Nos dejan sin cenar
Hab¨ªa una cena pro-amnist¨ªa y la han prohibido. Los m¨¢s legalistas dicen que ¨¦sta es ya la primera violaci¨®n de la reciente ley sobre el derecho de reuni¨®n. Yo creo que los m¨¢s legalistas se pasan, como siempre. La ley habla del derecho de reuni¨®n, pero no dice nada del derecho a cenar.Yo no creo que el se?or Fraga, o quien sea, la tenga tomada con la izquierda ni con las runiones de la izquierda. Lo que no le gusta al se?or Fraga, o a quien sea, es que la izquierda cene. Ni al se?or Fraga ni a nadie, en este pa¨ªs. La izquierda est¨¢ castigada sin cenar, en Espa?a, desde que Valle-Incl¨¢n dej¨® de ser carlista est¨¦tico, se hizo republicano de La Granja del Henar y no volvi¨® a encontrar qui¨¦n le pagase una cena en su vida, pues los que le perdonaban, incluso que les pusiese los cuernos de don Friolera, no pod¨ªan perdonarle que se hubiese hecho rojo.
Una vez -y yo lo glos¨¦ en su d¨ªa-, la candidatura de Enrique Tierno Galv¨¢n fue art¨ªsticamente abolida por el entonces ministro de Justicia, se?or Oriol, en el Colegio de Abogados, con una media ver¨®nica en la que el ministro manej¨® el C¨®digo como un capotillo de paseo bordado en grana y oro. Bueno, pues para m¨¢s inri, el se?or Tierno se fue a cenar al Casino de Madrid con unos amiguetes, que los duelos con pan de Viena son menos, y le dijeron que no, que nada de nada, que all¨ª no le daban de cenar de ninguna de las maneras y se pusiese como se pusiera. De las cenas sin cena de Valle a la cena frustrada de Tierno en el Casino, toda la tradici¨®n diet¨¦tica de la izquierda intelectual espa?ola, pasando por la barbacoa de Carabanchel, que tan esbelto ha dejado a Ram¨®n Tamames (al que ahora, encima, han robado el coche, en contrapartida del que le quemaron a don Blas, porque parece que estamos en la guerra de los coches, y menos mal si no pasamos a los conductores). Como queriendo corregir esa tradici¨®n diet¨¦tica de la izquierda espa?ola, Fraga, en plena ingenier¨ªa social, un d¨ªa inv¨ªt¨® a cenar a Tierno en El Horno de Santa Teresa (que es donde me lleva a m¨ª a cenar mi editor para decirme, entre salsa y salsa de la lubina dos salsas, que no hemos vendido un duro).
Muchos le atribuyeron sentido pol¨ªtico a aquella cena Fraga/ Tierno, pero yo estoy seguro de que s¨®lo ten¨ªa un sentido de retribuci¨®n, de acuerdo con la moral de Calvo Sotelo en La Muralla, y lo que quer¨ªa Fraga era devolverle a Tierno la cena que otrora le negaran en el Casino, porque lo que no puede soportar la democracia org¨¢nica es una oposici¨®n pol¨ªtica con una cena de menos.
O sea que no ponerse levantiscos, que la Direcci¨®n General, o quien sea, no ha prohibido manifestarse por la amnist¨ªa (hasta yo hab¨ªa firmado la convocatoria), ni ha prohibido reunirse aqu¨ª con unos amiguetes del partido, sino que lo que la Direcci¨®n General, o quien sea, nos prohibe siempre, por lo que se va viendo, es cenar, pues una cosa eran aquellas cenas pol¨ªticas de Gavilanes, con carlistas, pamplonicas levantando la bota y Mar¨ªa Cuadra poniendo ojos de cierva concebida, y otra cosa es una cena pol¨ªtica de verdad, donde a lo mejor se va a cantar a los postres aquello de que el vino que vende Asunci¨®n -o sea Arias- no es blanco, ni es tinto, ni tiene color.
Dicen, s¨ª, que ha salido la ley del derecho de reuni¨®n y, sin embargo, no nos dejan reunirnos. Tambi¨¦n ha salido en las Cortes que s¨ª a los partidos pol¨ªticos -Cerc¨®s, macho, qu¨¦ tarde de Paco Camino tuviste-, y ahora resulta que el C¨®digo los proh¨ªbe. Ya lo ha dicho Tamames, que como est¨¢ sin coche no para de decir cosas:
-Con reformar el C¨®digo hubiera bastado.
O sea que nos hubi¨¦semos ahorrado el rifirrafe de las Cortes. Pero nos hubi¨¦ramos perdido la faena ronde?a del se?or Cerc¨®s. V¨¢yase lo uno por lo otro. Y la cena prohibida por la posible cena con Fraga.
Que a lo mejor nos va invitando a cenar, uno por uno, en desagravio, a todos los firmantes de la convocatoria.
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