Atrapafocos
Jon Rahm es uno de esos deportistas que, adem¨¢s de ser muy bueno, logra hechizar, atrapando la atenci¨®n del espectador
8.52. Me molesta recibir una mala noticia al levantarme. Tengo por norma cuidar mucho la primera hora de cada d¨ªa que paso en el mundo de los despiertos. Para ello procuro que en esos sesenta minutos iniciales nada me altere y pueda desayunar tranquilamente aparcando hasta despu¨¦s de un rato las preocupaciones. Por supuesto nada de tele o radio hasta media ma?ana, porque a esas horas tempranas decenas de pol¨ªticos invaden los medios para vender sus motos, repetir una y otra vez la frase del d¨ªa de su partido o directamente van soltando mentiras que ni ellos mismos se las creen. Resulta tan cansino como irritante. Por no hablar de los tertulianos apocal¨ªpticos, o de los que hablan con igual rotundidad de un tema que de otro, lo que me hace cuestionar c¨®mo es posible que sepan de tantas cosas a la vez.
Pero esta costumbre resulta imposible de realizar durante unos Juegos como estos, en los que sabes que cuando abres un ojo, la mitad del pescado est¨¢ ya vendido. Y claro, hoy, mientras comprobaba que el mel¨®n y la pi?a casan estupendamente en verano, me he enterado de lo de Jon Rahm. A ver, estamos hablando de un profesional que ha ganado mucho de todo, t¨ªtulos, d¨®lares y atenci¨®n. Practica una disciplina todav¨ªa sin cach¨¦ ol¨ªmpico (no creo que haya ning¨²n golfista que cambie un Open Brit¨¢nico por un oro). Y encima es muy joven, por lo que le queda tiempo de sobra para volver a unos Juegos. Quiero decir, que siendo una faena, pues m¨¢s lo ser¨ªa para otros muchos deportistas. Ahora bien, estamos hablando de Jon Rahm, uno de esos deportistas que adem¨¢s de ser muy bueno, logra hechizar, atrapando la atenci¨®n del espectador siempre que se pone en acci¨®n. Algunos lo llaman carisma. Yo les denomino atrapafocos.
10.17. Veo repetida la carrera de Mireia Belmonte, una atrapafocos nacional en periodos ol¨ªmpicos. 23 cent¨¦simas le separan de su quinta medalla entre un buen guirigay de los comentaristas televisivos. Uno de ellos se moja a falta de 100 metros para el final y dijo que iba a ser tercera. Espero que no tenga cuenta de Twitter, porque le tienen que estar haciendo un traje a medida. Pero bueno, del tono de los comentaristas y su (para mi gusto) excesiva emotividad ya trataremos otro d¨ªa. Yo quer¨ªa hablar de las 23 cent¨¦simas. O de los tres, cuatro, cinco o siete segundos (no hay unanimidad period¨ªstica) que separaron a Adriana Cerezo, atrapafocos temporal de 24 horas de duraci¨®n, de la medalla de oro. Cent¨¦simas, segundos, cent¨ªmetros, un resbal¨®n, un m¨ªnimo error, un ¨¢rbitro r¨¢cano con una puntuaci¨®n, un poste, un churro¡ Todos los d¨ªas muchas cosas importantes se dirimen por cuestiones casi infinitesimales. Traducido en t¨¦rminos de rendimiento lo que separa el logro de su no consecuci¨®n no siempre es un abismo, sino m¨¢s bien un detalle. Por eso me resulta algo injusto leer las actuaciones en clave radical de dos colores. El blanco (medalla, triunfo, gloria, reconocimiento) y el negro (no medalla, decepci¨®n, fiasco, olvido).
15.49. No ha esperado mucho el equipo estadounidense de baloncesto en pegarse el primer tortazo. Nada grave, por otro lado, pues hasta los cruces casi todo tiene soluci¨®n. Ni tampoco nada sorprendente dado lo ocurrido en la fase de preparaci¨®n, donde perdieron ante Nigeria y Australia. Ha tra¨ªdo un equipo justito despu¨¦s de tanta renuncia, no cuenta con m¨¢s atrapafocos que Kevin Durant y tiene una enorme laguna debajo de los aros, donde las van a pasar canutas. Pero queda un mundo, y la ¨²nica conclusi¨®n que se puede sacar por ahora es que a diferencia de los ¨²ltimos tres Juegos, la medalla de oro no lleva grabado el nombre de EEUU. A ver qui¨¦n es capaz de aprovechar la oportunidad. Y no miro a nadie.
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