El Rey promete la democracia

EL REY don Juan Carlos acaba de anunciar ante el Congreso de los Estados Unidos la construcci¨®n de una Monarqu¨ªa democr¨¢tica en nuestro pa¨ªs. Hay que decir que el Monarca ha estado m¨¢s expl¨ªcito en sus palabras ante los congresistas americanos que ante los procuradores en Cortes el d¨ªa de su juramento. En efecto, la promesa gen¨¦rica de que ?el Rey lo ser¨¢ de todos los espa?oles? se ha visto matizada esta vez y positivamente.Don Juan Carlos se ha referido a que la Monarqu¨ªa servir¨¢ a los espa?oles bajo los principios de la democracia, ha hablado expl¨ªcitamente del posible acceso al poder de las diferentes alternativas, con arreglo a la libre decisi¨®n del pueblo y ha sido muy concreto a la hora de prometer garant¨ªas jur¨ªdicas para el ejercicio de las libertades civiles.

Una cosa es preciso se?alar en este primer comentario de urgencia. Las palabras del Rey anuncian el futuro, esperamos que muy pr¨®ximo, pero no definen el presente. No es todav¨ªa la nuestra una situaci¨®n democr¨¢tica y las tensiones, a las que el propio Rey se ha referido en su discurso, son cada d¨ªa m¨¢s fuertes, cada d¨ªa m¨¢s graves, cada d¨ªa m¨¢s aparentemente incontroladas por quienes tienen la obligaci¨®n de hacerlo. Es evidente que s¨®lo el establecimiento de un r¨¦gimen de plena libertad asentar¨¢ las bases para que la acci¨®n del orden no se vea te?ida de coloraciones pol¨ªticas o de motivaciones discutibles. La inseguridad jur¨ªdica en la que el ciudadano espa?ol se mueve sigue siendo preocupante y por eso la promesa del Rey de que el derecho y el ejercicio de las libertades civiles garantizar¨¢n la justicia y la paz espa?olas nos parece altamente significativa.

Detr¨¢s de un programa como el anunciado por don Juan Carlos se va a alinear sin dificultades la gran mayor¨ªa del pueblo espa?ol, pero no es al propio Monarca ni al pueblo, sino a los gobernantes a quienes compete la responsabilidad de hacer buenas estas palabras. Hoy basta abrir las p¨¢ginas de cualquier peri¨®dico para darse cuenta de hasta qu¨¦ punto el Rey va por delante en sus deseos de cambio respecto a las actitudes de lo que ha venido en llamarse la ?autoridad competente?. S¨®lo un Gobierno amante de la democracia ser¨¢ capaz de conseguir la llegada y el ejercicio de ¨¦sta.