Llorente despierta al Madrid
El rojiblanco empata el derbi con un cabezazo en el ¨²ltimo suspiro de un partido dominado por el equipo de Ancelotti, y termina desnudando la debilidad de una defensa de circunstancias, con Nacho y Carvajal de centrales
Durante casi toda la noche, pareci¨® que el Real Madrid iba a escapar al destino que anunciaban los 176 cent¨ªmetros de estatura media de su defensa, tambi¨¦n su inexperiencia. Sin embargo, el destino les derrib¨® precisamente como se esperaba. Por arriba. Despu¨¦s de 25 centros al ¨¢rea, despu¨¦s de algo m¨¢s de 93 minutos de juego en los que dominaron el encuentro, tanto la pelota como el ritmo y los momentos en los que rondaron a Oblak, el Atl¨¦tico desactiv¨® la alegr¨ªa local en el ¨²ltimo env¨ªo a¨¦reo. Memphis cabece¨® hacia atr¨¢s en la frontal, y Llorente, tambi¨¦n con la cabeza, les birl¨® la victoria, y ese hueco de cuatro puntos que hab¨ªan abierto contra el Girona, el siguiente visitante del Bernab¨¦u. Lo que apuntaba a noche consagratoria de Brahim, que se fue dejando a la grada en pie despu¨¦s de un gol y una colecci¨®n de prodigios, termin¨® en desilusi¨®n.
No siempre se puede escapar al destino, aunque el Madrid lleva meses esquivando sus golpes. Su acumulaci¨®n de desdichas marc¨® c¨®mo se despleg¨® el partido, aunque no del modo que podr¨ªa adivinarse. Estaba lo conocido: la lesi¨®n de R¨¹diger el jueves en Getafe y la amarilla de ¨²ltimo momento de Tchouameni que dej¨® a Ancelotti sin el recambio circunstancial m¨¢s evidente para su pen¨²ltimo central sano. El encontronazo del alem¨¢n con Greenwood, le llev¨® a colocar como pareja de Nacho a Carvajal. Y en este Madrid de Murphy, donde casi todo el que ser¨ªa importante que no se lesionara se lesiona, tambi¨¦n aconteci¨® lo inesperado. Vinicius se fue al vestuario antes de tiempo en el calentamiento y se abri¨® un periodo de incertidumbre, ¨®rdenes y contra¨®rdenes.
Joselu se qued¨® calentando, cuando ya todo el equipo se preparaba en el vestuario, pero la megafon¨ªa anunci¨® a Vini Jr. en el once. Minutos m¨¢s tarde, por los altavoces se comunic¨® un cambio de ¨²ltima hora: Joselu comenzar¨ªa en lugar del brasile?o, que, como luego se supo, hab¨ªa sufrido un percance en las cervicales. Sin embargo, cuando aparecieron los futbolistas para empezar a jugar, all¨ª no estaba el delantero, sino Brahim, idea de ¨²ltimo instante de Ancelotti.
Pero el Madrid de este a?o es un equipo al que le ha venido funcionando todo justo despu¨¦s de que se le gripara lo esencial del motor, o aquello que cualquier observador se?alar¨ªa como esencial. Estuvo a punto de suceder de nuevo. Despu¨¦s de tres derbis pantagru¨¦licos con 18 goles en los que siempre se hab¨ªa adelantado el Atl¨¦tico, esta vez peg¨® primero el Real. Y el golpe lo dio Brahim, que estaba all¨ª despu¨¦s de una carambola doble derivada de otro infortunio. El malague?o crey¨® m¨¢s que nadie en un barullo de varios rebotes en el ¨¢rea y le puso premio al dominio de su equipo.
Hasta entonces, el Madrid hab¨ªa gobernado la funci¨®n ante un Atl¨¦tico con el freno puesto. Simeone se asomaba a su balc¨®n para pedir a su tropa que aguantara junta, con su l¨ªnea de cinco defensas, que no cedieran a la tentaci¨®n de acudir al se?uelo de la pelota que mov¨ªa el rival, que no se desajustaran. Cataban poco el bal¨®n y no les duraba mucho. El Madrid hab¨ªa acampado muy arriba y robaba r¨¢pido. El despliegue de Camavinga result¨® apabullante. El centro del campo era suyo. Por all¨ª robaba, tocaba con finura y romp¨ªa l¨ªneas a la carrera. Todo pasaba por ¨¦l y por Kroos, y alrededor de ellos circulaban Bellingham, Rodrygo, Brahim y Valverde.
El uruguayo despach¨® otra de sus actuaciones expansivas, de futbolista todo en uno. A su defensa de compromiso, Ancelotti le puso a Valverde de muleta. Empez¨® como un a?adido, casi como tercer central, entre Carvajal y Lucas. Tambi¨¦n vigilaba a Griezmann casi con una marca al hombre. Hasta que el franc¨¦s se cans¨® de ¨¦l y se mud¨® a la otra banda.
Ah¨ª empezaron las reformas de Simeone, que alej¨® tambi¨¦n a Riquelme, casi in¨¦dito como carrilero izquierdo. El argentino pas¨® a una defensa de cuatro. El Atl¨¦tico no carburaba. Trataba de explotar la invitaci¨®n de la estatura de los defensas con una lluvia de centros al ¨¢rea que pon¨ªa en aprietos al Madrid y oblig¨® a Lunin a alg¨²n pu?etazo y a una buena parada para responder a un cabezazo de Witsel. Esas aproximaciones incomodaban al Real, pero no terminaban de producir nada sobre lo que construir demasiado.
Despu¨¦s de una hora, Simeone maniobr¨® de manera m¨¢s vigorosa: introdujo a Memphis, Lino y Barrios, y retir¨® Morata, Riquelme y Sa¨²l. Aquello transform¨® al Atl¨¦tico, que se asom¨® de manera m¨¢s decidida al ¨¢rea de Lunin. Incluso lleg¨® a marcar. Por alto, claro. Savic cabece¨® un c¨®rner, pero un fuera de juego de Sa¨²l anul¨® el gol. Sobrevolaba el empate. Pero Lunin, que ha adelantado a Kepa tal vez de manera definitiva, dej¨® tambi¨¦n un rapto de inspiraci¨®n de los que sostienen partidos: Griezmann tacone¨® dentro del ¨¢rea peque?a y el portero espant¨® el problema.
La energ¨ªa de Memphis y la profundidad de Lino complementaron la creatividad del franc¨¦s para da?ar al Madrid, pero el paso adelante desabrig¨® al Atl¨¦tico y el Madrid se lanz¨® al espacio reci¨¦n abierto. Valverde cabalg¨® y cabalg¨®, y cuando se aproximaba al ¨¢rea vio que eran cuatro de blanco contra dos defensas. Se la dej¨® a Rodrygo, pero Oblak aguant¨® de pie.
Como el Atl¨¦tico, que mantuvo la convicci¨®n. El Madrid no anud¨® el partido, preso de su propia agitaci¨®n, y los de Simeone terminaron agu¨¢ndoles la noche por la v¨ªa a¨¦rea que se esperaba.
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