El legado de Franz Beckenbauer
Franz jugaba de una manera que solo se hizo com¨²n d¨¦cadas m¨¢s tarde. Como un hombre del futuro, solo que con balones y zapatos pesados y en campos de f¨²tbol llenos de baches.
El a?o comienza muy triste. Franz Beckenbauer ha muerto. Dio m¨¢s que nadie al f¨²tbol alem¨¢n y encarn¨® a su pa¨ªs de la mejor manera posible. Con ingenio, carisma, experiencia, encanto y optimismo. El mundo se inclina ante esta luz resplandeciente, y yo me inclino con ¨¦l. Beckenbauer siempre infundi¨® una enorme confianza a nuestros compatriotas. Primero como jugador, luego como entrenador y, por ¨²ltimo, como el hombre detr¨¢s del cuento de hadas del verano. Siempre fue cierto: si Franz se ocupa de todo, no nos puede pasar nada.
No le conoc¨ª como jugador. La ¨²ltima vez que estuvo en el campo fue poco antes de que yo naciera. Pero observ¨¦ la reverencia con la que mi padre hablaba de ¨¦l. Y cuando m¨¢s tarde estuve viendo las viejas grabaciones de los a?os sesenta y setenta, algunas a¨²n en blanco y negro, enseguida me di cuenta de algo: todo era mucho m¨¢s lento que hoy. Los jugadores tardaban mucho en pasar el bal¨®n. Solo lo entregaban al segundo o tercer toque. Excepto por uno. Franz colocaba el bal¨®n directamente donde quer¨ªa. Jugaba de una manera que solo se hizo com¨²n d¨¦cadas m¨¢s tarde. Como un hombre del futuro, solo que con balones y zapatos pesados y en campos de f¨²tbol llenos de baches.
Tengo en la retina un lanzamiento de falta que ¨¦l, con la camiseta del Bayern, lanz¨® por encima de la barrera y se col¨® por la escuadra de la porter¨ªa; chut¨® con el exterior del pie tras una carrera en l¨ªnea recta. Aquel gol debi¨® de parecer un milagro a quienes lo presenciaron en directo. Franz Beckenbauer encarn¨® este progreso, esta innovaci¨®n t¨¦cnica, con una facilidad sin precedentes. Y no solo era m¨¢s elegante que los dem¨¢s, sino que ten¨ªa una idea diferente del f¨²tbol y del trabajo en equipo. Se convirti¨® en un modelo para toda una generaci¨®n.
El Kaiser moderniz¨® el f¨²tbol, lo aceler¨®, lo hizo m¨¢s bello. No se me ocurre nadie m¨¢s que haya cambiado el f¨²tbol de la misma manera. Cuando Alemania se proclam¨® campeona del mundo en 1990 con ¨¦l como seleccionador, yo ten¨ªa seis a?os y estaba pegado al televisor. Creo que vi todos los partidos de aquel Mundial. Recuerdo el penalti que marc¨® Andy Brehme para ganar el t¨ªtulo. Y el peinado del seleccionador, que divert¨ªa a todo el pa¨ªs. Ve¨ªa a un entrenador campe¨®n del mundo que trabajaba tanto que su madre se preocupaba por ¨¦l: ¡°Franz estaba muy delgado¡±. Sab¨ªa c¨®mo dirigirse a sus jugadores: ¡°?Salid al campo y jugad al f¨²tbol!¡±. Daba coraje a todos, porque una cosa siempre estaba clara: nada puede salir mal con Franz.
En 2006, cuando empez¨® el Mundial de Alemania, yo mismo estaba en el campo. El gol que marqu¨¦ en el partido inaugural contra Costa Rica es uno de los mejores momentos de mi carrera. Poder jugar un Mundial en tu pa¨ªs es un regalo que no tiene precio. La conexi¨®n con el p¨²blico, la cercan¨ªa con los aficionados, siempre me ha llenado de confianza. La experiencia de 2006 me ha acompa?ado a lo largo de toda mi carrera. Tambi¨¦n me hizo darme cuenta de mi responsabilidad como futbolista.
El cuento de hadas del verano (Sommerm?rchen) transform¨® a toda Alemania. Una naci¨®n acostumbrada a mirarse a s¨ª misma de forma muy cr¨ªtica reconoci¨® de repente su lado bonito. Una selecci¨®n alemana que jugaba libremente la ayud¨® a mirarse en el espejo. Vio algo que gustaba a todo el mundo. El f¨²tbol ayud¨® a Alemania a reconocerse. Todos sabemos que se cometieron errores en torno al Mundial de 2006. Pero en el caso de Beckenbauer, algo se desequilibr¨®. La labor de toda una vida para el f¨²tbol alem¨¢n y su pa¨ªs no puede sobrevalorarse. El cuento de hadas del verano no habr¨ªa sido posible sin el Presidente del Comit¨¦ Organizador, Franz Beckenbauer.
Este verano se celebrar¨¢ otro torneo en Alemania. Los tiempos han cambiado, el mundo est¨¢ plagado de muchas crisis. Tenemos que adaptarnos, reforzar nuestra comunidad y aprender a apreciar de nuevo Europa y sus logros. Para ello, necesitamos un nuevo impulso. Europa puede hacerlo, su gente es capaz de ello. Y el f¨²tbol, como bien cultural, forma parte de la sociedad civil europea. Porque une a todo el mundo, el juego puede crear solidaridad y unir a la gente m¨¢s all¨¢ de las fronteras. Los numerosos y afectuosos obituarios que Franz Beckenbauer ha recibido ahora de todos los pa¨ªses as¨ª lo demuestran.
La Eurocopa 2024 debe reforzar nuestra cohesi¨®n y la idea europea. Para lograrlo, el deporte necesita personalidades aut¨¦nticas que irradien satisfacci¨®n, orgullo y optimismo. Franz Beckenbauer siempre hizo eso. Ese es su legado.
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