Clausura del Festival de la Opera
Con la representaci¨®n de La Walkiria ha terminado el Festival de la Opera, cuya consecuci¨®n, precisa del apoyo de dos Ministerios (Informaci¨®n y Educaci¨®n), el Ayuntamiento y la Asociaci¨®n de Amigos de la Opera. Acaso, no obstante los brillantes resultados art¨ªsticos, tal acopio de p¨®lvora resulte excesivo, sobre todo, si pensamos en la popularidad del espect¨¢culo. Problema que ser¨ªa fr¨ªvolo abordar en unas l¨ªneas y como de matute entre los p¨¢rrafos dedicados a una funci¨®n concreta; la que ha clausurado un ciclo, a modo de remedio de urgencia en una capital sin teatro l¨ªrico estable y regular. Muy largamente -y habr¨¢ que hacerlo- se puede tratar el tema de la ¨®pera en Madrid a partir del an¨¢lisis de unas estructuras cuyo elemento m¨¢s respetable es el entusiasmo de unos miles de operadictos y otros que ven en la ¨®pera cap¨ªtulo imprescindible de la vida cultural general, y ven bien.
La Walkyrya
¨®pera en tres actos, de Richard Wagner. Int¨¦rpretes: KarlJoses Fering, John Macurdy, Thomas Siewart, Helga Derinesch, Berit Lindhol M.Anna Reynol¨¢s, Sarah Velden, Ruth Falcon, Marcia Liebman, Geertieyissen, Erika Florack, Els Bolkenstein y Maureen Morelle. Orquesta Ciudad de Barcelona, Maestro director: Sixten EhrlingTeatro de La Zarzuela
Excelente nivel
Pero volvamos a La Walkyria de ahora, una walkyria de excelente nivel, pues si en todo -orquesta, decorados, luminot¨¦cnia, r¨¦gie, direcci¨®n musical- observ¨® nobleza de atentos, en el reparto se elev¨® a zonas de primera clase, hasta rozar la sonderklasse. Acontecimiento para Madrid supone la presencia, de Helga Dernesch, una Siglinde favorita de Karaj¨¢n a la que, con el titular de la Filarm¨®nica berl¨ªnesa ya la hab¨ªamos escuchado en la vieja capital alemana; su creaci¨®n del personaje wagnenano. Si la voz de la Dernesch, por color, consistencia y flexibilidad, es materia importante, lo definitivo es la inteligencia musical que la gobierna.El incestuoso hermano de S¨ªnglinde, Sigmund estuvo a cargo de un Hering, un tenor de potentes medios, muy buena l¨ªnea, fuerte expresividad y, todo hay que decirlo, un poco destemplado a lo largo del primer acto. Magn¨ªfico Wotan el del igualmente magn¨ªfico Thomas Stewart, ya que solo apoyado en lo cantado Wagner no ofrece grandes recursos teatrales que faciliten la encarnaci¨®n de los distintos personajes y sus correspondientes psicolog¨ªas construy¨® con exactitud y poder diferencial la figura del padre de Brunilda Cuarto as de una baraja que tuvo seis: Berit Lindholm, fascinante Brunilda, capaz a trav¨¦s de su l¨ªnea dram¨¢tico-musical de establecer cuantos contrastes y matices posee el personaje. Los ases restantes se llaman A?ila, Reynolds, la mexxo ya destacada en El Oro del Rh¨ªn, tan brillante de voz como incisiva de intenci¨®n en el papel de Fr¨ªcka, y John Macurdy, un Hunding en el que la rudeza con que suele int¨¦rpretarse el personaje, se suaviz¨® por los necesarios matices l¨ªricos.
Tal fue, en definitiva, la t¨®nica dominannte en la m¨²sica de los dramas wagnerianos. Cuando el compositor se refiere al lenguaje hecho accesible al entendimiento afectivo por la expresi¨®n musical acabada, est¨¢ hablando, en el fondo, de una evidencia l¨ªrica no s¨®lo de los textos sino de las ideas base. Que la expresividad musical wagneriana parte de las caracter¨ªsticas peculiares de la lengua alemana es algo tan evidente que, con frecuencia, nos parece escuchar un melodismo de tipo schumaniano, seg¨²n la creaci¨®n de sus lieder. Siempre me ha parecido grave error, sostenido incluso por personalidades egregias, la defensa del Wagner sinf¨®nico cuyas bellezas vendr¨ªan a estorbar las voces. Ah¨ª est¨¢ el ejemplo m¨¢s claro: la cabalgata de las walkyrias, sin esas voces que gritan formas convencionales -que tanto divert¨ªan a Debussy- se convierte en genial banalidad Ia m¨²sica del fuego encantado pierde, sin la voz, efectividad dram¨¢tica.
Gran hallazgo, que tanto inquietara a Falla mientras trabajaba en Atl¨¢ntida y pensaba en la soluci¨®n de sus pl¨¦yades, el de las walkyrias que, en esta ocasi¨®n tuvieron perfect¨ªsima realizaci¨®n por parte de las cantantes citadas en la cabezera de ¨¦sta cr¨®nica.
Porque nos caus¨®, en El Oro del Rhin, una impresi¨®n de fr¨ªo profesionalismo, hay que subrayar la labor mucho m¨¢s de interpretar artista, como quer¨ªa Wagner, del director Sixten Erling secundado con extraordinaria calidad por la Orquesta Ciudad de Barcelona. Su montaje, rio lejano, del tercer acto en concierto, dirigido por Ross Marb¨¢, se advirti¨®, tal y como era l¨®gico, lo que elev¨® la t¨®nica de la versi¨®n justo a su final y alli, donde el compositor acumul¨® mayor n¨²mero y mejor equilibrio de bellezas.
Sin excesivas pretensiones, qued¨® demostrado c¨®mo la escena de la Zarzuela puede servir -si se aplican la experiencia y el talento. M¨ªnimos elementos corp¨®reos, una luminotecnia bien manejada y un h¨¢bil juego de proyecciones, crearon el ambiente necesario para una acci¨®n sobriamente calculado por Werner Kelch.
En definitiva: una gran clausura de acaso la mejor y m¨¢s interesante edici¨®n del Festival de la Opera.
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