?La politizaci¨®n de los vecinos es una cuesti¨®n de honradez?
F¨¦lix L¨®pez Rey es presidente de la Asociaci¨®n de Vecinos de Orcasitas desde hace cinco a?os, como consecuencia de la dimisi¨®n del anterior presidente. Hace tres a?os fue reelegido por los asociados.
Quiso dejar la presidencia y anunci¨® que no se presentar¨ªa este mes pr¨®ximo a las nuevas elecciones, pero la avalancha de peticiones de que lo hiciera ha cambiado sus planes. Si se presenta en efecto es casi seguro que no haya m¨¢s aspirantes, porque F¨¦lix L¨®pez, para los mil vecinos que forman parte de la asociaci¨®n, es un aut¨¦ntico l¨ªder.
?Soy hijo de un campesino que se gan¨® treinta y cinco mil pesetas al vender los terrenos que ten¨ªa en el pueblo. Vivo en Orcasitas desde que ten¨ªa siete a?os. Hasta que hice la ?mili? no supe lo que era dormir solo. Hace cuatro a?os que tengo retrete en mi casa. Antes, para ducharme, iba a las duchas p¨²blicas de Embajadores, donde guardaba cola durante dos o m¨¢s horas. Cuando quer¨ªa ir al cine ten¨ªa que recoger huesos de los basureros, que luego vend¨ªa. No he pasado hambre, pero aprend¨ª de mi madre lo que es panear, hacer que el pan sepa a aceite, a sardina o a salsa de carne. Fui a la escuela de Usera, a tres kil¨®metros de mi casa, hasta los trece a?os; luego trabaj¨¦ en la construcci¨®n y vend¨ª la Gaceta por el Metro. Los curas nos daban cupones por ir a misa y nos sacaban una o dos pesetas del duro semanal que ten¨ªamos, dec¨ªan que eran para las misiones, para gente m¨¢s necesitada que nosotros.? Como consecuencia de esto F¨¦lix L¨®pez es radical, un purista. Tiene veintisiete a?os, debe a casi todos los vecinos y trabaja por su cuenta como joyero. Aprendi¨® el oficio del hijo de un amigo de su padre y lo sigui¨® porque su madre pensaba que era un oficio muy limpio, en el que casi no se manchaba la ropa. La entrevista que mantuvimos, casi tres horas, le obligar¨ªa a trabajar hasta las tres de la ma?ana.
—?Nacen politizadas las asociaciones de vecinos?
—Si la gente estuviera politizada con una ideolog¨ªa definida, no habr¨ªamos estado veinticinco a?os sin hacer nada por nuestros problemas. La actual politizaci¨®n de los trabajadores no es cuesti¨®n, en muchos casos, de una u otra ideolog¨ªa que les hayan impuesto, es cuesti¨®n de honradez, de ver la injusticia que se comete con ellos y luchar por salir de ella.
La Asociaci¨®n de vecinos de Orcasitas naci¨® en la cocina de F¨¦lix L¨®pez, con los estatutos copiados de los del Pozo del T¨ªo Raimundo. La sede social es ahora un edificio de ladrillo rojo, construido en s¨¢bados y domingos palmo a palmo. Tiene retretes p¨²blicos para los que no disponen de ¨¦l en su casa, duchas en las que el socio puede disfrutar todo el tiempo que la longitud de la cola de espera le permita. El no socio tiene que pagar diez pesetas. Existe una asesor¨ªa laboral, una biblioteca incipiente, sala de reuniones que los domingos se convierte en cinemat¨®grafo (pel¨ªculas de Tarz¨¢n, Joselito, bucaneros, las m¨¢s baratas). La casa est¨¢ abierta todos los d¨ªas de ocho de la ma?ana a once de la noche. Cuidan de ella dos hombres que atienden a los vecinos. Reciben cinco mil pesetas al mes por su trabajo, dinero extra¨ªdo de esas treinta y cinco mil pesetas mensuales que pagan el millar de asociados.
Dado el nivel cultural de los vecinos y el car¨¢cter casi m¨ªtico que en su caso toma la figura del presidente, las decisiones adoptadas pueden convertirse, m¨¢s que en votaci¨®n democr¨¢tica, en adhesi¨®n por ignorancia.
— ?Cu¨¢l es su opini¨®n?
— Es cierto que muchos conf¨ªan ciegamente, que piensan que lo que yo o la junta directiva decida est¨¢ bien. Pero la gente que vive aqu¨ª est¨¢ acostumbrada a que le enga?en, es desconfiada por naturaleza. Si conf¨ªa en nosotros es porque en cinco a?os no les hemos enga?ado nunca. De todas formas me gustar¨ªa que tuvieran criterio propio los que no lo tienen. Cada d¨ªa participan m¨¢s, discuten m¨¢s, preguntan m¨¢s. A m¨ª me han acusado (no los vecinos, por supuesto) de tener tres chalets comprados con el dinero de las cuotas de los asociados, pero las cuentas est¨¢n claras, los que saben sumar se las explican a los que no saben. Desde que empez¨® a funcionar la asociaci¨®n tenemos reuniones cada semana, todos los mi¨¦rcoles es la asamblea quien decide los pasos que hay que dar.
-?Por qu¨¦ es presidente?
—Porque me eligieron por unanimidad, eso por delante. Cuando entr¨¦ en la asociaci¨®n, a los veintidos a?os, era semianalfabeto, y lo sigo siendo; pero he pensado, he le¨ªdo lo que he podido. Me eligieron porque no me trabucaba al hablar, porque expon¨ªa lo que pensaban los vecinos sin pararme en miramientos. Ahora me elegir¨ªan por algo m¨¢s, espero. Soy presidente porque tengo m¨¢s tiempo libre, porque trabajo por mi cuenta y casi nadie en este barrio trabaja as¨ª, la mayor¨ªa est¨¢n atados a un horario. Gano diecisiete mil pesetas al a?o por que soy presidente y no tengo tiempo para ganar m¨¢s. Mi mujer estuvo a punto de separarse porque no ten¨ªamos dinero para tener un piso, una lavadora, un tresillo, cortinas o l¨¢mparas. Mi hijo mayor quiere un scalextric porque lo vi¨® en televisi¨®n. No puedo gastarme tres mil pesetas en eso y cuando alguien me da propina por mi trabajo y yo quiero rechazarla mi hijo dice: ?No, pap¨¢, c¨®gela y gu¨¢rdala para el scalextric.?
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