No queremos pagar las culpas del mal momento econ¨®mico
-No soy ning¨²n l¨ªder. Me considero m¨¢s un hombre de organizaci¨®n que adem¨¢s no cree en los liderazgos carism¨¢ticos.Con sus cuarenta y nueve a?os a cuestas, anchas las espaldas y la estatura corta, Nicol¨¢s Redondo se juzga a s¨ª mismo como la ant¨ªtesis del l¨ªder. Habla con el gesto tranquilo, sin levantar apenas la voz. S¨®lo en ocasiones parece como si se encendiera por sus adentros.
El secretario general de la Uni¨®n General de Trabajadores (UGT), confirmado en su puesto por otros dos a?os se encuentra en su austero piso de Portugalete, a caballo entre un reciente viaje a Londres y una pr¨®xima visita a Madrid. Aqu¨ª junto a su mujer y a sus dos hijos (de diecisiete y trece a?os), apenas consigue ahora pasar m¨¢s de dos o tres d¨ªas al mes.
-Nunca encuentro una semana entera. Eso si, cuando puedo estar en casa no salgo para nada, mis amigos vienen hasta aqu¨ª y puedo leer a ratos.
Nicol¨¢s Redondo naci¨® en Baracaldo el a?o 1927. Con quince a?os entr¨® a trabajar en Astilleros Espa?oles como aprendiz de justador. En 1973 le despidieron por haber formado parte de la plataforma reivindicativa. La Magistratura de Trabajo de Bilbao dict¨® sentencia a su favor pero el Tribunal Central de Trabajo confirm¨® el despido. Desde entonces se encuentra dedicado a la UGT.
-Mi primera vinculaci¨®n con UGT arranca de las huelgas del 48. Mi padre fue uno de los pioneros del socialismo en la margen izquierda de la r¨ªa, pero nunca trat¨® de influir sobre m¨ª. Creo que lo que decidi¨® mi trayectoria fue la propia experiencia personal. Trabajando en los Astilleteros fue la donde adquir¨ª aut¨¦ntica conciencia de clase y donde me inici¨¦ en la lucha. Tal vez la austeridad de mi padre pudo influir algo, pero lo importante fue lo otro.
Fue uno de los centenares de ni?os vascos evacuados en el barco Habana hasta el puerto de Burdeos en pleno asedio de Bilbao.
-Recuerdo que los bombardeos de la aviaci¨®n eran constantes. Desde Burdeos me llevaron a Hereault, pueblecito pr¨®ximo a Montpellier. All¨ª estuve terca de tres a?os y medio, hasta que me reclam¨® mi familia. Por aquel entonces mi padre estaba condenado a muerte. Consigui¨® salvar la vida.
Curiosamente, una de sus primeras actividades clandestinas consisti¨® en repartir propaganda inglesa y americana. Eran los a?os de la segunda guerra mundial.
-Entonces pens¨¢bamos que al final de la guerra los aliados tendr¨ªan que intervenir. Eran otros tiempos.
Dos veces ha sido detenido desde entonces. La primera en el 51 y la ¨²ltima en el 73. Esta vez estuvo en la prisi¨®n de Basauri por espacio de cinco meses y medio. El indulto ha conmutado una reciente sentencia de dos a?os y medio, aunque tiene todav¨ªa pendiente un sumario en el que el fiscal le pide ocho a?os de c¨¢rcel. En medio, ha estado desterrado en las Hurdes durante m¨¢s de dos meses.
-?Por qu¨¦ sus compa?eros le han confirmado en el cargo por otros dos a?os?
-Posiblemente porque me consideran un hombre de confianza, me creo sobre todo un hombre de la organizaci¨®n. Si han visto en mi alguna virtud no creo que sea otra que la disciplina y la capacidad de sacrificio.
-?Esperaban ustedes que el reciente congreso de UGT pudiera desarrollarse sin incidentes y con autorizaci¨®n gubernativa?
-Conviene aclarar primero que nosotros nunca tuvimos la seguridad de que el congreso pudiera celebrarse hasta tres d¨ªas antes pens¨¢bamos m¨¢s bien que no iban a dejarnos. El permiso fue m¨¢s bien, una cuesti¨®n coyuntural y dudo de que hoy mismo pudi¨¦ramos celebrar el congreso.
