Un hospital de lujo en Qatar para p¨¢jaros con superpoderes
Los catar¨ªes, en minor¨ªa en su propio pa¨ªs, practican la cetrer¨ªa como se?a de identidad. El precio de un halc¨®n puede llegar a superar los 160.000 euros
Por el hospital para halcones de Qatar, que tiene dos sedes, una en Doha, la capital, y otra en Al Khor, a 44 kil¨®metros, pasan cada a?o m¨¢s de 20.000 ejemplares ¡ªdel emirato y de pa¨ªses vecinos¡ª. El precio de una de estas aves, que los catar¨ªes utilizan para cazar, va de los 100 euros a m¨¢s de 160.000 y pueden vivir entre cinco y 30 a?os. Cuando enferman, se rompen un hueso o una pluma al cazar, los catar¨ªes se los llevan al doctor Ikdam Majed Al Karhhi, que habla con pasi¨®n de sus pacientes. ¡°Me encantan todas las aves, pero creo que los halcones tienen superpoderes¡±, explica en el laboratorio del centro, de cuatro plantas y 43 unidades diferentes de tratamiento. ¡°Tienen unos ojos enormes, con cuatro lentes: dos panor¨¢micas y dos para hacer zum. Con la misma claridad que nosotros vemos nuestros pies, ellos ven un conejo a 10 kil¨®metros de distancia. En proporci¨®n, su coraz¨®n es cuatro veces m¨¢s grande que el nuestro, y es el animal m¨¢s r¨¢pido del mundo: recorre hasta 320 kil¨®metros por hora¡±.
No hay dos iguales, sus plumas son como las huellas dactilares de los humanos, ¨²nicas, y tienen distintas posiciones, para frenar y maniobrar, como los flaps de los aviones. Un rasgu?o en una de ellas puede afectar a su eficacia en la caza, por eso la parte m¨¢s importante del hospital es un enorme casillero lleno de plumas, el DNI de los pacientes. Pero lo m¨¢s fascinante de estas aves, explica Ikdam, es su comportamiento. Cada d¨ªa que salen a cazar con su due?o tienen la oportunidad de huir, pero nunca lo hacen. ?Por qu¨¦ renuncian a la libertad pudiendo escapar? ¡°Porque establecen v¨ªnculos muy fuertes con sus due?os y sus due?os con ellos. Comen y entrenan juntos. Si van en coche, el halc¨®n se coloca en el sitio del copiloto, reconoce su voz y ante ¨¦l est¨¢ tranquilo, pero si otro intenta tocarlo puede ponerse agresivo. Cuando sales de caza con ¨¦l, es como si fueras a ver a tu hijo jugar un partido de f¨²tbol: quieres que gane. Y ¨¦l se esfuerza para que est¨¦s orgulloso llev¨¢ndote la mejor pieza¡±.
Lo que m¨¢s tratan en el hospital son fracturas y da?os en las plumas. Dos veces al a?o, los halcones necesitan, adem¨¢s, una concienzuda pedicura. El centro de Doha, que coordina la sonriente Noor Abou Qamar, est¨¢ en el mercado, rodeado de tiendas que los venden y antes de confirmar la compra, los clientes suelen llev¨¢rselos a Ikdam para una especie de ITV. Preguntado por la lista de espera cuando un halc¨®n necesita alguna operaci¨®n quir¨²rgica, el doctor se extra?a. Al explicarle que en Espa?a los humanos suelen tener que esperar para las intervenciones menos urgentes, responde: ¡°Aqu¨ª nos traen el p¨¢jaro, comprobamos lo que le pasa, hacemos el diagn¨®stico y en la mayor¨ªa de los casos se interviene en una hora como m¨¢ximo¡±. La noche de ingreso hospitalario cuesta unos cuatro euros, incluyendo la medicaci¨®n y la alimentaci¨®n.
Aunque la mayor¨ªa se usan para la caza, tambi¨¦n hay halcones que, ¡°si son muy bonitos¡±, explica Ikdam, se utilizan de exposici¨®n, para concursos como los de los perros de raza. En un pa¨ªs donde solo el 15% de sus habitantes son aut¨®ctonos, la cetrer¨ªa es una sus escasas se?as de identidad. Fueron los beduinos los que introdujeron la pr¨¢ctica en el pa¨ªs, como un modo de contribuir a la alimentaci¨®n de los n¨®madas del desierto. En el hospital de Al Khor, est¨¢ ingresado un halc¨®n espa?ol, Leo. Misnad Al Mohanadi explica que en Espa?a tambi¨¦n hay muchas granjas de halcones y que tienen muy buena fama. ¡°Pero no le dio tiempo a aprender espa?ol¡±, bromea. El d¨ªa del primer partido del Mundial, que enfrent¨® a Qatar contra Ecuador, Misnad fue al desierto con uno de sus halcones, hizo volar la bandera de los dos pa¨ªses con sendos drones, y dej¨® que su p¨¢jaro favorito cazara en vuelo una de ellas. El animal, que se ve que conoce bien a su due?o, le trajo la del rival. En el c¨¦sped del estadio de Al Bayt, sin embargo, gan¨® Ecuador. Buscando, por cierto, el centro de Al Khor, esta periodista y el fot¨®grafo Jaime Villanueva se perdieron y entraron, sin querer, en una residencia privada. Tras darle un susto de muerte, el due?o pidi¨® permiso para hacer una fotograf¨ªa a los despistados, ofreci¨® d¨¢tiles y caf¨¦ y, desilusionado porque los fortuitos visitantes ten¨ªan prisa, les pidi¨® que le avisaran si necesitaban cualquier cosa.
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