Un paso adelante
SI LA Universidad es un bunker marxista, como afirmaba no hace mucho el procurador en Cortes Antonio Pedrosa, no estar¨ªa de m¨¢s que los responsables de la educaci¨®n en este pa¨ªs durante los ¨²ltimos a?os adquirieran conciencia de su fracaso.No es precisamente hacer ahora. le?a del r¨¦gimen el se?alar que ¨¦ste cometi¨® enormes torpezas y omisiones en el terreno de la ense?anza y la cultura. En este contexto la Universidad sufri¨® particularmente la falta de contacto con el exterior, la autarqu¨ªa cient¨ªfica, el aislamiento de la sociedad y la condici¨®n asfixiante de la ausencia de libertad.
Tras los sucesos de 1956, que entra?aron un nuevo retroceso en la valoraci¨®n de lo que la, Universidad deb¨ªa representaren la sociedad, se fue parcheando el sistema educativo del pa¨ªs sin resolver la insuficiencia de las dotaciones econ¨®micas, la improvisaci¨®n del profesorado, la arribada masiva de nuevos contingentes de estudiantes y, al tiempo, la imposibilidad pr¨¢ctica de las clases populares para acceder a la ense?anza universitaria, la aton¨ªa. de la investigaci¨®n y tantos otros problemas que nos ha. deparado la actual Universidad.
Tras el frustrado empe?o liberalizador de Ruiz-Gim¨¦nez, nada importante vino a hacerse en este terreno hasta la Ley General de Educaci¨®n de Villar Palas¨ª. Empero, la Ley Villar fue un intento loable y bienintencionado que a la corta -y nos tememos que a la larga- fracas¨® y no signific¨® otra cosa que un poner patas arriba la superestructura educativa sin arreglarla despu¨¦s. Tras Villar llovieron sobre los estupefactos estudiantes espa?oles medidas sin cuento, como el calendario juliano, o la selectividad implantada por Cruz Mart¨ªnez. El viernes pasado, el Consejo de Ministros aprob¨®, no obstante, una norma que constituye un primer intento de normalizar el caos educativo con la supresi¨®n del arcaico decreto de las cuatro convocatorias, que fue implantado bajo el pretexto de una presunta solidaridad social y que termin¨® por operar como instrumento de limpieza de estudiantes molestos en los campus.
La medida de Robles Piquer supone un paso pacificador que mitiga errores anteriores y avanza hacia la tan reclamada autonom¨ªa universitaria. Los responsables de la educaci¨®n espa?ola deben entender que por el rasero de la pol¨ªtica que sigan se medir¨¢ en gran medida el nivel de democratizaci¨®n del pa¨ªs. Robles Piquer comenz¨® retirando la fuerza p¨²blica de los campus y se ha tomado tiempo para decidir. No es un ministro que venga con milagrosas soluciones de recambio, sino que parece hombre expectante y consciente de que el problema de la Universidad espa?ola arrastra lastre de decenios de desatenci¨®n e incuria. Quiz¨¢ la soluci¨®n sea ¨¦sa: pasos concretos y bien medidos en vez de medidas espectaculares, cuya realidad final tantas esperanzas frustran.
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