Un deseo de Areilza demasiado prematuro
El viaje de Areilza a los Estados Unidos acompa?ando a los Reyes, la pasada semana, ha sido la ocasi¨®n de un repaso en profundidad a los problemas de la seguridad internacional de Espa?a, en largos ?t¨ºte ¨¢ t¨ºte? entre ¨¦l y el secretario de Estado norteamericano. Sin embargo, los problemas analizados no han salido de la situaci¨®n en que se hallaban: siguen siendo insolubles.
Sabido es que constituye pol¨ªtica declarada del ministro espa?ol el ingreso de Espa?a en la Organizaci¨®n del Tratado del Atl¨¢ntico Norte (OTAN). Esta pol¨ªtica, sin embargo, no ha sido todav¨ªa abrazada en declaraci¨®n alguna del Gobierno, ni mucho menos por el presidente del mismo, Arias. Sobre la posible reacci¨®n de las fuerzas armadas espa?olas, que se ver¨ªan fuertemente sacudidas por su ingreso en la OTAN, en un marco internacional y democr¨¢tico al que no est¨¢n acostumbradas, apenas se tienen las m¨¢s someras impresiones, con una reacci¨®n positiva por parte de la Marina, menos entusiasta pero no negativa por parte del Ej¨¦rcito del Aire, y renuente por parte del Ej¨¦rcito de Tierra. Quien visite los despachos de los senadores que han intervenido en el proceso de discusi¨®n del tratado hispano-norteamericano, quien hable con funcionarios del Departamento de Estado interesados en el ?Spanish desk?, quien cambie impresiones con militares norteamericanos y quien haya le¨ªdo los editoriales de la prensa de Washington y Nueva York durante la visita real, podr¨¢ atestiguar que existe preocupaci¨®n por la reacci¨®n de las fuerzas armadas espa?olas, ante la OTAN y ante un problema directamente relacionado con ¨¦ste, la instalaci¨®n en Espa?a de una democracia aceptable para el conjunto de pa¨ªses de la OTAN.El se?or Kissinger, que dijo en el almuerzo ofrecido al Rey en el Departamento de Estado, que ?Espa?a deber¨ªa ser miembro de la OTAN tan pronto como sea posible?, debe vencer a¨²n las resistencias expresadas por determinados pa¨ªses fundadores de la OTAN, que tienen un ?approach? muy sensitivo ante los problemas pol¨ªticos de la Alianza. Las palabras de Kissinger parec¨ªan indicar que todo depend¨ªa ahora de Espa?a, para ingresar en la OTAN. Pero dos d¨ªas despu¨¦s, en Holanda se dejaba entender claro que el problema tambi¨¦n depend¨ªa de otros: un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de La Haya dec¨ªa que ?los Pa¨ªses Bajos se opondr¨¢n a cualquier iniciativa en favor del acercamiento de Espa?a a la Alianza?.
El tratamiento dado en conjunto por Kissinger y Areilza al problema de Espa?a y la OTAN se asemeja demasiado al dado, en mayo de 1975, por Kissinger y Cortina, cuando aqu¨¦l quiso conseguir del Consejo de la Alianza que ¨¦sta reconociese la contribuci¨®n de Espa?a a la defensa occidental y a la OTAN.
Por otro lado, las esperanzas expresadas por el se?or Areilza, de que Espa?a estar¨¢ pronto en condiciones de solicitar su ingreso en la OTAN, est¨¢n siguiendo la misma par¨¢bola que sus anuncios de pronto ingreso de Espa?a en la CEE, cuando en febrero y marzo emprendi¨® sus largas giras a las capitales europeas. Este ¨²ltimo result¨® ser un intento demasiado prematuro, e insuficientemente respaldado por la realidad.
Aunque la bola negra contra Espa?a s¨®lo puede arrojarse si el Gobierno realiza una solicitud de ingreso en la OTAN, prematura e inmadura no cabe duda de que determinados hechos suscitan un clima de ?bola negra? generalizada e intangible. No habr¨¢ obst¨¢culo serio a la ratificaci¨®n del tratado hispano-norteamericano, pero en la sesi¨®n que se convoque para ello ya sabemos que se formular¨¢n protestas pol¨ªticas, por parte de un grupo, de senadores liberales (que aplaudieron a rabiar al Rey en la sesi¨®n conjunta del Congreso, el pasado d¨ªa 2), por la detenci¨®n de Rafael Calvo Serer a su vuelta del exilio, pocos d¨ªas despu¨¦s de que se hubiese reunido con esos mismos senadores, ilustr¨¢ndolos sobre el alcance pol¨ªtico de lo que se iba a votar. Estos hechos son considerados por esos congresistas y muchos otros como incomprensibles. ?C¨®mo pueden ser considerados en otros parlamentos y por otros gobiernos de pa¨ªses menos inclinados a dar su apoyo y su simpat¨ªa a las proclamadas promesas de reforma, y al Gobierno espa?ol?
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