Mbapp¨¦ y los indignados
Acusar al mejor es un cl¨¢sico en tiempos de frustraci¨®n. Otra cosa es que sea una buena idea
El club es el Real Madrid, la aspiraci¨®n es ganadora, la vocaci¨®n ser universal, el lema ¡°no rendirse¡±, la grandeza es parte importante de su identidad y el poder (popular y econ¨®mico) lo convierte en el m¨¢s amado y el m¨¢s odiado, dos partes igual de importantes para construir su descomunal imperio sentimental. De todo se habl¨® en la presentaci¨®n del libro ADN Madrid, un paseo heroico por las gestas del club a lo largo del tiempo. Su autor, Jes¨²s Bengoechea, esconde su fanatismo detr¨¢s de una prosa elegante y con fino humor.
En la presentaci¨®n hab¨ªa diferentes gradaciones de madridistas empedernidos. El de Jes¨²s es de los mejores porque cumple a la perfecci¨®n con las obligaciones de todo fan¨¢tico. Ama desaforadamente al Madrid y solo le falta acusar al Bar?a de tr¨¢fico de ¨®rganos. Hay otros modos m¨¢s irritantes de sentir el club. Uno es el victimista y me hace hasta gracia porque se trata de un ejemplar al que no curan los ¨¦xitos. Gente que diez minutos despu¨¦s de ganar una Champions, solo se le ocurre decir: ¡°C¨®mo nos hacen sufrir¡±. ?Qu¨¦ esperan de una final? Pero el peor esp¨¦cimen es aquel que cuando el equipo no encuentra el golpe de pedal, destila su frustraci¨®n hacia un jugador. En este momento, el principal condensador de esos indignados profesionales es Kylian Mbapp¨¦.
Cuando Messi vivi¨® su peor momento con Argentina, le preguntaron a Menotti qu¨¦ opinaba sobre la agresividad con que el hincha trataba a Leo, y la respuesta no pudo ser m¨¢s futbolera: ¡°Normal, no se van a meter con el lateral izquierdo¡±. Lo normal, entonces, ser¨ªa responsabilizar de las desgracias a aquel en el que hab¨ªamos depositado m¨¢s esperanza. En ese reparto, quien llega al club como mejor jugador del mundo tiene todas las papeletas. Si adem¨¢s falla penaltis, puede entenderse, al menos en parte, por qu¨¦ el madridismo lo elige como primer responsable de su malestar.
Acusar al mejor es un cl¨¢sico en tiempos de frustraci¨®n. Otra cosa es que sea una buena idea. Cuando se quema el palacio, lo primero que conviene salvar es el cuadro de Goya; y el Madrid est¨¢ prefiriendo tirarlo a la hoguera. Se dice que Kylian est¨¢ falto de confianza e inmediatamente despu¨¦s se lo descabella, para agregar otro grano de arena a la desconfianza. Aplican un ant¨ªdoto que mata.
Frente al Athletic, el Madrid fue superado por la energ¨ªa de combatiente de un rival que se mostr¨® agresivo en la presi¨®n de principio a fin. La agresividad no duda y ante esa certeza el Madrid se mostr¨® titubeante en la salida del bal¨®n, atascado en la construcci¨®n y con muy pocas intervenciones de sus delanteros. Acusar del problema al ¨²ltimo eslab¨®n no parece justo por mucho peso que tenga un penalti fallado.
La diferencia de intensidad entre un equipo y otro contribuy¨® al retrato desenfocado de Mbapp¨¦, un velocista al que se le est¨¢ pidiendo continuidad en el esfuerzo, como si tuviera que ganarse el perd¨®n corriendo.
Se pierde m¨¢s r¨¢pido la costumbre de ganar que la de perder, raz¨®n por lo que cay¨® r¨¢pidamente en el olvido que el Madrid es el ¨²ltimo campe¨®n de Liga y Champions. Es verdad que el juego est¨¢ resultando mediocre y que toca reconstruir. El problema es de funcionamiento, pero mucho antes de dise?o de plantilla. Si se trata de sacarle brillo a la plater¨ªa, hay que empezar por la pieza m¨¢s valiosa y aunque en estos momentos la percepci¨®n nos diga otra cosa, esa pieza es Kylian. Y si lo que le falta es confianza, mejor ser¨¢ que el madridista tipo deje de autoflagelarse y ponga su indignaci¨®n en otra parte.
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