La realidad de Vascon¨ªa
Si nos fijarnos,en las caracter¨ªsticas antropol¨®gicas y etnogr¨¢ficas de la poblaci¨®n vasca, nos encontramos con que la del sur de Navarra no se distingue pr¨¢cticamente de la res?dente en la zona vecina de Arag¨®n yen la Rioja baja; que los habitantes de la Rioja navarra tampoco se distinguen apenas de los de la R¨ªoja alavesa y la Rioja central logro?esa; que, m¨¢s al norte, alaveses orientales y navairos occidentales forman asimismo un solo grupo humano; que tal es, igualmente, el caso de los alaveses occidentales y los burgaleses de la cuenca del Ebro, sus vecinos inmediatos; que el noroeste alav¨¦s, por cuyo suelo COrre el r¨ªo Nervi¨®n, no so ' lamente se funde con Vizcaya, sino que, con el tiempo, ha pasa- do a constituir un. suburbio de Bilbao; que, desde el Nervi¨®n hasta el Adour, la porci¨®n de Vasconia situada al norte: de* la cordillera forma un conjunto homog¨¦neo compresivo de la Vizcaya central y orient¨¢l, de toda Guip¨²zcoa, del .noroeste de:Navalrra, y del Labourd y la Ba, j a Navarra en la part? francesa de Vasconia; que, a su vez, los altos valles pirenaicos de La S¨®tile y de la Navarra norteoriental poseen caracter¨ªsticas propias y rasgos comunes, ora con sus vecinos vascos del Oeste, ora con sus vecinos beameses y aragoneses del Este...
Y as¨ª, el pueblo vasco, a horcajadas sobre la cordillera all¨ª donde es
m' f¨¢cil pasar de una vertiente a
¨¢s otra -en,14 que pot algo se llama ?d¨¦pre-si¨®n'v,isca?~, lazo de uni¨®n entre las altas crestas del P¨ªrin¨¦6-`y' las cimas de la, cadena Cant¨¢brica-; sin l¨ªmites claros que vayan de norte a sury separen Vizcaya de Guip¨²zcoa, Alava de Navarra, Navarra de Arag¨®n, las Encartaciones de Vizcaya de la monta?a de Santander, el noroeste navarro del noreste guipuzcoano, la baja Navarra del Labourd, La Soule del Bearne; asom¨¢ndose por el Mediod¨ªa al Ebro, en cuyas riberas se funden Alava, Navarra y la pro incia de Logro?o, constituye un mosaico variado, complejo, que ofrece 100 facetas diferentes en un espacio muy reducido, compartimentado por una orografia casi laber¨ªntica, donde las zonas de transici¨®n se multiplican y cuya extraordinaria div ersidad desorienta f¨¢cilmente a quien no est¨¢ familiarizado con ella. Entre los vi?edos recostados sobre e.1Ebro y las cumbres pirenaicas a m¨¢s de 2.000 metros de altura - en tre losjugosos valles que desembo can en las playas labortanas, gu¨ªpuzcoanas o vizca¨ªnas, y la desolada aridez de Las Bardenas o laparda aspereza de los valles alave ses,, hay distancias que, si cifradas en kil¨®metros resultan cortas, lamente tarda mucho en recorrer, -sobre todo cuando arrastra la carga de unos prejuicios que, a fuerza de ser simplificadores, impiden el en tendimiento de lo que es complejo.,Y Sion bien pocos los pueblos qu¨¦.ofrecen, en tan estrecho ¨¢mbito-tanta y tan grande complejidad co-mo,el pueblo vasco.
Quien ignore esta complejidad no, podr¨¢ captar la realidad vasca, comprensiva de entidades tan diversas -en su pasado y en su presente- como Navarra, AlaV2¨²,,-Guip¨²zcoa, Vizcaya, las q'ue anta?o fueron el Labourd, La Soule y la baja Navarra, y la ciudad de Bayona con sus inmediatos suburbios. Como que la unidad y la -singularidad de lo vasco, m¨¢s a¨²n que ,en fen¨®menos geofisicos clim¨¢ticos que en hechos lingu¨ªsticos o en otros rasgos ¨¦tnicos (cuya importancia no se puede ni se debe negar, pero que se hallan muy debilitados, e incluso desaparecidos, desde hace a?os en unas zonas, desde hace siglos en otras, y cuya pluralidad y diversidad son tan grandes que no es posible simplificarlos sin falsearlos o caricaturizarlos), se apoyan en un hecho hist¨®rico-pol¨ªtico fundamental: el que todas esas entidades han constituido, a, lo largo de, un milenio Poco m¨¢s o menos, un, grupode comunidades, de personalidad bien definida, cuyas instituciones adquirieron perfiles acusados y estables de considerable originalidad a fines de la Edad Media, y los conservaron durante toda la Edad Moderna; con un-espiritu particularista muy exacerbado; rara vez unidad, y amenudos enfrentadas, unas con otras; prendidas, al propio,tiem Po, en una compleja Inarafla de relaciones mutuas, a veces muy ¨ªntimas, fruto natural de su convivencia en un ¨¢rea reducida y de sus afinidades de distintos ¨®rdenes; inconsolables, finalmente, en la Pen¨ªnsula (el caso del Pa¨ªs Vasco de Francia es, en este punto concreto, muy distinto), de la p¨¦rdida de sus tradicionales libertades.
Tales, son lo-s fact.ores~que pr07 porcionan unid ad,-,coh,esi¨®n y fuerza alpeque?o,microcosmos
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