La estaci¨®n de los escualos
Con Tibur¨®n se ha asomado a las pantallas de Madrid un personaje in¨¦dito hasta ahora en las pel¨ªculas de terror, personaje de ficci¨®n al que otros hermanos m¨¢s reales han seguido inevitablemente en pel¨ªculas menores, en lo que a ¨¦xito, publicidad y medios se refiere. Estamos en la estaci¨®n del tibur¨®n, si es que tal estaci¨®n existe en la vida real, en el mar real, m¨¢s all¨¢ de las salas de espect¨¢culos. Al parecer, los filmes de terror influyen, tienen para el espectacior el valor de los antiguos sue?os, de las pesadillas infantiles. Cuando el sue?o acaba y volvemos a la luz del d¨ªa, libres, intactos y en cierto modo invictos, la sensaci¨®n de haber vencido un grave riesgo, un peligro muchas veces mortal, nos lleva a enfrentarnos de mejor grado, Con mayor eficacia, a los peligros y riesgos de la vida que ciertamente, en muchos casos, no son peores que estos voraces peces hoy de moda. Muy de moda, puesto que desde que empez¨® a extender por las pantallas su terror benefactor, este protagonista nuevo ha llegado, a trav¨¦s de su ¨¦xito, a alcanzar categor¨ªa de mito, y sus fauces pueden verse por toda Norteam¨¦rica en la portada de cualquier revista, en la ropa de las teen-agers, en adhesivos y chistes pol¨ªticos e incluso en toda una serie de modelos que las reproducen a todos los tama?os. Su ¨¦xito se explica, al parecer, porque el tibur¨®n es una de las pocas especies no dominadas por el hombre, lo cual le hace pasar en cierto modo por h¨¦roe a los ojos de ese hombre, en su actual retorno a los brazos de la madre naturaleza, y tambi¨¦n porque el filme fue lanzado en verano, ¨¦poca en la que los escualos se cobran su pitanza de ba?istas, con lo que el temor a que antes aludimos se vuelve m¨¢s real si cabe, en cualquier mes de vacaciones, en las playas soleadas del Pac¨ªfico. El caso es que ese temor, es decir, ese escualo mec¨¢nico, ya se hab¨ªa cobrado en su primera semana de exhibici¨®n su primera v¨ªctima y, pocos meses m¨¢s tarde, eran cinco personas m¨¢s quienes le segu¨ªan por el mismo camino donde la muerte y la ficci¨®n se juntan al final de la vida.Este devorador de hombres -no el tibur¨®n, sino el creador de la pel¨ªcula- tiene en su haber, a los veintisiete a?os, tres filmes a cual m¨¢s elogiado por la cr¨ªtica. Del primero, Sugerland Express dijo el New Yorker: ?Es el m¨¢s fenomenal debut de un director en la historia del espect¨¢culo.? Peque?o, t¨ªmido, esconde tras sus gafas oscuras un mundo de terror y pesadilla que arranca de sus primeros a?os, de un filme de Walt Disney: Blanca Nieves y los siete enanitos. Para cualquier espectador normal, siempre ha sido al menos cuestionable el beneficio que de tales pel¨ªculas puedan sacar los ni?os. Estos filmes de fantas¨ªa-ternurismo-terror, agradan m¨¢s a los mayores, que no toman en serio sus historias o que las aceptan hasta cierto punto, por vagas razones tradicionales o est¨¦ticas. M¨¢s los ni?os lloran de miedo en ellas y, que se sepa, los ni?os, salvo a la hora de nacer y hasta ser hombres, deben llorar lo menos posible, excepto en casos extremos.
Steven Spielberg, segundo padre de nuestro tibur¨®n, explica c¨®mo en la huida de Blanca Nieves por el bosque, cuando los ¨¢rboles toman formas humanas e intentan atraparla y deternerla, tuvieron que sacarle aterrado del cine y, aun mucho tiempo despu¨¦s, en la villa de sus padres, en Hadenfield, Nueva Jersey, las ramas de los ¨¢rboles del jard¨ªn se le antojaban tambi¨¦n brazos y manos que quisieran arrastrarle fuera de la cama, haci¨¦ndole pasar muchas noches en vela, entre el miedo y el llanto. As¨ª, seg¨²n los psic¨®logos explican, el terror de Blanca Nieves habr¨ªa llevado al muchacho de entonces a triunfar en el cine de hoy, gracias a Walt Disney, de quien ¨¦l mismo se reconoce disc¨ªpulo.
?Mis maestros han sido ¨¦l y Hitchcock. El primero era insuperable asustando a los ni?os; el segundo, asustando a los mayores.? S¨®lo falta por averiguar a qu¨¦ clase de edad se refiere, porque la edad mental de los espectadores -psicolog¨ªa aparte- explica tambi¨¦n el ¨¦xito de ciertos filmes de terror, incluidos los realizados a mayor gloria y fama de la vieja familia de los escu¨¢lidos.
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