El Congreso de UGT
-Algunos les han acusado de haberse "cargado" con su congreso el proyecto de democratizaci¨®n.-Eso es una tonter¨ªa. El enfrentamiento de clases estaba ah¨ª antes de que llegara el congreso. Nosotros nos hemos limitado a ocupar nuestro lugar entre la clase obrera lo que no quiere decir que nos neguemos al di¨¢logo con una patronal inteligente. En realidad, todos tenemos miedo al vac¨ªo pol¨ªtico
-?Unidad o pluralidad sindical?
-Creemos que la unidad sindical no puede configurarse, ahora. T¨¦ngase en cuenta que entre nueve millones y medio de asalariados que hay en Espa?a s¨®lo un uno o un uno y medio por ciento como m¨¢ximo est¨¢n afiliados a las distintas organizaciones sindicales. Establecer la unidad en estas condiciones ser¨ªa un despotismo. Todo pera para la clase trabajadora. La unidad sindical es algo que deber¨¢ negociar despu¨¦s de saber cual es la fuerza real de cada uno.
-?Es posible hoy un pacto social?
-Ya he dicho antes que no nos negamos al di¨¢logo con la patronal. Pero creo que la clase trabajadora ha sido suficientemente sufrida para que ahora se nos venga a pedir que carguemos con las cuentas de una desfavorable situaci¨®n econ¨®mica.
-?Cree usted en la posibilidad de un nuevo equilibrio de fuerzas?
-Hay que buscarlo. La clase trabajadora no tiene fuerza por s¨ª sola para cambiar la situaci¨®n tampoco la burgues¨ªa puede marginar a la clase trabajadora. Lo que si es cierto es que hay que encontrar alguna salida urgente. La situaci¨®n que revelan los cincuenta millones de horas de trabajos perdidas durante los tres primeros meses resulta insostenible. Cuando d¨¢bamos esas cifras en Londres hace unos d¨ªas se quedaron escandalizados.
-?Por que UGT ha mantenido siempre la postura de no participar en el sindicato oficial?
-Hemos creido siempre, que el sindicato no es no es reformable. En este sentido, USD y Comisiones Obreras creo que nos dan la raz¨®n ahora al defender la ruptura frente a la reforma. Conviene se?alar, sin embargo que en nuestra postura no han influido razones morales, sino t¨¢cticas. Al participar en las elecciones hemos creido que en realidad hubi¨¦ramos reforzado la estructura sindical. Esto se ha visto claro en el caso de Vitoria, donde uno de los puntos de partida consist¨ªa precisamente en la dimisi¨®n de los jurados y en el establecimiento de cauces paralelos de negociaci¨®n.
Aprovechar las libertades
-?No supone esto una cierta contradicci¨®n en la postura del PSOE, de conquistar parcelas de poder?-Hemos creido siempre que la participaci¨®n en los sindicatos no constitu¨ªa ninguna conquista, porque en la ¨²ltima instancia no favorec¨ªa el proceso democr¨¢tico. Se ha visto que la conquista del sindicato, desde dentro era imposible.
-?Cual ser¨ªa vuestra actitud en un sistema del que quedasen excluidos los comunistas?
-Hay que ocupar todas las libertades que podamos para desde ellas exigir la libertad de los dem¨¢s.
-?No podr¨ªan acusarles de oportunistas?
-No lo pienso. Si te abren la puerta de la c¨¢rcel para salir, es tonto quedarse dentro hasta que salgan todos. Lo que hay que hacer es luchar desde fuera para que no haya nadie en la c¨¢rcel. En definitiva, deben ser permitidas todas las expresiones sindicales que respeten la libertad democr¨¢tica y por esto combatiremos desde donde podamos.
-?Cuales son, hoy mismo, sus esperanzas de futuro?
-Todav¨ªa creo que vamos a tener que hacer grandes esfuerzos para conseguir las libertades. El acuerdo entre todas las fuerzas democr¨¢ticas no violentas acelera sin duda el proceso. Creo que no habr¨¢n de pasar m¨¢s de dos a?os. Nuestra lucha consiste precisamente en hacer imposible una involuci¨®n del sistema. ?Hasta donde vamos a llegar? No es f¨¢cil adelantarlo en este momento en que estamos saliendo de una profunda noche.
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