Aldo Moro, conservador iluminado
Moro naci¨® el 23 de septiembre de 1916, en Maglie, provincia de Taranto, en el mismo tac¨®n de la bota italiana. Su padre era inspector did¨¢ctico del ministerio de Instrucci¨®n P¨²blica y su madre era maestra.En 1945 se cas¨® con la hija de un m¨¦dico, Eleonora Chiavarelli, afiliada,como ¨¦l a la Federaci¨®n Universitaria de J¨®venes Licenciados, ferviente montesoriana, de la que Moro ha tenido cuatro hijos: Mar¨ªa Fida (29 a?os), periodista; Anna (26) licenciada en Pediatr¨ªa; Agnese (20), universitaria; Giovanni (17), estudiante de bachillerato, militante cat¨®lico en un peque?o grupo de extraparlamentarios, que el a?o pasado sufri¨® un grave accidente de moto.
De formaci¨®n cat¨®lico-liberal, l¨ªder de intelectuales cat¨®licos, de temperamento moderado, Moro se interesa m¨¢s de problemas jur¨ªdicos, que no sociales. Concluida la guera, al lado de Dossetti, el grupo mariteniano de la Democracia Cristiana, estuvo tan lejos de la corriente culta de ?cr¨®nicas sociales? (Dossetti, Lazzatti), como del grupo program¨¢tic¨® (Fanfani, Flisenti) y del mesianismo de La Pira.
La carrera pol¨ªtica de Moro fue precoz: a los treinta a?os entra en el parlamento; subsecretario, de Exteriores, a los 32; presidente del grupo parlamentario democristiano de la c¨¢mara, a los 37; ministro de Justicia y luego de Instrucci¨®n p¨²blica, a los 39, secretario de la Democracia Cristiana, con 43 a?os y presidente del Consejo.
Cuatro a?os m¨¢s tarde
A Moro se le puede definir como el ret¨®rico del ?centro izquierda?, y si ha sido su enterrador ser¨¢ todav¨ªa la historia quien debe decirlo, Un historiador marxista de la l¨ªteratura, Alberto Asor Rosa, en una reciente Historia de Italia colectiva publicada por Einaudi, ha visto en el informe que Moro ley¨® en el Congreso democristiano de 1962 el documento pol¨ªtico intelectualmente m¨¢s apreciable de los treinta a?os de poder democristiano.
El ?centro izquierda?, es decir, el encuentro de cat¨®licos democr¨¢ticos con los socialistas, ha sido pensado por Moro; si no lo ha realizado ha sido debido a las dificultades encontradas en el grupo llamado doroteo. Para Moro, la pol¨ªtica es proyecci¨®n de un sistema de ideas, dirimir es persuadir, mandar significa afirmar la superioridad de la inteligencia. Un bi¨®grafo reciente, Anniello Coppola, ha escrito; ?La clase dominante italiana no ser¨ªa la m¨¢s est¨²pida de Europa, si hubiera sabido reconocer a tiempo en este conservador iluminado a uno de sus mejores hijos?. El ?centro izquierda? ha fracasado porque las fuerzas moderadas creyeron que se trataba de un intento de eversi¨®n, y el movimiento obrero ha tenido miedo a verse dividido, socialdemocratizado. El ?centro izquierda? se ha revelado, de hecho, insuficiente para contener el crecimiento civil, social, cultural del pa¨ªs, la constestaci¨®n estudiantil y feminista, la expansi¨®n del anarquismo democr¨¢tico...
Ante el terremoto electoral del 15 de junio de 1975, Moro reaccion¨®: ?Lo importante y grave es esto: que el reflujo del electorado hacia la izquierda no se haya dado sobre posiciones socialistas, por m¨¢s que en la campa?a de este partido no haya faltado un color de verdadera oposici¨®n, sino sobre posiciones comunistas?.
Anticomunismo no conservador
Cabe preguntarse si tras el 15 de junio ha cambiado el pensamiento de Moro respecto a los comunistas. Moro coment¨® la victoria electoral comunista con una precisa par¨¢frasis: ?Ha ca¨ªdo el prejuicio seg¨²n el cual se considera el Partido Comunista un partido diverso?.
?Nuestro anticomunismo no es conservador?, hab¨ªa dicho Moro en el lejano 1960, cuando el gobierno Tambroni, incluyendo en la mayor¨ªa paralamentaria a los neofascistas, hab¨ªa radicalizado el frontismo de la izquierda. Sin dejar de afirmar que el anticomunismo es en la Democracia Cristiana ? una constante ineliminable?, un ?dato ideal, pol¨ªtico, moral?, Moro insiste con fuerza en negar que las reformas con car¨¢cter instrumental puedan ser un ant¨ªdoto contra el comunismo. Nada de paternalismos iluminados, sino afrontar el comunismo en el campo democr¨¢tico. Moro no lo ve como una excrecencia monstruosa, ni como un c¨¢ncer curable con simples recetas de la socialidad cat¨®lica; reconoce su gran realismo pol¨ªtico y su extraordinaria habilidad t¨¢ctica. Lo desaf¨ªa no con un puro y simple ?no?, sino en el mismo campo en que el comunismo ha logrado consolidarse, crecer, con un plante¨¢miento democr¨¢tico, confiado, constructivo de la lucha anticomunista, con conciencia de que ?precisamente cuando el juego comunista se hace m¨¢s sutil, no puede hacerse el nuestro m¨¢s grosero?. En la sombra de la estrategia electoral de la Democracia Cristiana italiana destaca, con especial relieve, la figura del sempiterno Amintore Fanfani, elegido presidente del Partido hace dos meses, ante la sorpresa de muchos observadbres de la realidad pol¨ªtica de este pa¨ªs. Son muchos los que piensan que la cerrada negativa de los democristianos a cualquier compromiso con los comunistas es obra en gran parte del ?viejo? Fanfani, recuperado para las m¨¢s altas instancias del partido en un momento especialmente, dif¨ªcil de su historia.
Para esta decisiva campa?a electoral, la Democracia Cristiana introduce, por otra parte, una importante novedad, en lo que se interpreta como un intento de anular la incorporaci¨®n de pensadores cat¨®licos a las listas del Partido Comunista. La DC, en efecto, se apunt¨® un tanto significativo al reclutar para sus candidaturas al Senado a Umberto Agnelli, administrador delegado de la Fiat y hermano del presidente de la firma. La candidatura de Agnelli se presenta como un s¨ªmbolo de participaci¨®n de la clase patronal en un momento especialmente delicado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.