Muere Franz Beckenbauer, piedra angular del Bayern y de la selecci¨®n de Alemania
Nadie influy¨® m¨¢s en el ¨²ltimo medio siglo del f¨²tbol europeo que este talento prodigioso, ganador del Mundial como jugador en 1974 y como seleccionador en 1990
Franz Beckenbauer fue el s¨ªmbolo de la reconstrucci¨®n y el poder¨ªo de Alemania en el siglo XX. Refund¨® el Bayern, el club m¨¢s regular de Europa en el ¨²ltimo medio siglo; gan¨® tres Copas de Europa seguidas; conquist¨® el Mundial como jugador, gan¨® otro como entrenador; y organiz¨® un tercero como directivo, la Copa del Mundo de Alemania en 2006, su ¨²ltima victoria, un triplete sin precedentes en la historia y la gestaci¨®n de su ruina. En el laberinto burocr¨¢tico de la FIFA perdi¨® un jir¨®n de su prestigio. Su declive comenz¨® a la par de una investigaci¨®n por cohecho que se inici¨® en 2016 y que no hab¨ªa determinado responsabilidades cuando los presuntos delitos prescribieron. Hasta entonces vivi¨® ligero en la dicha de una dignidad perturbadora. Tanta buena fortuna parec¨ªa inconcebible. Muri¨® el domingo a los 78 a?os bajo una monta?a de tristeza.
Ning¨²n futbolista europeo traspas¨® m¨¢s niveles en su trayectoria de ascenso, ni en el plano deportivo, ni en el pol¨ªtico, ni en el social, en donde Beckenbauer alcanz¨® condici¨®n de mito universal y de metonimia. Como Maradona y como Pel¨¦, en la jerga global del f¨²tbol se acepta que ser un Beckenbauer equivale a exhibir algunas de las cualidades que conforman a los organizadores de excepci¨®n.
El mundo del FC Bayern ya no es lo que era, de repente m¨¢s oscuro, m¨¢s silencioso, m¨¢s pobre: el campe¨®n r¨¦cord alem¨¢n llora la p¨¦rdida de Franz Beckenbauer, el inigualable "Kaiser", sin el cual el FC Bayern nunca se habr¨ªa convertido en el club que es hoy.
— FC Bayern M¨¹nchen Espa?ol (@FCBayernES) January 8, 2024
Descansa en Paz,¡ pic.twitter.com/QSeT4PRguu
Naci¨® en M¨²nich, en el barrio de Geising, en 1945. Jug¨® al f¨²tbol compulsivamente, como hicieron la mayor¨ªa de los ni?os de una generaci¨®n que se cri¨® entre los escombros que les leg¨® la Segunda Guerra Mundial. Su vida transcurri¨® sin sobresaltos documentados hasta que un ni?o de nombre Gerhard K?nig le propin¨® un cachetazo en el curso de un partido de juveniles, en 1958.
Por entonces, el gran equipo hist¨®rico de M¨²nich era el M¨²nich 1860. Aquel sopapo cambi¨® la historia pues el agresor jugaba en el 1860 y el ofendido, un prodigio que militaba en un club de barrio, se neg¨® a compartir camiseta con el agresor. Beckenbauer se fue al Bayern. Debut¨® en 1964. En 1969 gan¨® su primera Bundesliga, la segunda en la historia del club fundado en 1900. Desde entonces el M¨²nich 1860 no gan¨® nada mientras que el Bayern gan¨® 33 campeonatos de Alemania. La mayor colecci¨®n de trofeos nacionales de Europa, sobre los cimientos del equipo que dirigi¨® Beckenbauer rodeado de Maier, Schwarzenbeck, Hoeness y M¨¹ller.
Dicen que el f¨²tbol eleva el enga?o a la condici¨®n de arte. Beckenbauer hizo de la prevenci¨®n del enga?o una actividad paranormal. En los anales del juego de la pelota no existe un hombre que desmantelara m¨¢s emboscadas, ataques, regates y fintas adversarias con m¨¢s antelaci¨®n ni m¨¢s econom¨ªa de recursos. Donde los grandes defensas intu¨ªan el movimiento del rival que llevaba la pelota para rob¨¢rsela antes de que ejecutara la finta, este b¨¢varo de semblante hier¨¢tico y angelical proyectaba su sentido de la anticipaci¨®n a un escenario previo e intu¨ªa la trayectoria del pase que asistir¨ªa al receptor de la pelota, de modo que interrump¨ªa la secuencia antes de que la jugada se convirtiera en un problema. Le bastaba una mirada r¨¢pida para decidir simult¨¢neamente su avance, y en tres o cuatro zancadas perfectamente equilibradas, como si todo estuviera previamente medido en su cerebro, se lanzaba al vac¨ªo del mediocampo e interceptaba como por casualidad la pelota enviada por el enemigo. De un solo tajo cortaba los hilos que conectaban el mediocampo con los delanteros adversarios y organizaba el contragolpe.
Una imaginaci¨®n imponente
¡°Franz nunca suda¡±, observ¨® Peter Burghardt, periodista del S¨¹ddeutsche Zeitung, genuinamente obsesionado con la facultad de su paisano para inhibir la transpiraci¨®n; ¡°?lo he visto bajo el sol, en pleno verano, con mis propios ojos!¡±.
