Morkov da jaque mate en el vel¨®dromo y lleva a Dinamarca a la victoria en la Madison

El Madison es humo y noche, la soledad y la tristeza del ciclista bohemio de los 6 D¨ªas de Edward Hopper, desvelado por la anfetamina, necesitado de sue?o, y el mundo gira, y gira, y danza, y el espectador bebe, fuma y apuesta, y mujeres hermosas beben champagne y brindan, y 100 a?os despu¨¦s el Madison es luz y brillo, y reparte medallas y gloria en los Juegos Ol¨ªmpicos, es un deporte civilizado seg¨²n la civilizaci¨®n de los tiempos que corren, pero los ciclistas siguen saliendo tan serios como los duelistas del Oeste, tan diferentes, jugadores de ajedrez sobre ruedas a 60 por horas en un mundo que gira y gira, y ellos danzan en pareja y se dan la mano para relanzarse y relevarse a la americana. Es el reino del pi?¨®n fijo y la pedalada ligera, de seda. Ellos son sus misioneros. Calculan todos, mueven r¨¢pido, intercambian piezas como en un ajedrez a ciegas, por instinto, y Michael Morkov, de 38 a?os, el piloto dan¨¦s que le regala cuatro etapas a Mark Cavendish en el Tour¡ª, a todos da jaque mate.

Gana el oro Dinamarca ¨CMorkov y Lasse Hansen--, un pa¨ªs de tradici¨®n de 6 D¨ªas y vel¨®dromos, y una pareja cl¨¢sica, rodador y sprinter sabio, como anta?o lo eran Joan Llaneras, el profeta de la Madison y la pista en los tiempos de la Espa?a moderna, y dos veces campe¨®n ol¨ªmpico, y una plata. Y su amigo Isaac G¨¢lvez, pistard hasta el fondo de su alma y muerto hace 15 a?os una noche fr¨ªa de noviembre girando en una pista belga, en Gante. La plata se la lleva el Reino Unido, una pareja rodadora, Matthew Walls, que hace carretera con el Bora y gan¨® el oro en el ?mnium, y Ethan Hayten, un talento del Ineos que este a?o gan¨® dos etapas en la Vuelta a Andaluc¨ªa. Y el bronce, para los franceses combativos. Albert Torres y Sebasti¨¢n Mora, la esperanzada pareja espa?ola que hace calendario de carretera con el Movistar para coger fondo, cinco a?os esperando este d¨ªa, terminaron sextos.

El Madison de Tokio son 16 parejas, 50 kil¨®metros, 200 vueltas al vel¨®dromo de pino siberiano, tan pulido de Izu, en las monta?as y la niebla, 19 sprints de cinco puntos, cada 10 vueltas uno, y uno de 10, el ¨²ltimo, y un deseo absoluto, el de fugarse, que a todos atrae, el de ganar vuelta (20 puntos), que ninguno consigue. Lo intentan los franceses ¨CBen Thomas y Donavan Grondin--, la pareja combativa, que al menos, con su fuga de 10 kil¨®metros se apunta cuatro sprints, y el bronce. Lo intentan Torres y Mora, calculadoras en la cabeza, buena mirada, que saben que solo pueden hacer algo ganando vuelta. Concluyendo que solo el cansancio de los rivales les dar¨¢ la oportunidad de no ser alcanzados, se ponen a ello tarde, a 39 vueltas del final. Pueden ganar con la fuga los cuatro sprints que a¨²n est¨¢n en juego (25 puntos), pueden, adem¨¢s, ganar vuelta (20 puntos). Pueden ganar como ganaron los Europeos de 1016 y 2020. La jugada no resulta. No les dejan ni 10 metros, ni una esperanza.

Mora, de Vila-real, y Torres, de Ciutadella, volver¨¢n a hibernar en vel¨®dromos lejanos, a entrenarse en el de Palma, que cuida Llaneras, a hacer kil¨®metros en carretera. Y, dentro de tres a?os, misioneros del pi?¨®n fijo y la pedalada de seda, volver¨¢n a ilusionar e ilusionarse en Par¨ªs.

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