Piel de gallina
Nervios, hermandad, el orgullo de representar a tu pa¨ªs, la Villa y esos 100 metros hacia la inauguraci¨®n... No encuentro una sensaci¨®n similar en ning¨²n otro evento deportivo
No hay nada parecido a unos Juegos Ol¨ªmpicos. Si remuevo entre el ba¨²l de mi memoria no encuentro una sensaci¨®n similar en ning¨²n otro evento deportivo que haya disputado. Es un sue?o, algo que cualquier atleta anhela durante toda su carrera.
Para llegar hasta aqu¨ª el esfuerzo invertido es inmenso. Debes estar en la ¨¦lite de tu deporte, situarte entre los mejores deportistas del mundo. Los sacrificios son inmensos, pero tambi¨¦n lo son las recompensas, por lo que participar ya es todo un ¨¦xito.
Cuando digo que no se asemejan a ning¨²n otro acontecimiento deportivo es por varias razones. Ese trabajo diario, ese tes¨®n en la sombra, tiene que ser muy profesional y estar planificado al detalle para acudir en tu mejor estado f¨ªsico y mental.
Otra raz¨®n de peso es la convivencia en la Villa Ol¨ªmpica. Lo que se respira all¨ª es dif¨ªcil de explicar: todos los atletas convivimos en igualdad y la felicidad brilla en todos nuestros rostros. Puedes conocer a deportistas que admiras y aprender sobre otras modalidades. Lo m¨¢s bonito de todo, independientemente del deporte, es la sensaci¨®n de un objetivo com¨²n: lograr una medalla para tu pa¨ªs.
Otro aspecto diferente es que casi toda la delegaci¨®n nacional viaja en un mismo vuelo. Ese reencuentro con los deportistas, con amigos de otras disciplinas, es algo ¨²nico que ayuda a formar un ambiente diferente al de otros torneos. Los Juegos son otra historia.
Una vez que viajas y llegas a la ciudad organizadora, te acomodas e inicias los entrenamientos. Es imposible estar aqu¨ª y no sentir ansias de que llegue la ceremonia de inauguraci¨®n. Ese es uno de los momentos m¨¢s esperados por todos nosotros. Vestirte con el uniforme oficial, quitarte el ch¨¢ndal por unas horas y disfrutar viendo a los abanderados gozar de un honor tan especial.
Los nervios previos al desfile son inevitables. Quieres reencontrarte con todos los deportistas, vivir cada segundo y sentir la piel de gallina cuando enfilas los ¨²ltimos 100 metros del t¨²nel que conduce al estadio ol¨ªmpico; ver las caras de ilusi¨®n de quienes viven por primera vez ese momento; capturar con la c¨¢mara esos instantes y sentir el privilegio de salir a dar la vuelta al estadio es una de esas cosas que no olvidar¨¢s en la vida. Buscas la c¨¢mara que retransmite la ceremonia para saludar a tus padres y hacerles sentir orgullosos por verte desfilar. Fuera de una pista de tenis no he vivido una sensaci¨®n similar.
Cuando la ceremonia de inauguraci¨®n queda atr¨¢s, mientras regresas a la Villa para descansar, el enfoque empieza a cambiar. Al d¨ªa siguiente, todo gira ya en torno a la competici¨®n. Y, cuando llega tu momento, lo das todo y te entregas hasta el final. Dejando un esfuerzo pleno sientes el verdadero orgullo de estar representando a tu pa¨ªs. En ese momento no desear¨ªas estar en ning¨²n otro sitio salvo aqu¨ª, haciendo lo que m¨¢s te gusta y disfrutando de ello.
Ganar o perder (?qu¨¦ rabia lo del dobles!) no siempre depende de uno mismo, pero la lucha y la entrega, eso que describimos como esp¨ªritu ol¨ªmpico, nunca puede faltar. El que consigue eso no est¨¢ obligado a m¨¢s. Rodeada por los mejores deportistas del mundo, viviendo un sue?o de competici¨®n, la mayor lecci¨®n que uno se lleva es esa: luchar y pelear hasta el ¨²ltimo punto.
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