Todo lo que se le pide a un partido de f¨²tbol
El Bernab¨¦u ha modelado un clima propio: irregular, desapacible a ratos, extraordinariamente sensible a la competici¨®n de las competiciones, la Copa de Europa
El Santiago Bernab¨¦u, a lo largo de las d¨¦cadas, ha modelado una afici¨®n. La ha convertido en un clima propio del estadio de f¨²tbol de Chamart¨ªn. Puede darse el caso de que en los alrededores del campo llueva y dentro no, esto ahora literalmente. Es un clima irregular, desapacible a ratos, extraordinariamente sensible a la competici¨®n de las competiciones, la Copa de Europa. Hay quien no soporta el fr¨ªo extremo del resultado en contra y sale del estadio antes de tiempo buscando el calor de la familia, de los amigos, de las cosas ciertas que tienen en su vida; basta que den un paso fuera del Bernab¨¦u para que reviente dentro un volc¨¢n y se pierdan, como tantos se perdieron hace dos a?os, uno de esos momentos que se recuerdan siempre. Esta afici¨®n ha sido educada con gracia y crueldad, y el resultado es una fe absolutamente disparatada y una soberbia sin precedentes que se contagia a los jugadores. Aquella sonrisa de Benzema cuando el 4-2 en M¨¢nchester, como si anticipase el panenka de despu¨¦s.
Esto es m¨¢s llamativo ahora, cuando el propio Bernab¨¦u ha sido remodelado. La combinaci¨®n es explosiva. En v¨ªsperas de partido grande hay un tipo de madridista que se llena de terrores inducidos, presagios sombr¨ªos, augurios funestos. ¡°Nos van a meter tres¡±, ¡°si la vuelta fuese aqu¨ª¡±, ¡°no estamos bien¡±, ¡°nos falta gente¡±. No es un aficionado estrictamente llor¨®n sino un aficionado resabiado que se acoge a una liturgia como el alumno que intuye por d¨®nde va a ir la nota del examen pero se pone el disfraz de suspendido; es bastante insoportable, pero no hay nada que hacer: tambi¨¦n es de los nuestros. Ese aficionado entra en el Bernab¨¦u, escucha el himno de la Champions con la piel de gallina, a los 40 segundos le plantan un gol de risa, se gira y te dice: ¡°Mejor¡±. Media hora antes, fuera del estadio, estaba pidiendo que no le metiesen siete; ahora, dentro del estadio, y con un gol en un minuto contra el campe¨®n de Europa, te dice que ¡°mejor¡±.
Lo que vino despu¨¦s, los minutos de locura en los que se metieron cinco goles m¨¢s, es todo lo que se le pide a un partido de f¨²tbol. El Madrid estuvo perdiendo dos veces, el City una, al final empataron. Hubo tres goles fant¨¢sticos y, adem¨¢s, un gol de los que excitan al Bernab¨¦u, la carrera tremenda de Rodrygo para que el bal¨®n acabase entrando despac¨ªsimo en la porter¨ªa para poner el 2-1 en el cuarto de hora. Eso forma parte del Madrid y de su relaci¨®n con el estadio tanto como el saque inicial, y si alg¨²n reproche hay que hacerle al Real es que despu¨¦s del segundo, ante el desconcierto del City, no siguiese con una marcha m¨¢s, con mejor punter¨ªa, con un Bellingham desencadenado, con el motor fueraborda puesto en el centro del campo para ahogar a los ingleses en la estupefacci¨®n. El Bernab¨¦u puso todo de su parte: hubo minutos en los que jugaba directamente el p¨²blico. Pero enfrente estaba un rival mastod¨®ntico del que se cre¨ªa que tras el 2-3 podr¨ªa venir el 2-4 y la muerte de la eliminatoria. Tiempo para recordar que el Madrid es una pelea en la c¨¢rcel, le basta un cepillo de dientes para hacerte una aver¨ªa.
El f¨²tbol se invent¨® hace m¨¢s de 150 a?os para estos partidos, para estos jugadores, para estos entrenadores, para estos estadios, para estas competiciones.
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