Rublev recoge el testigo de Safin en Madrid
El ruso se impone en la final de la Caja M¨¢gica a Auger-Aliassime, perjudicado por la falta de ritmo, y alza el t¨ªtulo 20 a?os despu¨¦s de que lo hiciera su compatriota
En medio de este presente que devora tenistas y multiplica las lesiones, Andrey Rublev hace cumbre en la Caja M¨¢gica de Madrid. El ruso, torrente de emociones siempre, incontenible la mayor¨ªa de las veces, impone la l¨®gica del momento ¡ªranking, juego y din¨¢mica de los ¨²ltimos tiempos¡ª y eleva su segundo Masters 1000 tras imponerse en el desenlace de este domingo a Felix Auger-Aliassime (4-6, 7-5 y 7-5, en 2h 49m). Al final, la fortuna que acompa?¨® los d¨ªas previos al canadiense, de 23 a?os y 35? del mundo, termina volvi¨¦ndose en su contra porque el ritmo le puede; beneficiado por los distintos percances f¨ªsicos de sus rivales ¡ªhasta tres, Mensik, Sinner y Lehecka¡ª, el transcurso del partido atrapa la musculatura de sus piernas y acaba inclin¨¢ndose en un episodio sin excesivo atractivo, m¨¢s bien ins¨ªpido, en consonancia con la recta final de un torneo que fue perdiendo alicientes y torpedeado por las bajas.
Rublev, 26 a?os y sexto de la ATP ahora, festeja y revela que un proceso v¨ªrico que arrastra desde la semana pasada ha estado a punto de rendirle. No lo ha conseguido. Son 16 premios ya en su expediente: ¡°Los doctores son magos. Estaba casi muerto cada d¨ªa, apenas he dormido en las tres o cuatro ¨²ltimas noches. Sin ellos no estar¨ªa hoy aqu¨ª¡±. El caso es que ha resistido a Facundo Bagnis, Alejandro Davidovich, Tallon Griekspoor, Taylor Fritz y Auger-Aliassime, adem¨¢s de haber podido con el murciano Carlos Alcaraz en los cuartos de final. Meritorio trofeo, pues. Y quiz¨¢ sea el destino. Veinte a?os atr¨¢s, cuando ¨¦l era un ni?o, su compatriota Marat Safin ¡ªexn¨²mero uno y campe¨®n de dos grandes¡ª alz¨® el t¨ªtulo madrile?o en la Casa de Campo, sobre pista dura, bajo techo, en pleno oto?o. La cubierta no cambia esta vez la suerte de su adversario, m¨¢s da?ino en indoor, o as¨ª lo corrobora su expediente.
Y eso que el canadiense irrumpe afilado, logrando un break que le suaviza el terreno en el primer parcial y que digiere como puede Rublev, en una versi¨®n desconocida el ruso; no por su propuesta, sino por su falta de expresividad, por esa ausencia de fuego, por ese mantenerse recto ante la adversidad. En otras circunstancias, el desliz hubiera bastado para prender la mecha. Esta vez no. ?Es ese Andrey? ?Conseguir¨¢ evitar la erupci¨®n? Est¨¢ en ello, asegura; corrigi¨¦ndose; demasiados cruces de cables. Siempre incandescente, con tendencia a perder los estribos con facilidad, en esta ocasi¨®n logra contenerse durante un buen rato mientras el rival va castig¨¢ndole una y otra vez con el servicio, ?pim-pam-pum!, proyectil tras proyectil; potencia y sofisticaci¨®n en ese mazo que consigue conjugar dos conceptos tan dispares como la violencia y la delicadeza.
Parece entonces que el duelo puede ir por ah¨ª, sugiere poco a poco la tarde, y el planteamiento no enga?a: a ca?onazo limpio, poquito virtuosismo. Pero hay un a?adido. M¨¢s all¨¢ de las balas, conviene no olvidar que uno y otro son dos jugadores mentalmente quebradizos, y que en cualquier momento pueden perder el hilo y sufrir un patinazo porque su historial refleja un buen pu?ado de precedentes. Se sabe que no est¨¢n c¨®modos en el territorio del v¨¦rtigo, aquel que hace la criba definitiva: los buenos, los muy buenos y los mejores. Rublev pelea con regularidad ¡ªpero sin demasiada fortuna¡ª por subir de escal¨®n, mientras Auger-Aliassime conf¨ªa en recuperar la chispa y el ¨¢nimo para regresar a la planta noble. Los dos tienen mucho trabajo por hacer.
Fantasmas, errores y calambres
Aunque ha logrado sellar el primer set, no sin un ligero titubeo, al norteamericano le vienen los fantasmas en la recta final del segundo, cuando deb¨ªa demostrar. No lo hace, el ruso le muerde y el partido ¡ªsalpicado de errores, 26 de una parte y 42 de la del vencido¡ª desemboca en un escenario resbaladizo que amenaza con penalizar sobremanera el primer despiste. No lo hay, no de momento; los dos se sostienen, pero su f¨ªsico empieza a resentirse por la traicionera inactividad de estos d¨ªas ¡ªtriple raci¨®n de masaje en los muslos¡ª y a la hora de la verdad, la mayor consistencia de Rublev (qui¨¦n lo iba a decir) acaba dictando sentencia. A Auger-Aliassime se le va torciendo el gesto, consciente de que sus opciones van menguando porque los problemas aumentan a la hora de sacar, y termina deshaci¨¦ndose por d¨®nde hab¨ªa empezado a so?ar: la doble falta cierra el resultado y Madrid entroniza por primera vez al de Mosc¨², un volc¨¢n que ha sabido contenerse.
?Habr¨¢ sido acaso la fiebre?
¡°No s¨¦ muy bien qu¨¦ pasa, porque llevo ocho o nueve d¨ªas malo. Es la primera vez que me siento tan malo en toda mi vida; la garganta est¨¢ bloqueada, no puede tragar ni tampoco comer. Estoy lleno de medicamentos por dentro¡±, precisa el ¨²ltimo campe¨®n, que sucede en el palmar¨¦s a Alcaraz, ganador de las dos ediciones anteriores. ¡°Tambi¨¦n he jugado con un dedo del pie anestesiado. Se me inflama y no me pod¨ªa poner la zapatilla; la sensaci¨®n es como si lo tuviera roto¡±, agrega en la descripci¨®n. ¡°Es normal tener altibajos. La temporada es muy larga y sab¨ªa que tendr¨ªa una oportunidad que deb¨ªa aprovechar. Esta semana lo cambia todo. Ahora siento alivio y felicidad¡±, completa Rublev, mientras Auger-Aliassime lamenta los calambres y reconoce su inferioridad en la recta final: ¡°No he sido capaz de ganar ning¨²n punto largo en el tercer set. ?l lo ha merecido¡±.
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