La reconstrucci¨®n del teatro Espa?ol
Las doloridas quejas de las gentes de teatro sobre el abandono en que se encuentra el siniestrado teatro Espa?ol, de Madrid, parecen haber encontrado eco en el equipo municipal del nuevo alcalde. Seguramente se trata de seres con mejor sensibilidad cultural que sus antecesores. Que un teatro corno el Espa?ol, teatro de propiedad municipal, primer local y escenario, por calidad y tradici¨®n, de nuestras empresas dram¨¢ticas, que ese teatro arda y sus propietarios no comiencen la reconstrucci¨®n al d¨ªa siguiente, es una ofensa a la tradici¨®n teatral madrile?a y una desatenci¨®n hacia un gran n¨²mero de conciudadanos. Pero as¨ª fue.Ahora el nuevo delegado de Cultura anuncia un trabajo de reconstrucci¨®n, respetuoso con las estructuras del bello edificio pero atento a la modernizaci¨®n del escenario. Cuenta Melchinger que un atrevido y revolucionario arquitecto alem¨¢n, confuso ante los problemas de la reconstrucci¨®n que siguieron a las destrucciones b¨¦licas, se lament¨®: ??Construimos teatros, pero nadie es capaz de decirnos qu¨¦ aspecto deber¨ªan tener!?. Dejemos ahora el problema del aspecto exterior. El siglo XIX invent¨® las fachadas, y fachada hermosa tiene el Espa?ol. El problema interior se resuelve hoy considerando al teatro como un complejo. Un complejo no homog¨¦neo -como las oficinas-, no paralelo -como las casas- y no de permanente interrelaci¨®n -como las industrias-. La consecuencia del arquitecto moderno, al analizar el car¨¢cter introvertido del espect¨¢culo teatral, es que un teatro es un b¨²nker. Est¨¢ bien. Ello quiere decir que el funcionalismo consistir¨¢ en agrupar en escenario y fosos los servicios plenos, de una t¨¦cnica moderna. Ya reconstruir el Espa?ol siguiendo su estilo significa respetar el principio de solemnidad. Yo estoy de acuerdo en que asi debe ser en el caso del teatro Espa?ol. Pero la ocasi¨®n es, ¨²nica para replantearse el problema del escenario. Ser¨ªa bueno contemplar la, posibilidad de un modelo que permitiese las operaciones a la italiana las tradicionales -tradicionales desde el barroco- y, al mismo tiempo, aquellas otras que tratan de integrar p¨²blico y espect¨¢culo en un solo ¨¢mbito. (Muy tradicional tambi¨¦n, por otra parte. ?O no sirven para integrar el coro griego y el famoso sendero florido de los No japoneses?).
Eso o cualquier cosa. Lo que sea, con tal de salvar el teatro Espa?ol de, su deslizamiento hacia las gravedades muse¨ªsticas. Perd¨®nenme la pedanter¨ªa, pero la f¨®rmula, existe y se llama proscenio flexible. Por citar un caso concreto: Mannheim. Seis transformaciones o variantes pueden conseguirse en su teatro Nacional. Estudiemos seriamente la reconstrucci¨®n t¨¦cnica del teatro Espa?ol para que la buena voluntad municipal no sea, simple y tristemente, un esfuerzo arqueol¨®gico.
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