varias veces que en el Sevilla no le iban a pitar igual que en el Madrid. El futbolista le contest¨® que no hac¨ªa falta que le repitiera esa observaci¨®n delante de los compa?eros.

Mendilibar ya es historia. El Sevilla recibe al Madrid con Diego Alonso en el banquillo. En el otro se sentar¨¢ Ancelotti, que se refiri¨® ayer a ¨¦l con mucho cari?o y record¨® el gol que le dio al equipo blanco la d¨¦cima Copa de Europa: ¡°Me encanta verlo, saludarlo. Si hoy estoy aqu¨ª es sobre todo por Sergio Ramos, porque si no marca el gol en la final, probablemente no estar¨ªa aqu¨ª. Por esto y por todo lo que ha hecho en este club, todo el mundo le tiene mucho cari?o, sobre todo yo¡±.

El partido de hoy es especial para Ramos, como explic¨® Pablo Alfaro, excompa?ero suyo en Sevilla: ¡°Tiene marcados en rojo tres o cuatro partidos y este es uno. Es un partido del que estar¨¢ pendiente la prensa madrile?a, y en el que puede coger galones de manera definitiva en el Sevilla¡±.

Puedes seguir a EL PA?S Deportes en Facebook y X, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.