El Bar?a de los caramelos
Hansi Flick ha seducido al barcelonismo con un f¨²tbol de ritmo alt¨ªsimo, con un juego al l¨ªmite y vertiginoso
Deber¨ªan poner un cartel de ¡°solo para expertos¡±. O el cl¨¢sico aviso de que no lo intentemos en nuestras casas sin supervisi¨®n profesional. Es peligroso empezar un partido del Bar?a de Flick pensando en imitar con tu equipo algo de lo que vas a ver. Estoy sufriendo. Me imagino las defensas de equipos de infantiles en mitad de campo, tratando de tenderle una trampa a su rival para que caiga en fuera de juego. Lo estoy viendo. El central izquierdo empujando hacia adelante a sus compa?eros y al lateral dando dos pasos hacia atr¨¢s y tres hacia adelante para reajustar la l¨ªnea y evitar el desastre. Los veo. Los veo esprintando hacia atr¨¢s cuando les meten el pase a la espalda, con el brazo arriba pidiendo que se levante la bandera. Si en ¨¦lite est¨¢ yendo de mil¨ªmetros y con VAR, ni me imagino el riesgo en partidos sin asistentes.
Puede ser una sangr¨ªa. Hacer mal o hacer a medias ese plan kamikaze de defender a 50 metros de tu porter¨ªa es una invitaci¨®n a que tu portero tenga una decena de mano a mano en cada partido. Una agon¨ªa. Un agujero. Esa es la angustia que, poco a poco y con actuaciones tan rotundas como la del mi¨¦rcoles en Montju?c ante el Bayern, los aficionados del Bar?a se van quitando con la estrategia ultra valiente de su nuevo entrenador. Hansi Flick ha seducido al barcelonismo con un f¨²tbol de ritmo alt¨ªsimo, con un juego al l¨ªmite, vertiginoso. Todo en el alambre. Todo a m¨¢ximos. Todo al detalle.
Promedia m¨¢s de tres goles por partido. Es el equipo m¨¢s goleador de Europa. Est¨¢ de dulce. Genera m¨¢s probabilidad de gol que ning¨²n otro y est¨¢ siendo capaz de encontrar unos niveles de eficacia supremos con un estilo extremadamente ofensivo y vertical. Todos parecen jugar con prism¨¢ticos, con la mirada largu¨ªsima. No hay alejados desconectados en el manual de Flick. Todos est¨¢n metidos en la jugada. En ataque y en defensa.
Lo m¨¢s alucinante de ver de este nuevo Bar?a fresco y suelto es c¨®mo encadena saltos defensivos, c¨®mo prepara la secuencia para ahogar a su rival. Dejarle sin opciones. Parece tan evidente que contra ellos hay que atacar la profundidad, correr sobre ese tesoro en campo contrario que deja entre defensa y portero, que los rivales se precipitan. Caen en la trampa. Cinco, siete, once fueras de juego. El Bayern consigui¨® evitarlos con diagonales y entradas de segunda l¨ªnea, pero termin¨® igualmente frustrado por la incapacidad de jugar a otra cosa que no fuera atacar el ¨²ltimo tercio en vertical. Flick no permite otra cosa. Te ense?a el caramelo, pero no te deja comerlo.
Parece un plan sencillo, pero no lo es. Hay rigor, hay sincron¨ªa, hay intensidad. Dificil¨ªsimo de replicar sin alguno de los matices. Cuando uno va a presionar, va porque sabe que por detr¨¢s seguir¨¢n yendo. El plan no funciona sin el efecto domin¨®, y las pocas veces que uno duda y no acompa?a el salto, Flick lo ajusta. Les recuerda que si no van todos, el engranaje falla. Les ha convencido de que persigan porque ha planeado los ajustes y ha comprometido a todas las piezas a hacer A cuando A y B cuando no se ha podido hacer A. Es una coreograf¨ªa impecable, casi sin fisuras. Solo apta para valientes. Dos rombos.
En el primer gran test de la semana, Flick no cedi¨® ni un metro en su manual de defender hacia adelante. Le dio igual los Kane, Gnabry o Musiala y no le intimidaron los miedos heredados contra el Bayern. ?Qu¨¦ har¨¢ contra Vinicius y Mbapp¨¦?
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