Que ganen los referentes, que gane el f¨²tbol
Que el ¡®fair play¡¯ se incluya entre los criterios con que se juzgue a un candidato a Bal¨®n de Oro, es un lujo que no podemos minimizar para reducirlo todo a goles o t¨ªtulos
Vayamos al grano: Aitana merec¨ªa ganar el Bal¨®n de Oro. Rodri, tambi¨¦n. Que lo gane Emma Hayes no es sorpresa. Que se lo den a Ancelotti, tampoco. Que los mejores clubes del a?o han sido el Madrid masculino y el Bar?a femenino se resuelve con un paseo por sus vitrinas. Es tan justo decir que Lamine ha sido el joven de m¨¢s impacto como reconocer que el Dibu Mart¨ªnez supo volver a ser decisivo.
No es menos cierto que si se lo hubiesen dado a Hansen hubi¨¦semos entendido el porqu¨¦ y si se lo hubiese llevado Vinicius se habr¨ªa premiado su papel clave en un equipo que gan¨® Liga y Champions. Poco m¨¢s pudo hacer Jonathan Gir¨¢ldez, que gan¨® todo lo ganable, o Xabi Alonso en su Leverkusen, contra quien s¨®lo pudo el Atalanta.
Solamente se da un Bal¨®n de Oro y es bueno que haya debate sobre qui¨¦n debe ganarlo. Si se dieran dos, tres, o infinitos, perder¨ªa el valor de dejar a un premiado feliz y a decenas de aspirantes decepcionados. Durante a?os, los seguidores del f¨²tbol femenino ¡ªque ¨¦ramos menos y m¨¢s silenciosos¡ª nos indign¨¢bamos a las puertas de este premio porque era un doloroso recordatorio de nuestra triste realidad: se lo iban a dar a uno de los pocos nombres que las votantes eran capaces de reconocer entre un listado de futbolistas casi an¨®nimas. Les sonaba que una tal Mia Hamm, Birgit Prinz o Marta Vieira hab¨ªa hecho algo destacado con su equipo o selecci¨®n. Puede que hubieran o¨ªdo su nombre al final del telediario o que, de rebote y en chiquitito abajo, hubiesen le¨ªdo algo sobre sus triunfos en alg¨²n peri¨®dico. Con suerte, quiz¨¢s hasta le pusieran cara, sobre todo en a?os de Mundial o Juegos Ol¨ªmpicos. En el peque?o universo del f¨²tbol de mujeres, las competiciones de pa¨ªses siempre fueron el mejor escaparate. A menudo, casi el ¨²nico. Las ligas no se televisaban, los clubes apenas informaban del d¨ªa a d¨ªa.
Es dif¨ªcil votar lo que no ves, es imposible intervenir sobre lo que desconoces y es indignante no hacerlo sobre lo que sabes y escondes. La ovaci¨®n de la noche del lunes en Par¨ªs fue para Jennifer Hermoso, que ojal¨¢ no hubiese subido nunca a recoger el premio S¨®crates pero a quien vamos a agradecer eternamente que tenga el coraje de poner su cara para denunciar hasta las ¨²ltimas consecuencias. La alfombra levantada, las cartas al descubierto. Toda toma de conciencia ser¨¢ poca hasta que no se limpie este sistema rancio y machista que ha ahogado hist¨®ricamente a las mujeres que quer¨ªan ser futbolistas.
El f¨²tbol es solamente f¨²tbol pero como motor social que es, es siempre m¨¢s poderoso cuando atiende a mucho m¨¢s que s¨®lo f¨²tbol. Tiene esa oportunidad, es una maravilla que quiera esa responsabilidad. Las futbolistas hace a?os que se han reconocido portavoces de un movimiento empoderador que ayuda a mujeres de otros entornos de menor visibilidad. Son valientes y ambiciosas. Inteligentes y competitivas. Comprometidas. Usan su altavoz para empujar al resto. Las lideran.
Que el fair play ¡ªsea para cada cual lo que sea¡ª se incluya entre los criterios con que se juzgue a un candidato a Bal¨®n de Oro, es un lujo que no podemos minimizar para reducirlo todo a goles o t¨ªtulos. Si pueden coexistir ambas, adelante. Es importante que a quien pongamos en el escaparate sea ejemplar. No perfecto, pero s¨ª deportivamente mod¨¦lico. Tenemos una oportunidad: (re)construir un f¨²tbol en el que, a la par que se imitan regates o peinados, se imiten comportamientos deportivos, comprometidos y educados. Que ganen los referentes. Que gane el f¨²tbol.
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