Provincias olvidadas

Esperaba con impaciencia la aparici¨®n de EL PAIS, tan largamente anunciada y tan laboriosa y dif¨ªcilmente conseguida.Yo felicito por el ¨¦xito a cuantos han tenido el honor de colaborar en ¨¦l; y me felicito como lector por la irrupci¨®n en los quioscos de un diario de estilo moderno y libre.

Perm¨ªtame, al propio tiempo, que haga un par de observaciones. Sea la primera el hecho de aparecer ya en el primer n¨²mero otro lloriqueo y quejumbre m¨¢s a cargo de un pobre representante de la pobre, olvidada, perseguida y tiranizada ?Catalunya? (?se escribe as¨ª?). El quejumbre nos parte el coraz¨®n. Dice el regionalero de turno que los pobres industriales catalanes: (textiles) sufrieron discriminaciones. Es cierto. Soy testigo de que: no s¨®lo ten¨ªan, gracias a la protecci¨®n estatal, el monopolio de la venta y producci¨®n de tejidos, sino el de la compra de la lana. Y as¨ª las dem¨¢s cosas. Los pobrecillos s¨®lo tienen la mitad o poco m¨¢s del dinero de todo el pa¨ªs y tienen que ir a Perpignan a gastarlo.

En serio, me gustar¨ªa que EL PAIS fuese el portavoz de esas provincias olvidadas, v¨ªctimas de la torpeza centralizadora. Esas provincias extreme?as, manchegas, andaluzas, leonesas, aragonesas, desangradas en beneficio de los pulpos catal¨¢nicos y eusqu¨¦ricos.

Y esa ?Karmentxu?, ?no encontr¨® otra ortograf¨ªa menos pedantesca. y diferenciada? ?Qu¨¦ pu?etera man¨ªa!