El abismo y la nada
Quien inicie un recorrido por los caf¨¦s-teatro de Madrid se quedar¨¢, en principio, aterrado y perplejo. Aunque a muchos nos duela es la verdad que somos diferentes. No he visto, hasta este momento, ni un solo espect¨¢culo experimental, dif¨ªcil o, sencillamente, ambicioso. Las enormes posibilidades del g¨¦nero -un g¨¦nero del que han salido, en Francia, en Alemania, los grandes renovadores de la escena moderna- quedan menospreciadas. Ni la libertad temporal ni las posibilidades de un espacio esc¨¦nico completamente libre han merecido, en lo que llevo visto, el esfuerzo complementario de unas obras y unos espect¨¢culos que fuesen, al menos, imaginativos. Con aire de representaci¨®n intimista y familiar los temas menores giran y giran, repiti¨¦ndose, con un c¨®mplice gui?o de ojos. ?De d¨®nde puede salir la. renovaci¨®n de nuestro teatro si en estos lugares libres nadie parece tener el menor inter¨¦s por experimentar? Habr¨¢ que volver, despacio, sobre este ingrato tema.
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