El diario de Gil-Robles
No comprendo c¨®mo un peri¨®dico nacido con el lema de independencia pol¨ªtica y de ajustarse en su informaci¨®n a la estricta verdad ha podido prestarse al juego de servir de veh¨ªculo para que un fracasado y, sobretodo, un resentido lance a la publicidad, escud¨¢ndose en la persona de Don Juan, conversaciones, frases y palabras que atentan contra la dignidad del que fue nuestro Jefe de Estado y Caudillo, y que hizo por Espa?a y los espa?oles much¨ªsimo m¨¢s que cu¨¢ntos le han antecedido en el Gobierno de la Naci¨®n, y desde luego mucho m¨¢s de lo que hubiera hecho el se?or Gil-Robles en su lugar y en las mismas circunstancias. Mientras Franco hizo siempre la pol¨ªtica que conven¨ªa a su pueblo, el se?or Gil-Robles, busc¨® y busca al Pueblo para hacer su pol¨ªtica.Del Caudillo, los espa?oles honrados sabemos mucho. Sabemos, por ejemplo, los millones de puestos de trabajo que nos ha creado, sabemos que acab¨® con la lepra del analfabetismo; sabemos que hizo fecundar en fuentes nuestros r¨ªos, sabemos de los millonesde hect¨¢reas de terrenos yermos reblados sabemos de la transformaci¨®n radical llevada a cabo en nuestras v¨ªas de comunicaci¨®n, sabemos much¨ªsimas cosas m¨¢s que han hecho posible que, de un pa¨ªs subdesarrollado, pasara a ser la d¨¦cima potencia industrial.
El se?or Gil-Robles fue en un cincuenta por ciento culpable, por su ego¨ªsmo pol¨ªtico, de la tragedia de nuestra guerra civil.
Soy uno de tantos millones de espa?oles que han vivido la Espa?a, de la Rep¨²blica, con la que los conventos, los ?tiros a la barriga?, con los ni?os descalzos y raqu¨ªticos, con las luchas de clases, con la falta de trabajo, de hogar y de pan y tantas otras necesidades
que he vivido y sentido en mi carne, la tragedia de una guerra civil; que he pasado, junto con mi familia, el hambre de la d¨¦cada de los cuarenta; que vivo, gracias a Dios, la Espa?a actual legada por Franco; la que si. bien es verdad no es un para¨ªso, dista.como del cero al infinito de la que ¨¦l hered¨® de la Rep¨²blica.
Si EL PAIS, del que soy asiduo lector, est¨¢ al servicio de la verdad y del pa¨ªs ah¨ª est¨¢, se?or director, una verdad, expresada sencilla y llanamente-?Tendr¨¢ cabida en las p¨¢ginas del peri¨®dico de su digna direcci¨®n?
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