Forcano, el silencioso

Pelayo Ros lleg¨® a la Delegaci¨®n Nacional de Deportes con una idea fija sobre lo que deb¨ªa cambiar en la Federaci¨®n Espa?ola de Atletismo. Naturalmente, su deseo se cumpli¨® casi de manera inmediata; ces¨® a Rafael Cavero. Cavero era efectivamente un hombre conflictivo, pero un aut¨¦ntico enamorado de su deporte y, al menos, siempre abierto al contacto con los medios de informaci¨®n. Cavero siempre estaba dispuesto. a hablar, aunque luego, lo que dijera no gustaseCon Alfredo Forcano la Federaci¨®n de Atletismo ha entrado en una especie de aton¨ªa general. Y es muy probable que ello se deba precisamente al car¨¢cter esquivo de su m¨¢ximo rector. De atletismo se habla ahora con cierta indiferencia, lo que viene a ser peor que el permanente contraste de pareceres anterior.

Forcano es hombre, a lo que se ve, muy ocupado. Tanto que, a. lo mejor, no puede cumplir con todas las obligaciones que el cargo impone. En a?o ol¨ªmpico, en v¨ªsperas de lo que es la magna competici¨®n mundial, resulta m¨¢s que complicado conocer los planes federativos. A Forcano resulta muy dif¨ªcil encontrarle. Ni siquiera es factible que responda a las llamadas telef¨®nicas. Estamos viviendo una especie de oscurantismo que no hay m¨¢s remedio que achacar al presidente federativo.

Las razones de sus constantes fintas s¨®lo ¨¦l las debe saber. Si lo que teme es que se airee su fracaso como dirigente, es razonable su silencio. Al atletismo, por ahora, poco empuje le ha dado. El cambio de presidente no ha sido la soluci¨®n.