Para los reformistas del Este, Yugoslavia aparece como la soluci¨®n
Un mill¨®n de trabajadores yugoslavos prefieren los altos salarios centroeuropeos a las ventajas del socialismo autogestionado. La cifra representa casi un 20 por 100 del empleo total asalariado en el pa¨ªs, porcentaje que duplica el que suponen, respecto a la misma magnitud, los emigrantes espa?oles establecidos en Europa. (La proporci¨®n de retornos parece excepcionalmente alta en la emigraci¨®n laboral yugoslava. La gente ?hace su Europa? con mejor o peor fortuna, y se vueleve a casa).El crecimiento econ¨®mico yugoslavo durante el ¨²ltimo cuarto de siglo, ha sido muy intenso, comparable o superior al de las econom¨ªas occidentales u orientales m¨¢s din¨¢rnicas. Hubiera tenido que ser absolutamnte descomunal para que no siguiera subistiendo la gran brecha en las remuneraciones reales por hora de trabajo que inicita a la emigraci¨®n. El nivel de partida era bajo, baj¨ªsimo en muchas zonas de un pa¨ªs en extremo fragmentado y heterog¨¦neo; y las econom¨ªas de Europa Occidental tampoco han permanecido estancadas. Ocurre, adem¨¢s, que para obtener un pasaporte en Yugoslavia, basta pedirlo, procedimiento que no cesa de admirar el ciudadano medio polaco y que resultar¨ªa simplemente inimaginable para el sovi¨¦tico.
Aparte de no haber logrado una suerte de salto m¨¢gico en la posici¨®n del PNB per c¨¢pita yugoslavo con respecto a los de la Europa industrial, lo que hubiera sido esperar demasiado, el socialismo de autogesti¨®n presenta sus deficiencias y explica decepciones. Criticar las primeras es, en el pa¨ªs, ejercicio l¨ªcito y con frecuencia practicado; manifestar con demasiada claridad las segundas, suele resultar francamente arriesgado. Las decepciones se sufren especialmente por aquellos que -como Djilas- fueron muy colmados, en su d¨ªa, por la gracia de una gran fe socialista. Desde sus exigent¨ªsimos puntos de vista, las formas y ritos de la autogesti¨®n yugoslava encubren la realidad de una ?nueva clase?, que dispone de los medios de producci¨®n y tan en provecho propio como le es posible. Clase compuesta por una mezcla bastante inextricable de bur¨®cratas, tecn¨®cratas, jerarqu¨ªadel Partido (Liga, en Yugoslavia), aspirantes a serlo, carrieristas y vividores; componentes todos ellos m¨¢s o menos fungibles.
Incluso socialistas de talante m¨¢s pragm¨¢tico admiten que la autogesti¨®n yugoslava dista mucho de los ideales oficialmente perseguidos y a¨²n de las pautas oficialmente ya en vigor. Pero se apresuran casi siempre a a?adir que el sistema es, por lo menos, un caso muy avanzado de ?cogesti¨®n?. No es ello poco: tal es el objetivo a que, consider¨¢ndolo alcanzable s¨®lo a largo plazo, aspira hoy la socialdemocracia europea. La ¨¦lite paretiana o nueva clase djiliana no es propietaria de patrimonios, o, s¨®lo en muy menor grado, a pesar de los trucos y abusos, que constituyen materia de esc¨¢ndalos peri¨®dicos (los cuales se suelen reducir a no mucho m¨¢s que al descubrimiento de que tal o cual personaje pose¨ªa varias ?vikendikas?. -chal¨¦s de fin de semana- en vez de la ¨²nica legalmente permitida, por familia).
Con lo que se extingue la causa de inequidad la desigualdad en la distribuci¨®n de la riqueza, en cuanto diferente de la distribuci¨®n de la renta hoy probablemente, m¨¢s importante en las econom¨ªas capitalistas avanzadas la menos alterada por las pol¨ªticas distributivas, la m¨¢s transmisible por v¨ªa hereditaria. De nuevo, no es esto poco.
Un Modelo para el Este
Pero las alabanzas m¨¢s rotundas y a veces m¨¢s desmesuradas del modelo yugoslavo provienen del Este (del Este europeo, en todo caso), como no debiera sorprender a nadie a estas alturas. Para los reformistas, que son mayor¨ªa no siempre silenciada, en la inteliguencia socialista polaca, checa o h¨²ngara y minor¨ªa creciente en la sovi¨¦tica, Yugoslavia es simplemente, o bien hoy por hoy y para empezar, la soluci¨®n. Descentralizaci¨®n de las decisiones econ¨®micas, autonom¨ªa y autogesti¨®n de las organizaciones productivas, preservaci¨®n de la propiedad social de las grandes empresas y de una oferta abundante de bienes p¨²blicos. He aqu¨ª, seg¨²n ellos, los ingredientes principales de la f¨®rmula adecuada para mantener los valores b¨¢sicos del socialismo, sin perder las grandes ventajas inherentes a un buen funcionamiento del mercado, el mejor y m¨¢s barato de los computadores hasta ahora inventados; para desmantelar la burocracia que torpe e ineficazmente hace ahora sus veces en los sistemas de planificaci¨®n central; y para ofrecer un nuevo pacto -digamos- al consumidor ; quien, siendo al mismo tiempo productor consumidor; quien, siendo al mismo tiempo productor, se venga de los malos tratos que hasta el presente recibe en su dimensi¨®n consumidora haciendo gala de un prodigioso des¨¢nimo laboral, (el cual constituye uno de los hechos m¨¢s voluminosos que considerar para entender qu¨¦ ocurre en las econom¨ªas de tipo sovi¨¦tico). Y una versi¨®n diluida del sistema. yugoslavo es lo que tambi¨¦n las reformas econ¨®micas oficiales est¨¢n tratando de implantar en los pa¨ªses de Europa Oriental, desde hace ya unos veinte a?os, sin gran ¨¦xito. Les falta a estas ¨²ltimas, en efecto, lo esencial: el elemento de liberaci¨®n y autonom¨ªa que, pese a todas sus limitaciones, contiene el caso yugoslavo.
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