Los jirones de estas Cortes
Ciento veintis¨¦is se?ores procuradores han protestado acremente ante el Gobierno de la naci¨®n, porque el Gobierno -dicen- no cumple la ley. Nunca, que nosotros recordemos, nuestros tribunos fueron tan celosos de su misi¨®n. Raz¨®n de m¨¢s para congratularse de su actitud. ?Pero qu¨¦ leyes no cumple el Gobierno seg¨²n ellos? ?Son las leyes fiscales, por ejemplo, la del suelo contra la especulaci¨®n, la de orden p¨²blico aplicada a las bandas de pistoleros que han disparado impunemente contra la multitud en Montejurra, la de prensa contra las publicaciones que aplauden la acci¨®n? No, evidentemente que no. La protesta se hace por la tolerancia -todav¨ªa discutible- de las autoridades con organizaciones sindicales al margen de la burocracia monopolista, que ellos han detentado. De los ciento veintis¨¦is protestantes, casi la mitad son procuradores sindicales. Ninguno levant¨® la voz, que nos otros sepamos, cuando se incumpl¨ªan las leyes separando de sus cargos a representantes sindicales elegidos por sus compa?eros.Una sola. pregunta recorre la mente de los espa?oles ante este hecho singular. ?Por qu¨¦ hoy y no hace s¨®lo ocho meses? ?Por qu¨¦ estos fieles guardianes de las instituciones no seresistieron a las facultades excepcionales de gobernar por decreto que en el pasado tuvo el Gobierno? ?Por qu¨¦ no protestaron cuando se dictaban leyes desde la cumbre, leyes que les, nombraban a ellos mismos procuradores in aeternum, y se arbitraban designios sin responsabilidad alguna que no fuera ante Dios? ?Y por qu¨¦ protestan ante un Gobierno que en definitiva no tiene que justificarse para nada ante esas mismas Cortes, pues no es responsable ante ellas, como no lo ser¨¢ tampoco ante las Cortes remozadas que la reforma parlamentaria anuncia? ?C¨®mo es posible que se diga que el tr¨¢mite de urgencia recientemente dictado para algunas leyes supone una limitaci¨®n sensible a los derechos de los procuradores? La actual Ley Org¨¢nica se aprob¨® en Cortes sin discusi¨®n alguna y sin conocimiento previo de su texto. A eso s¨ª habr¨ªa que llamarle procedimiento urgente y limitador. Pero hay m¨¢s preguntas que hacer a estos ciento veintis¨¦is firmantes del escrito. Y no debe ser ni m¨¢s moderado ni menos incisivo el tono con que la opini¨®n p¨²blica se les dirija a ellos que aqu¨¦l con que ellos mismos han querido dirigirse al Gobierno.
?No ser¨¢ que con su actitud est¨¢n comprometiendo la figura del Rey, tratando de impedir la reforma anunciada por el Rey mismo ante las propias Cortes el d¨ªa de su jura? ?No ser¨¢ que ponen en entredicho su obediencia al testamento del general Franco, cuyas leyes y cuyos designios les nombraron procuradores y cuyo mandato final fue pedirles lealtad al monarca? ?Y por qu¨¦ -?exhumaremos cosas de los archivos?- se muestran tan celosos hoy de guardar los derechos del parlamento cuando tanto han abominado anta?o de todo parlamentarismo? Bien dec¨ªa el presidente de las Cortes que ¨¦stas no valen en su actual estructura y tienen que reformarse.
Toda actitud pol¨ªtica es coherente si defiende intereses coherentes. La de estos ciento veintis¨¦is procuradores lo ser¨ªa tambi¨¦n si explicaran que con ella amparan los verdaderos intereses que representan: los de una clase pol¨ªtica llamada a desaparecer y que se resiste -tiene su derecho- a hacerlo. Pero ni la ley ni la opini¨®n del pueblo est¨¢n hoy representadas por estas Cortes del pasado, que se levantan a jirones balbucientes, protestando por el paso del tiempo y contra la construcci¨®n de la Historia, en un esfuerzo pat¨¦tico e inhumano de parar las agujas del reloj.
La actitud de estos 126 -uno menos habr¨ªa que contabilizar, pues han tenido el mal -gusto de incluir un procurador fallecido entre-los firmantes- ser¨ªa finalmente- de preocupar si representara algo m¨¢s que los intereses de un grupo-minoritario,y sin futuro entre nosotros, Pero en cualquier caso, puede entorpecer, y de hecho entorpece, los intentos de pacto y de di¨¢logo que a todos los niveles se establecen; la gran operaci¨®n de la concordia que se gesta, a Dios gracias, al margen de estas cosas.
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