El Madrid hace de los ¨²ltimos minutos una obra de arte ins¨®lita
El Real entero sali¨® de la chistera imposible de sus noches de Champions para poner rumbo a Londres, para poner el tim¨®n en direcci¨®n a su historia imposible
¡°Lo del Madrid, incluso para lo que yo he conocido, empieza a ser sobrenatural. Este equipo no es cre¨ªble¡±, comentaron en el descanso dos exjugadores blancos. Su guion, el guion de Ra¨²l Gonz¨¢lez y ?lvaro Arbeloa, pareci¨® empezar a hacerse trizas con el gol del Bayern en la segunda parte jugando a nada, habitual patrimonio del Real para dar que hablar al antimadridimo: jugar a ganar y si te he visto no me acuerdo. Ra¨²l, con una sonrisa en la grada, dijo despu¨¦s del gol alem¨¢n: ¡°Estos no saben lo que acaban de hacer¡±. Boutade, okey. Pero hab¨ªa un algoritmo trabajando por detr¨¢s. Uno muy poderoso.
Lo hab¨ªa dicho Ra¨²l, lo escuchamos, lo apunt¨¦ en el m¨®vil pensando ¡°t¨² s¨ª que no sabes lo que dices¡±. A una leyenda yo se lo dec¨ªa en bajo. Y luego pas¨® la vida atropell¨¢ndolo todo. Joselu dos veces, en apenas un racimo de minutos bomba, y el Madrid entero sali¨® de la chistera imposible de sus noches de Champions para poner rumbo a Londres, para poner el tim¨®n en direcci¨®n a su historia imposible.
Y todo hab¨ªa empezado extra?o, con olor de marea baja. Con el Bayern de cordero blanco en un infierno insoportable. ?Lo hacen adrede o no? El Bayern se present¨® los primeros 45 minutos en Madrid tan d¨¦bil y aparentemente vulnerable que una mente retorcida podr¨ªa pensar si todo obedec¨ªa a la t¨¢ctica perversa que fund¨® Mu?eco Gallardo en River Plate, cuando dijo que su equipo hab¨ªa estado jugando mal los ¨²ltimos meses para despistar al contrario antes de una final. ?Estaba el Bayern, eterna bestia negra alemana, factor¨ªa de victorias despectivas, jugando a las ficciones con el Real Madrid? No lo parec¨ªa. Cuando un equipo regala el bal¨®n y, por tanto, redobla el esfuerzo (unos hacen correr el bal¨®n, otros corren detr¨¢s de ¨¦l) es porque tiene claro qu¨¦ hacer cuando lo tenga. Pero el Bayern no tuvo claro nada en el Bernab¨¦u. Solo tuvo claro que es el Bayern, y que a veces en la vida hay cosas que se consiguen por ser quien eres. Porque los rivales tienen m¨¢s respeto al pasado que al presente, y el pasado del Bayern es lo suficientemente terror¨ªfico como para no pensar que pueda asomarse el presente. Lo hizo en el 68 con un zarpazo desgarrador de Davies a pierna cambiada como Gvardiol porque hay gente que espera toda una eternidad a hacer el mejor disparo de su vida. Un estadio tan bonito, un rival tan legendario: c¨®mo no disparar con la pierna mala como si te la hubiese atornillado Dios en el descanso.
El Bayern obedec¨ªa a su leyenda, nada es f¨¢cil en ciertos clubes ni cuando te quitan el bal¨®n, y el Madrid a la suya: sopapo r¨¢pido para poner el empate, anulado por el VAR. ¡°Ya estamos otra vez, toca otra vez hacer lo mismo¡±, se escuch¨® en el Bernab¨¦u cuando el reloj marc¨® el minuto 80. Para entonces ya el Bernab¨¦u hab¨ªa adoptado la forma irracional de las pesadillas de David Lynch. Ese momento de un partido de f¨²tbol en el que lo que menos importa es el f¨²tbol. El momento del Madrid, el momento de la bestia. Un minuto despu¨¦s del final, Solari y Roberto Carlos hablan. ¡°?Con todo lo que yo he corrido por ti!¡±, le dijo el argentino. Y de toda esa historia, de todo ese sacrificio de a?os y de esa fe que se hereda como se heredan las enfermedades ins¨®litas, la enfermedad de ganar, viene el Madrid con su bandera, y la obra de arte que ha construido en d¨¦cadas de sus minutos finales.
Puedes seguir a EL PA?S Deportes en Facebook y X, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.