Titmus desespera a la reina Ledecky
La australiana gana el oro en los 400m libre con una exhibici¨®n de poder¨ªo en el ¨²ltimo 100 y un tiempo de 3m 56,69s que la sit¨²a a 23 cent¨¦simas del r¨¦cord mundial de la estadounidense en R¨ªo
Adam Peaty se convirti¨® en el primer campe¨®n ol¨ªmpico brit¨¢nico de nataci¨®n que convalid¨® su t¨ªtulo y en el segundo, tras Kitajima, en ganar dos oros sucesivos en los 100 braza. El pelirrojo de Uttoxeter prolong¨® su reinado en los Juegos de Tokio con la autoridad que le caracteriza. No corri¨® la misma suerte Katie Ledecky, la campeona de 400 metros libre en R¨ªo de Janeiro, que en la piscina japonesa se encontr¨® con la misma barrera que le impidi¨® conquistar el Mundial de 2019. Entonces Ariarne Titmus era un escollo en edad adolescente. Ahora la australiana adquiere relieve de acantilado. No solo le ha comido la moral a su gran adversaria, cuatro a?os mayor. Nada cada vez m¨¢s r¨¢pido. Este lunes por la ma?ana hizo los ocho largos en 3m 56,69 segundos. Con unos parciales y unos ritmos que hacen pensar que tiene a su alcance aquello que en los ¨²ltimos Juegos parec¨ªa accesible ¨²nicamente a Ledecky y a las generaciones que siguieran su estela en la pr¨®xima d¨¦cada: meterse en el espectro de los 3,56 y bajar a 3,55.
Titmus decidi¨® que el futuro era hoy. Lunes 26 de julio de 2021. Once de la ma?ana en Tokio. Penumbra en las gradas altas del centro acu¨¢tico, focos sobre el espejo de agua. Salida de la final de 400. Prueba simult¨¢neamente r¨¢pida y t¨¢ctica. Con margen de planificaci¨®n. Algo que Ledecky sabe hacer. Acostumbrada desde los 15 a?os, desde su debut ol¨ªmpico en Londres, a imponerse por varios cuerpos incluso en los escenarios m¨¢s exigentes, entr¨® al agua a mandar. Escribi¨® la partitura del primer 200 con la cadencia que devast¨® a grandes nadadoras a su paso. Titmus, en la calle contigua, desarroll¨® lo que parec¨ªa su propia trama. En el primer 100, la australiana sigui¨® a su rival a un palmo. Hombro con hombro. En el segundo 100, como si flaqueara, comenz¨® a rezagarse. Durante los 150 metros que siguieron, Ledecky, que hab¨ªa sentido la amenaza inicial, pudo pensar que su perseguidora hab¨ªa sido arrastrada por la corriente. Nada m¨¢s lejos de la realidad.
Puede que Titmus, a un metro de distancia, se arrimara al remolino que produc¨ªa la estadounidense para ahorrar algo de energ¨ªa. Entre los 200 y los 300 metros la carrera entr¨® en el limbo que parec¨ªa convenir a Ledecky, estudiante de ciencias pol¨ªticas, hija de patricios de Washington, gobernadora vocacional. C¨®moda mientras puede ejercer su autoridad, debi¨® sentirse desestabilizada al descubrir la cara redonda, r¨²stica, de la australiana haci¨¦ndose cada vez m¨¢s grande en el retrovisor. En el pen¨²ltimo viraje Titmus aument¨® la frecuencia de sus ciclos de brazada y patada y en vez de patinar, como ocurre a los nadadores descoordinados, o fatigados, traccion¨® como si el agua fuera un apoyo s¨®lido.
Fondista por naturaleza, Ledecky posee una aceleraci¨®n inaudita en los metros finales. Una potencia que, combinada con su capacidad de largo aliento, la convierte en una rara m¨¢quina de demolici¨®n. Cuando estableci¨® el r¨¦cord del mundo en 3m 56,46s, en la final de los Juegos de R¨ªo, complet¨® la proeza con un golpe de fuerza final. Hizo el pen¨²ltimo 50 en 29,92 segundos y el ¨²ltimo 50 en 28,92. En Tokio, quiz¨¢s porque se vio inesperadamente asaltada en su feudo, tal vez porque se puso nerviosa, o porque le falt¨® una energ¨ªa que con 19 a?os ten¨ªa y ahora con 24 no, nad¨® el pen¨²ltimo 50 en 30,13s y el ¨²ltimo en 29,12s. Se la vio pesada en esos 10 metros culminantes, cuando camino de la pared Titmus se le escap¨® despu¨¦s de nadar el ¨²ltimo largo en 28,67s. La americana asegur¨® la plata con un cron¨®metro de 3m 57,36s. Una dimensi¨®n, la de los 3m57s, que hasta hace poco solo pod¨ªa frecuentar ella. Ahora son dos. El resto del cartel no baj¨® de 4 minutos.
¡°No sab¨ªa que iba primera¡±
¡°No sab¨ªa que iba primera hasta que mir¨¦ el marcador¡±, dijo Titmus al salir del agua. En el l¨ªmite de su capacidad fisiol¨®gica, al parecer, su cerebro hab¨ªa dejado de computar adelante y atr¨¢s, arriba, abajo, el yo, el otro y la otredad.
¡°Para m¨ª es un honor competir con alguien como Ariarne y nadar a estos tiempos tan, tan r¨¢pidos¡±, dijo Ledecky tras perder su primera carrera individual en unos Juegos. ¡°Yo no estar¨ªa aqu¨ª si no fuera por ella¡±, reconoci¨® la australiana. ¡°Si no pudiera dar caza a alguien como ella, no estar¨ªa nadando de este modo¡±.
Antes de la final de 400 metros libre del Mundial de 2019, el impulsivo Dean Boxhall, entrenador de Titmus en la piscina del colegio luterano de San Pedro en Queensland, se dirigi¨® a la muchacha para arengarla, tal vez porque advirti¨® que el mito de Ledecky la atenazaba. Entonces le dijo algo muy simple que a ella le son¨® a sinfon¨ªa: ¡°Esto puede tener dos desenlaces: que nades muy bien, y que nades muy mal; pero ma?ana seguro que te levantar¨¢s¡±.
Desde entonces, esta nadadora de 20 a?os enamorada de su entrenador no ha parado de crecer. En Tokio se elev¨® por encima de un gigante. Psicol¨®gica y f¨ªsicamente. La piscina fue suya. Camino del oro hizo un tiempo que la coloca en el umbral del infinito: a 23 cent¨¦simas del r¨¦cord de Ledecky en R¨ªo.
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