Y lleg¨® Nadal
No me qued¨¦ para ver el homenaje del p¨²blico y el torneo madrile?o al tenista, como si mi mente dijese que si no hab¨ªa homenaje no hab¨ªa final
Andaba yo pensando en la eficacia del Real Madrid y sobre como esta le daba ventaja en la Champions, ventaja que se reflejaba en el 0 a 1 del descanso. Andaba yo distra¨ªdo pensando si el cl¨¢sico infierno de los estadios alemanes iba a poner en eficaz balanza la m¨ªstica de Bayern y Real en la salida de la segunda parte. Andaba yo pensando en si Tuchel iba a tocar algo, Ancelotti parec¨ªa no necesitarlo, de su esquema para agitar el avispero y convertir el Allianz Arena, uy perd¨®n, el Bayern Stadium que en Champions eso de las marcas lo determina la UEFA. Andaba yo, la verdad, trasteando con el mando de la tele cuando, de pronto, apareci¨® por all¨ª Rafa Nadal en emocionante pugna con un inspirado Lehecka a quien mi ignorancia ten¨ªstica no pon¨ªa ni pa¨ªs ni referencia. Y all¨ª me qued¨¦.
No s¨¦ nada de tenis pero me pareci¨® que el mito Nadal necesitaba compa?¨ªa, aunque fuera en la distancia, aunque fuera en la tele, aunque fuera contraviniendo todas mis supersticiones que aconsejan, creo que esto ya se lo he contado, quedarse solo un rato en el partido porque si te quedas m¨¢s siempre hay un par de puntos perdidos, una posibilidad de p¨¦rdida del servicio, una bola que toca en la cinta y se queda de este lado, todo ello condicionado, ellos no lo saben pero nosotros s¨ª, porque yo, tal vez tambi¨¦n usted, est¨¢bamos conectados en ese segundo exacto, en ese juego fatal.
El caso es que, en una nueva demostraci¨®n de la relatividad del tiempo, en eso que para m¨ª fueron unos cuantos juegos, unos cuantos minutos, la cosa se puso fea en Madrid, el partido iba con resultado favorable para el tenista checo y mi dedo pulgar decidi¨® que hab¨ªa que irse a M¨²nich, donde yo esperaba encontrar el inicio de la segunda parte y lo que sali¨® fue un 2 a 2 en el marcador y 10 minutos para el final de la contienda. S¨ª, no me qued¨¦ para ver el homenaje del p¨²blico y el torneo madrile?o a Nadal, como si mi mente dijese que si no hab¨ªa homenaje no hab¨ªa final y, por tanto, la pr¨®xima vez que volviera a conectar con el tenis, Roma puede ser un magn¨ªfico momento, me volver¨ªa a encontrar al Nadal triunfador, ganador, arrollador y aquello de Madrid nunca hubiera tenido lugar.
Cuando ve¨ªa el inicio espectacular de la segunda semifinal, con ese Borussia Dormund contra PSG que arrancaba con el muro amarillo cantando a pleno pulm¨®n aquello del You¡¯ll never walk alone que siempre pensamos te?ido de rojo Liverpool o verde Celtic Glasgow, pensaba que esa podr¨ªa ser, no est¨¢ nada mal tampoco la de Gladiator, una perfecta banda sonora para estos torneos que parecen ultimas visitas de Rafa a lugares donde ha hecho historia.
Aunque, tal vez y solo tal vez, esa banda sonora deber¨ªamos dedic¨¢rnosla a nosotros, que hemos caminado en la distancia junto a Nadal, que hemos sufrido y disfrutado tanto con ¨¦l (ya les puedo decir que mayo es un excelente mes en Francia cuando Rafa salta a las pistas de Roland Garros y la leyenda sigue creciendo) cuando parece que nos vamos a quedar un poco solos en ese caminar que se alimenta de los sue?os generados por este tipo de leyendas.
S¨ª, lo s¨¦, tenemos a Carlos Alcaraz, que seguir¨¢ haci¨¦ndonos so?ar. Pero aquellos que una vez tuvimos al sobrino de Miguel ?ngel Nadal en el vestuario superando su fidelidad madridista, sentimos que con ese glorioso final por el que desfila Rafa se van yendo tambi¨¦n nuestra juventud, algunos de nuestros sue?os y muchas batallas libradas. Algunas, incluso, victoriosas.
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