La decadencia del ciclismo ol¨ªmpico en el viejo Montmartre
Un m¨ªnimo pelot¨®n de 92 corredores en equipos min¨²sculos se enfrentar¨¢ a un recorrido de 273 kil¨®metros con tres pasos por un muro a la flamenca con Van der Poel y Van Aert como favoritos
El ciclismo, la carrera ciclista, es un arte decadente en la capital del Tour, en la que los carriles bici para los amantes de la bici el¨¦ctrica y los repartidores estresados, cada vez m¨¢s numerosos, dificultan cada vez m¨¢s la disputa de carreras en circuito urbano, y solo el Tour, cada vez con m¨¢s dificultades, es capaz de llegar al coraz¨®n de la ciudad, los Campos El¨ªseos. Lo lamentan los rom¨¢nticos de la vida verdadera, los que hablan del ciclismo y del boxeo como los deportes de los proletarios o los campesinos que llegaban a la capital en busca de una vida mejor. Pero los ¨ªdolos eran los ciclistas, su manera arrogante de comportarse, de hablar, de ascender la rue Lepic hacia la plaza de Tertre y el Sacr¨¦ Coeur en Montmartre, considerado el Alpe d¡¯Huez de los pandilleros en sus carreras clandestinas.
Los Juegos habr¨ªan querido acabar donde el Tour, entre Concorde y Roosevelt, y lo habr¨ªa hecho si no fuera porque era imposible llevar la carrera en l¨ªnea (s¨¢bado 3, de 11.00 a 17.30) por esos terrenos, tan llenos ya de sedes ol¨ªmpicas. Eso lo explica Jean Fran?ois Pescheux, exdirector del Tour y trazador del circuito ol¨ªmpico, que suspira aliviado porque al menos ha podido salvar su mayor deseo, que los ciclistas de los Juegos ascendieran la calle de golfos y bohemios, y caf¨¦s al borde. Saldr¨¢ y terminar¨¢ la carrera, tremendos 273 kil¨®metros, en los jardines del Trocad¨¦ro, adonde regresar¨¢ por el Quai d¡¯Orsay despu¨¦s de recorrer las suaves colinas de la Chevreuse, al Oeste de la capital, pasada la llanura de Versalles, y de dos vueltas a un circuito urbano de 18,4 kil¨®metros, en el que la rue Lepic hacia la Butte de Montmartre ser¨¢ idealmente una especie de monte de Flandes que despierta el ansia de un neerland¨¦s y de un belga que desde los 12 a?os son rivales ind¨®mitos en el ciclismo y en la vida, Mathieu van der Poel, que suele ganar casi siempre, y Wout van Aert, acostumbrado a perder, como si a trav¨¦s de Van der Poel, su abuelo, Poulidor, casi siempre segundo, le hubiera transmitido su maldici¨®n.
Por ah¨ª, entre turistas de aperitivo por sus calles de adoquines, se entren¨® Remco Evenepoel, el campe¨®n ol¨ªmpico contrarreloj hace una semana bajo la lluvia, compa?ero belga de Van Aert en el equipo m¨¢s fuerte del raqu¨ªtico y rid¨ªculo pelot¨®n, solo 92 ciclistas admitidos, la mayor¨ªa como corredores individuales o en equipos de dos o tres, como Espa?a, a que ha quedado reducida la gran prueba de fondo de los Juegos Ol¨ªmpicos. Reservada a los amateurs hasta 1992 incluido, para goce de los pa¨ªses del Este, la Uni¨®n Sovi¨¦tica principalmente, y sus equipos financiados por el Estado, la necesidad casi m¨ªstica de Juan Antonio Samaranch, presidente del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional, de ver campe¨®n ol¨ªmpico a Miguel Indurain, abri¨® la puerta a los profesionales. Indurain logr¨®, contrarreloj, su medalla de oro, y Samaranch tambi¨¦n pudo aplaudir, antes de morir, a otro espa?ol, Samuel S¨¢nchez, campe¨®n ol¨ªmpico en Pek¨ªn 2008, pero el calendario del ciclismo encaj¨® malamente con las fechas ol¨ªmpicas, en agosto casi siempre. La carrera ol¨ªmpica fue como un a?adido artificial con poco atractivo. Y el COI tampoco ha amado nunca mucho a una especialidad que obligaba a reservar casi 300 plazas, entre hombres y mujeres, en su cada vez m¨¢s estre?ida capacidad mientras se multiplicaban los deportes admitidos buscando audiencias juveniles, casi infantiles. El tope para Par¨ªs, los primeros Juegos igualitarios, es de 10.800 deportistas. El ciclismo debi¨® perder cupo. El pelot¨®n de hombres y mujeres, de 144 ciclistas en los ¨²ltimos cinco Juegos, qued¨® reducido a 92, y la tercera parte de ellos sin nivel suficiente para llegar a un equipo WorldTour. Como Ecuador, por ejemplo, solo tiene derecho a un corredor, y como Richard Carapaz no es bien amado por su federaci¨®n, el campe¨®n ol¨ªmpico en Tokio por delante de Van Aert, qui¨¦n si no, y rey de la monta?a del ¨²ltimo Tour no estar¨¢ en Trocad¨¦ro a las 11 este s¨¢bado.
La carrera promete ser un caos incontrolable del nivel de una marcha cicloturista en la que una fuga de 30 equivaldr¨ªa a una fuga de todo el pelot¨®n, y un espect¨¢culo de paciencia e inc¨®gnita. Se anuncian fuegos artificiales en la rue Lepic, en el viejo Montmartre, pero nadie sabe si los petardos estallar¨¢n y las luces llenar¨¢n el cielo soleado. Juan Ayuso, Alex Aranburu y el desafortunado Oier Lazkano est¨¢n dispuestos a ello, por lo menos.
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