Sentirnos tribu, vivos, idiotas
En el f¨²tbol, Arabia Saud¨ª se lo est¨¢ llevando todo, empezaron con grandes jugadores, siguieron con los derechos de televisi¨®n del Mundialito de clubes y terminar¨¢n con la organizaci¨®n del Mundial 2034
Confundido, como Dani Olmo en fin de a?o; hu¨¦rfano, como la afici¨®n del Sevilla tras el retiro de Navas; extraviado, como Vinicius el d¨ªa que se entreg¨® el Bal¨®n de oro; rasc¨¢ndome la cabeza de puro desconcierto, como Pep¡ As¨ª pas¨¦ las fiestas sin Liga.
En estas fechas la Premier opera como consuelo, pero el f¨²tbol sin sufrimiento es como una pel¨ªcula de terror en la que est¨¢s a favor del asesino. Adem¨¢s, qu¨¦ m¨¢s da qui¨¦n mata y qui¨¦n muere si no quieres a ninguno. Te pones a favor del d¨¦bil, te cae simp¨¢tico el entrenador, quieres que gane el que juega bien¡ Todos suced¨¢neos de la aut¨¦ntica pasi¨®n, cuando el amor y el odio asaltan a la raz¨®n y alcanzan todo el sentido. Lo primero que hace un hincha es trazar una l¨ªnea divisoria: en este lado est¨¢n los buenos (los m¨ªos, nosotros) y en el otro lado est¨¢n los malos (los otros, ellos). No hace falta encontrar razones. Y si hace falta se buscan con todas las arbitrariedades que impone el fanatismo. Y ah¨ª comienza el atractivo. Es comod¨ªsimo amar y odiar. Y s¨²per entretenido.
Por fortuna, anoche ya se jug¨® un partido de los serios. Aunque haya sido para pagar un atraso por la dram¨¢tica dana, Valencia y Real Madrid volvieron a conectarnos con el miedo futbol¨ªstico, que es el gran incentivo del f¨²tbol. No en vano al hincha se le llama ¡°sufridor¡±. As¨ª es como el f¨²tbol espa?ol volvi¨® a salir a escena despu¨¦s de dos semanas de paz y desconcierto.
El Valencia habr¨¢ jugado con la seriedad del superviviente y el Madrid con la gravedad del que no tiene permitido perder. Jos¨¦ Larralde, admirable cantautor argentino de origen vasco, dice en una de sus canciones que ¡°la liebre es una luz con tanta bala¡±. Da igual si vienen de la obligaci¨®n de escapar del descenso o de la aspiraci¨®n de ganar la Liga, silban las balas de la presi¨®n y se dispara la adrenalina del aficionado, est¨¦s donde est¨¦s en la tabla de clasificaci¨®n. Si tienes definida una identidad, el f¨²tbol sabe mortificarte o alegrarte. T¨² eliges equipo y el juego te hamaca arriba de sus emociones pendulares y caprichosas.
Esta semana pr¨®xima nos espera la Supercopa de Espa?a. Todos a Arabia para rendirle tributo al nuevo f¨²tbol, al que no le importa arrastrar su rom¨¢ntica reputaci¨®n a cambio de dinero. El f¨²tbol es una patria chica y suena feo que te la compren. Pero ?a qui¨¦n se le ocurre culpar al f¨²tbol de venderse, si a estas alturas todo tiene un precio? Elon Musk est¨¢ a punto de comprar el gobierno de EE UU y nos parece normal. Yo mismo estoy en el mercado esperando una oferta. As¨ª las cosas, Arabia decidi¨® hacerse con el deporte. En f¨²tbol se lo est¨¢n llevando todo, empezaron con grandes jugadores, siguieron con los derechos de televisi¨®n del Mundialito de clubes (que emitir¨¢n gratis a trav¨¦s de su plataforma) y terminar¨¢n con la organizaci¨®n del Mundial 2034 (una cosa paga la otra). A este paso nos dejar¨¢n sin balones. Los comprar¨¢n todos y ya est¨¢.
Da igual en Espa?a que en Arabia Saud¨ª, incluso en Marte, si alg¨²n d¨ªa decide comprar el f¨²tbol Elon Musk en su generoso af¨¢n expansionista. Sea lo que sea lo que nos espere, sabremos adaptarnos, como adultos que somos, al mandato pr¨¢ctico del f¨²tbol moderno. Cualquier cosa menos que nos bajen las pulsaciones por dejarnos sin partidos. En las fiestas navide?as vaya y pase, pero en el resto del a?o lo necesitamos como droga decente, como est¨ªmulo que nos ayude a sentirnos alguien, a sentirnos vivos, a sentirnos tribu. Aunque a veces el precio sea sentirnos un poco idiotas.
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