No gesticul¨® el esfuerzo. No se le vio sufrir, ni cuando disput¨® el Mundial de 1970 con el brazo en cabestrillo por una fractura. Despeinado porque nunca se peinaba, ejecutaba sus haza?as con aparente facilidad, no al amparo de un f¨ªsico privilegiado sino impulsado por el don que encumbr¨® a los fuera de serie: la imaginaci¨®n. En el juego con m¨¢s variables aleatorias que se conoce, los so?adores van por delante. Todo lo que Beckenbauer hac¨ªa hab¨ªa sido compuesto en su mente segundos antes de que los dem¨¢s participantes del partido comprendieran lo que se estaba desencadenando a su alrededor. La potencia cognitiva coordinaba sus extremidades en torno al centro de gravedad en la pelvis y ¨¦l se mov¨ªa al comp¨¢s de su m¨²sica, sin pr¨¢cticamente tener que mirar la pelota que conduc¨ªan sus pies.
¡°La culpa de que a los jugadores del Bayern nos tuvieran por arrogantes, en el fondo, era de Franz¡±, dijo Sepp Maier, el portero de la era dorada. Beckenbauer proyect¨® una impresi¨®n de de superioridad intelectual y f¨ªsica que reforz¨® la seguridad de sus compa?eros y el orgullo de sus compatriotas.
La luz de la imaginaci¨®n que distingui¨® a Maradona, Messi o Pel¨¦, tambi¨¦n alent¨® a Beckenbauer, solo que 50 metros m¨¢s lejos de la porter¨ªa contraria, de un modo m¨¢s discreto, menos rotundo, pero tal vez m¨¢s misterioso. Los goles llegaron por otras v¨ªas. ?l puso su talento al servicio de la defensa y la administraci¨®n. Con la soltura del que iba por delante. Con el aplomo de un vidente. Inspiraba una idea de prepotencia que qued¨® grabada en la conciencia de los aficionados de todo el mundo, at¨®nitos ante el desfile imperativo de aquel Bayern, campe¨®n de Europa en 1974, 1975 y 1976, una fuerza imparable que se proyect¨® a la selecci¨®n nacional. Hizo falta reunir a Xavi, Iniesta, Xabi y Busquets en un mismo equipo para aproximarse a la maravilla futbol¨ªstica culminada por el equipo que gan¨® la Eurocopa de 1972 al dictado de Beckenbauer, apodado K¨¢iser.
Dej¨® el Bayern en 1977 para alistarse en el circo del Cosmos junto a Pel¨¦ y colg¨® las botas en 1983, un a?o despu¨¦s de acudir al Mundial de Espa?a como columinsta del diario Bild. Fue el propio Bild el que, pr¨¢cticamente, le impuls¨® al cargo de seleccionador alem¨¢n. Condujo a Alemania a la final de la Copa del Mundo en M¨¦xico y, tras toparse contra la Argentina de Maradona, Valdano y Burruchaga, volvi¨® a la carga en 1990. Pocas selecciones resultaron m¨¢s prosaicas, funcionales y defensivas que la Alemania que alz¨® la Copa del Mundo en Roma alineando hasta cinco centrales. Beckenbauer, un centrocampista voluntariamente retrasado hasta reconvertirse en zaguero libero hizo del mediocampo de la Mannschaft un enjambre de defensas al servicio del gran Matthaus. Su obra como t¨¦cnico no enamor¨® a los hinchas que no tuvieran pasaporte alem¨¢n pero consagr¨® su aura m¨¢gica.
¡°Sale volando¡±
Durante la d¨¦cada que sigui¨® al Mundial de Italia, Beckenbauer dedic¨® su empe?o a organizar el Mundial en Alemania otra vez. La Copa de 2006 fue un ¨¦xito. Pero en el marco del desmantelamiento del gobierno de Sepp Blatter en la presidencia de la FIFA aflor¨®, como un grano de arena en la playa, un caso de posible corrupci¨®n por compra de voluntades que afect¨® al alem¨¢n m¨¢s respetado de todos. Fue la propia FIFA la que inici¨® diligencias para investigar un presunto pago ilegal de 10 millones de francos suizos al qatar¨ª Mohamed bin Hammam en nombre de la comisi¨®n organizadora del campeonato alem¨¢n. La sospecha de que el K¨¢iser hab¨ªa comprado votos para sellar la designaci¨®n de su candidatura result¨® dif¨ªcil de borrar.
La investigaci¨®n no esclareci¨® nada pero la publicidad tuvo un efecto devastador. En 2016, el mismo a?o que la FIFA anunci¨® que abr¨ªa el caso, falleci¨® su hijo, Stephan, v¨ªctima de un c¨¢ncer. El doble impacto desat¨® una depresi¨®n sin cura.
¡°Si Franz salta por la ventana de un d¨¦cimo piso, sale volando hacia arriba¡±, dijo su amigo Otto Rehhagel una vez, para definir aquello que todo el mundo ve¨ªa cuando ve¨ªa a este hombre iluminado antes de la inesperada desdicha.
No se puede imprimir una huella m¨¢s profunda que la que deja Franz Beckenbauer en la memoria colectiva del f¨²tbol.
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