?En favor de qu¨¦ Gaud¨ª?
Los rasgos biogr¨¢ficos, los apuntes iconogr¨¢ficos, la imagen de los hombres que han se?alado con su obra alguna conquista en la historia de la transformaci¨®n del medio, suelen venir avalados, en nuestro habitual contexto cultural, por un c¨®digo de dificil interpretaci¨®n a la hora de enjuciar su verdadera dimensi¨®n hist¨®rica.Antonio Gaud¨ª y Comet (Reus, 25 junio 1852-Barcelona, 1926) es quiz¨¢ una de las figuras m¨¢s acorraladas por esa biograf¨ªa de instancias manipulada en funci¨®n de los intereses del momento. No por ello dej¨® de sufrir la incomprensi¨®n de su tiempo, sino que ha sufrido y viene sufriendo la posterior deformaci¨®n de los panegiristas a ultranza, la solidaridad de los mediocres y la moda inoportuna y oportunista... Gaud¨ª, entre nosotros, se ha transformado en costumbre.
Inscriben los historiadores a Gaud¨ª en la corriente del Movimiento Modernista, variante catalana del Art Nouveau, tan pr¨®xima a los influjos del expresionismo, que sus trabajos, como los de L. Domenech i Montaner, apenas pueden explicarse sin esta relaci¨®n. No est¨¢n a¨²n lejanos los tiempos en que hablar de expresionismo en Europa se estimaba como una actitud reaccionaria, y son muy recientes los trabajos en que esta comente pl¨¢stica se pretende recoger con una beligerancia m¨¢s, favorable. ?Motivos? Diversos, y a la cabeza, la usurpaci¨®n nacionalsocialista que de algunos aspectos de este movimiento realiz¨®. Esta significaci¨®n ha impedido, sin duda, una valoraci¨®n objetiva de lo que el cap¨ªtulo modernista aport¨® al movimiento moderno en arquitectura.
El modernismo, salvando los matices de la escatolog¨ªa historicista, representa una corriente expresionista muy peculiar de la cultura catalana, singular en muchas de sus obras ante el panorama europeo de la ¨¦poca. Marginado este movimiento dentro y fuera de Espa?a, no ha tenido la aceptaci¨®n positiva que requer¨ªan sus hombres y sus obras. El conocido olvido de Pevsner para con este fragmento de la protohistoria del movimiento moderno es elocuentemente significativo, y si alg¨²n d¨ªa los historiadores europeos se detienen a objetivar la cuenta de la arquitectura moderna desde finales del siglo XIX y se deciden los cr¨ªticos espa?oles de la arquitectura a romper sus dependencias culturales de la hipertrofiada historiograf¨ªa acad¨¦mica, encontrar¨¢n en Catalu?a un espectro cultural m¨¢s amplio y generoso que la escueta autoestimaci¨®n regionalista de su autonom¨ªa.
Base social
Antonio Gaud¨ª representa y explica en el mundo de la arquitectura la amplia base social en la que se apoyaban los movimientos de la clase media catalana en su quehacer ideol¨®gico, econ¨®mico y pol¨ªtico, de finales del XIX y principio de los a?os veinte. Dif¨ªcil hubiera sido la existencia y realizaci¨®n de una obra como la suya sin el apoyo de estos grupos sociales catalanes, que ve¨ªan en sus hombres m¨¢s capaces a los representantes se?alados para configurar la nueva imagen como clase que aspiraba al poder. ?El potencial creador de los artesanos, tan elogiado en la Europa central -ha se?alado W. Pehnt-, era una realidad tangible en Catalu?a y algo que pod¨ªan aprovechar plenamente los arquitectos del modernismo. Lo que en otros lugares significaba una regresi¨®n a las condiciones del pasado, en Catalu?a representaba progreso, sirvi¨¦ndose la experimentaci¨®n art¨ªstica de los talentos disponibles como algo rutinario.? La obra de Gaud¨ª, en muchos aspectos, es requerida con un significado de las condiciones que lleva impl¨ªcito el progreso y el valor simb¨®lico que le acompa?a; Gaud¨ª se debate en un simbolismo religioso muy peculiar dentro del catolicismo activo de la burgues¨ªa catalana, proceso paralelo a la recuperaci¨®n calvinista centroeuropea, del trabajo como salvaci¨®n.
Su plataforma ideol¨®gica estar¨ªa acotada adem¨¢s por las corrientes que se?alaban el pensamiento vitalista de Nietzsche y los descubrimientos freudianos de la ¨¦poca. Gaud¨ª se presenta como el primer arquitecto europeo que concibe el espacio de la arquitectura coinu expresi¨®n del ?deseo?. Adorna sus trabajos tanto conceptual como pl¨¢sticamente con aquella dimensi¨®n enunciada por el barroco de hacer del derroche una materialidad pl¨¢stica irrecuperable. Frente al consumo de nuestras sociedades modernas, que genera gananciosos despilfarros y perpet¨²a la injusticia, o la productividad mecanicista que reproduce la enajenaci¨®n, el mensaje expresionista de Gaud¨ª acude a la primacia del deseo, hecho tan primario y connatural como la existencia del hombre. La literatura de homenajes y la apolog¨¦tica de recuperaciones en la que se esfuerzan tanto algunas de nuestras instituciones, trata de presentarnos un Gaud¨ª solitario, desconectado de su medio, incomprendido de su tiempo, prototipo de los hombres geniales, sofisticado artista en la invenci¨®n de las formas, bohemio, ingenuo, mante nido por el paternalismo de sus mecenas, arrebato m¨ªstico o modelo tentador para el esteticismo neocapitalista.
V¨ªctima
Gaud¨ª, como el resto de los arquitectos catalanes que con tanta validez formal construyeron durante su tiempo, fue v¨ªctima de la fascinaci¨®n expresionista de la ¨¦poca, y no es de extra?ar que, como les ocurri¨® a Finsterlin, a Sant'Elia, al propio Bruno Taut, el usuario fuera expulsado de sus propios espacios para que no alteraran el discurso de las formas. Como hombre s¨ªntesis, Gaud¨ª intuy¨® y dej¨® abiertas muchas variables, aun sin desarrollo coherente, y no precisamente en la reproducci¨®n formal de sus logros arquit¨¦ct¨®nicos. La luz como fen¨®meno vitalizador del espacio, las posibilidades que el desarrollo de la mec¨¢nica, la geometr¨ªa, la t¨¦cnica constructiva pueden ofrecer en la indagaci¨®n de la forma y en el proceso enriquecedor ante la configuraci¨®n del medio habitable Los estudios de campanas tubulares, la incorporaci¨®n del concepto de gravedad, los nuevos materiales, son apartados in¨¦ditos en la obra de Gaud¨ª, en los que la materia entra a definir el espacio como un deseo inherente al habitar del hombre sobre la tierra.
Gaud¨ª,a los cincuenta a?os de su muerte, sigue siendo un ejemplo vivo ante nuestros estereotipados espacios emocionalmente neutros.
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