El Madrid se lleva un fest¨ªn ante el Atl¨¦tico
El equipo de Ancelotti pasa a la final de la Supercopa tras derrotar a un muy buen rival en un intercambio de golpes que alarg¨® a la pr¨®rroga el primer derbi de la serie que viene
Las dos horas de fest¨ªn, desacostumbradas en un derbi que suele tirar a cauto, se decantaron en un lance confuso entre tipos exhaustos. Carvajal, formidable, incombustible, puso un buen centro que remat¨® mal Joselu y mand¨® a la red Savic sin querer. La celebraci¨®n resumi¨® el punto hasta el que se exprimieron el Real Madrid y el Atl¨¦tico: jugadores lisiados cojeando rumbo al abrazo. Los blancos se colaron en la final de la Supercopa del domingo despu¨¦s de un derroche de golpes mutuos llevado de nuevo hasta la pr¨®rroga ante un rival valiente.
Si el carrusel de derbis que se avecina se pod¨ªa contemplar con cierto hast¨ªo, el asalto de Riad provoc¨® lo contrario. Todo parec¨ªa poco en un tiroteo que tuvo mucho de viejo y tambi¨¦n de inesperado. El f¨²tbol sigue siendo un misterio apasionante. Lo que parece aprendido salta por los aires en seis minutos.
El Madrid perdi¨® su ¨²nico partido del curso en el Metropolitano en septiembre, en una noche en la que el Atl¨¦tico le marc¨® tres goles de cabeza. El tropiezo supuso una especie de revelaci¨®n para Ancelotti, un punto de giro casi. Pero fue pisar el estadio donde juega el equipo de Cristiano Ronaldo y evaporarse esa sabidur¨ªa, ese poso de un mal d¨ªa a partir del cual pareci¨® haber cambiado todo. Pero no. O no tanto. Hermoso cabece¨® un c¨®rner ante la contemplaci¨®n de Rodrygo y adelant¨® al equipo del Cholo por la misma v¨ªa por la que hab¨ªan tumbado al vecino hace m¨¢s de tres meses.
La respuesta, m¨¢s que al partido, pareci¨® dirigirse a buscar el desconcierto. El empate evoc¨® un lance doloros¨ªsimo de la carrera de Simeone, de otro derbi tambi¨¦n fuera de Espa?a, en Lisboa. Modric sac¨® un c¨®rner desde el lado derecho del ataque, R¨¹diger lo caz¨® en el centro del ¨¢rea, gir¨® la cabeza y deposit¨® la pelota cerca del otro palo, con Oblak estir¨¢ndose sin alcanzarla. Como Ramos en la final de la Champions de 2014 y aquel remate al que no lleg¨® Courtois. Golpe a un mal recuerdo por golpe a otro peor.
As¨ª iba el partido, desencadenado, lejos de las expectativas de un duelo acogotado y con cautelas. El Madrid intentaba apretar arriba, un tanto desajustado, y al Atl¨¦tico no le sub¨ªan las pulsaciones, ni le empujaban las urgencias. Tocaba y tocaba con De Paul, Koke y Sa¨²l. Y se escapaba. Pero no se entreten¨ªa. Se lanzaba enseguida a por Kepa, muy inseguro, titular esta vez por delante de Lunin, en ese equilibrio a¨²n no resuelto por Ancelotti. El equipo de Simeone era un batall¨®n arrojado al que el Real no pod¨ªa amarrar.
Solo lo desactiv¨® cuando dom¨® la pelota y empezaron a asociarse Vinicius, Rodrygo, Valverde, y sobre todo Bellingham. Desde el gol de Hermoso, el ingl¨¦s sac¨® su cara expansiva, un amigo para todos en todas partes, siempre dispuesto a una pared, una carrera, un pase filtrado, o un robo. Hac¨ªa lo que se esperaba de ¨¦l y lo que se preve¨ªa de Modric. El croata no ofrec¨ªa ni lo suyo ni lo que suele dar Kroos, esta vez en el banquillo, despu¨¦s de no viajar a Aranda por unas molestias.
En ese tramo en el que el Madrid flu¨ªa lleg¨® el segundo: una apertura de Bellingham a la derecha, una asistencia con ca?o al ¨¢rea de Carvajal y una caricia con el exterior de Mendy a la red. De lateral a lateral. El Madrid crec¨ªa, el Atl¨¦tico se desinflaba, y en ese momento cr¨ªtico apareci¨® Griezmann para transformarlo en un instante para el recuerdo. Maniobr¨® para dejar pasar de largo a medio Real y, ya solo, tir¨® con la diestra desde fuera del ¨¢rea y super¨® a Luis Aragon¨¦s como m¨¢ximo goleador de la historia del Atl¨¦tico de Madrid. Tambi¨¦n lo reflot¨®. En los tramos de angustia de la noche siempre apareci¨®, descolg¨¢ndose incluso al campo propio para dar aire. ?l y Morata, muy pele¨®n, contribuyeron a aliviar atascos. Aunque el jefe era De Paul, que sigue creciendo, y era manija y sost¨¦n.
Cuando baj¨® el frenes¨ª, el Madrid sostuvo el mando y asust¨® con un saque de falta pillo de Vinicius que remat¨® Carvajal a bocajarro contra Oblak. Sin embargo, el Atl¨¦tico no solo conservaba pulso, sino que manten¨ªa el recuerdo de aquella debilidad de los blancos. Otro centro lateral termin¨® en un enredo para Kepa, que fue demasiado t¨ªmido en el despeje ante Morata, que le choca. En el barullo, el bal¨®n olvidado termina dentro.
Otra vez el golpe por golpe. Vinicius se escap¨® de Gim¨¦nez y se encontr¨® con Oblak. El rebote lo remat¨® dos veces Bellingham contra sendos contrarios. Y con el rebote del rebote, Carvajal volvi¨® a empatar un partido que nadie quer¨ªa que terminara, entre otras cosas porque entonces se sum¨® a la fiesta Brahim con su f¨²tbol de calle, regate, bicicleta y tiro demasiado cruzado. Y no termin¨®. Estos partidos no terminan nunca. Sexta pr¨®rroga consecutiva en un derbi, con otra posibilidad la semana que viene en la Copa en el Metropolitano.
Tras el desparrame, el tiempo extra era una mezcla de entusiasmos de piernas frescas (Riquelme, Correa, Camavinga) y reservas de tipos fundidos (Koke, Carvajal). Con un Madrid a¨²n arrojado, con tramos de mon¨®logo, y un Atl¨¦tico cada vez m¨¢s aculado. Hasta Valverde se fundi¨®, a¨²n con diez minutos por delante. Pero el Real insist¨ªa. Hasta el barullo del 4-3 y el gol final de Brahim, que gan¨® una carrera a Oblak que hab¨ªa subido al remate. Un fest¨ªn. Y quedan dos derbis en 25 d¨ªas.
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