Par¨ªs no fue una fiesta
A nadie le escuch¨¦ decir m¨¢s veces que ¡°el Madrid debe ser ejemplar¡± que a Florentino P¨¦rez, un motivo m¨¢s para el desconcierto. El honor, lo dice hasta el himno, est¨¢ en saber perder
El club es una patria chica y provoca adhesiones que tienen todos los defectos de los nacionalismos. Los hinchas somos sentimentales y poco dispuestos a reflexionar. Hay categor¨ªas, por supuesto, desde el tipo que quiere m¨¢s al f¨²tbol que a su equipo hasta el fan¨¢tico al que no le entra una sola idea que contradiga su pasi¨®n. Como las emociones son atolondradas, olvidan que el f¨²tbol tiene una responsabilidad social. Son muchos los chicos que imitan los peinados de sus ¨ªdolos y, por esa misma admiraci¨®n, llevan a sus modos de vida gestos, actitudes y hasta causas.
A veces el odio se impone al amor y mi teor¨ªa se tambalea. En el Cl¨¢sico vimos, tras el gol de Lamine, a un grupo de aficionados que olvidaron la lucha civilizatoria de Vinicius profiriendo gritos racistas. La sensaci¨®n es que esa tarde el Madrid perdi¨® dos veces, una en el marcador, donde hubo poco que objetar, y otra en la grada, con conductas que denigran la cultura deportiva que debe presidir un club. Oigo que el f¨²tbol es otra cosa. Es verdad, una cosa superior en cuanto fen¨®meno social y, por lo tanto, tiene m¨¢s obligaciones morales.
Al d¨ªa siguiente esperaba la gala del Bal¨®n de oro y las expectativas eran m¨¢ximas para el club. Si el partido frente al Bar?a dejaba una desilusi¨®n puntual, la mirada larga de los premios cambiaba la perspectiva: una vez m¨¢s, el Madrid ser¨ªa elegido mejor equipo del mundo. M¨¢s que un consuelo, eso era un golpe de autoridad. Y un orgullo renovado. Pero el lunes sucedi¨® un cambio de planes en el Real Madrid, al que Par¨ªs esperaba con una representaci¨®n estelar. La noticia tra¨ªa informaci¨®n sorprendente. La primera dec¨ªa que Vinicius no ser¨ªa Bal¨®n de oro. Como los madridistas se lo hab¨ªamos concedido por adelantado, el madridismo entendi¨® que, m¨¢s que no d¨¢rselo, se lo quitaban. Lo segundo era m¨¢s inexplicable: el Madrid hab¨ªa decidido suspender el viaje como signo de protesta. Es una suposici¨®n, porque hasta el momento no existe explicaci¨®n oficial.
Mi sensaci¨®n es que, para fortalecer la imagen de Vinicius, el Madrid eligi¨® debilitar su propia imagen. Tuve el mismo tipo de malestar que me provocan esos jugadores y entrenadores que pierden una final y que, cuando le cuelgan la medalla de plata, se la quitan como si ellos no merecieran tal deshonor. Pero el honor, lo dice hasta el himno del Madrid, est¨¢ en saber perder.
Y tambi¨¦n esto merece matizarse. ?Es perder ser declarado el mejor equipo del mundo? ?Y colocar como mejores jugadores al segundo, tercero y cuarto en la lista de ganadores, puede considerarse una ofensa? ?Y que el mejor entrenador y el m¨¢ximo goleador tambi¨¦n pertenezcan al Real Madrid, qu¨¦ tipo de deshonor es?
Fue la noche de Espa?a. Balones de oro de f¨²tbol masculino (Rodri) y femenino (Aitana), mejor club de f¨²tbol femenino (FC Barcelona), premio S¨®crates (Jennifer Hermoso), Trofeo Kopa (Lamine Yamal) y todos los ausentes ya nombrados del Real Madrid. Espa?a solo abandon¨® el palco para la entrega del Trofeo Yashin a mejor portero, ganado por Emiliano Mart¨ªnez.
Si el f¨²tbol es una industria en donde el marketing juega un papel cada vez mayor, abandonar un palco que eleva el prestigio, es un error que el Bar?a supo aprovechar. No por eso el Madrid deja de ser el mejor equipo del mundo, pero tener poder no es solo ganar partidos, sino tambi¨¦n ganar el respeto del mundo del f¨²tbol. ¡°Tener poder es que te quieran¡±, dijo Riquelme, m¨ªtico jugador y actual presidente de Boca Juniors. A nadie le escuch¨¦ decir m¨¢s veces que ¡°el Madrid debe ser ejemplar¡± que a Florentino P¨¦rez. Un motivo m¨¢s para el desconcierto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.