Morir en Soweto
Veintiuno de marzo de 1960: varios miles de africanos se congregan pac¨ªficamente ante la comisar¨ªa de policia de la peque?a localidad de Shaerpeville, Rep¨²blica de Sud¨¢frica. Se trata de una manifestaci¨®n contra una obligaci¨®n legal ignominiosa y degradarle: en Sud¨¢frica, seg¨²n las leyes de discriminaci¨®n racial impuestas por el gobierno blanco, toda persona ha de llevar un documento que la identifica como tal. Esos miles de personas negras sin derechos c¨ªviles, pol¨ªticos, culturales, econ¨®micos, pretenden ese d¨ªa quemar p¨²blicamente sus respectivos documentos de identidad racial en se?al de indignada pero pac¨ªfica protesta. El 21 de marzo de 1961 la polic¨ªa abre fuego sobre la multitud indefensa: 69 africanos muertos y 180 heridos, seg¨²n datos oficiales. En otras localidades de la Rep¨²blica se extiende la protesta: en Langa la polic¨ªa se enfrenta a 10.000 manifestantes y en Evaston s¨®lo la fuerza a¨¦rea en vuelo rasante puede dispersar a 20.000 personas. Con la matanza de Shaerpeville termin¨® en Sud¨¢frica el mito de la resistencia pac¨ªfica hasta entonces paciente y consistentemente pregonado por las organizaciones nacionalistas africanas en lucha contra la irracionalidad y la injusticia pol¨ªtico-social. Las ideas de Ghandi, que durante mucho tiempo hab¨ªan influido en los africanos por intermedio de los hind¨²es afincados en el pa¨ªs, se desvanecieron.Diecis¨¦is de junio de 1976: siete s¨²bditos negros -que no ciudadanos de la Rep¨²blica de Sud¨¢frica entre ellos un ni?o, son ametrallados y muertos en Soweto, cerca de Johanesburgo. Hay 100 heridos. Todos participaban en una manifestaci¨®n de 10.000 estudiantes contra la segregaci¨®n racial que, como en los dem¨¢s ¨®rdenes de la vida est¨¢ impuesto en la ense?anza por el Gobierno y la sociedad blancos. La edades de los manifestantes oscilaban entre los 13 y 18 a?os. 17 de junio: son ya m¨¢s de 50 los muertos y 250 los heridos. No son los primeros ni ser¨¢n los ¨²ltimos. Sud¨¢frica es un polvor¨ªn con una mecha que cada vez se acorta m¨¢s. La intransigencia de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n blanca -minoritaria- basados en un ego¨ªsmo tradicional y la irresponsabillidad de los grandes negocios del mundo son la piedra angular del tinglado racista montado en Sud¨¢frica. Y ser¨¢n los responsables del estallido final.
La filosofia antihumanista del sistema de represi¨®n totalitaria implantado en Sud¨¢frica queda reflejada en estas palabras de Strijdom, jefe de Gobierno de 1955 a 1958: ?Ll¨¢menlo supremac¨ªa, gobierno del amo o lo que ustedes quieran. Contin¨²a siendo dominaci¨®n. Soy tan descarnado como puedo. No estoy excus¨¢ndome. O el blanco domina al negro o ¨¦ste toma el poder. La ¨²nica manera en que el europeo puede mantener la supremac¨ªa es por dominaci¨®n. Y la ¨²nica manera en que puede mantener la dominaci¨®n es retirando el voto a los africanos?. Ya se ha visto que no basta con ello. Hay que emplear las ametralladoras, los tanques y los aviones. Pero ni con ellos. La historia, felizmente, est¨¢ contra las gentes como Strijdoni y los que como ¨¦l entienden el ?sentido de misi¨®n? de la civilizaci¨®n blanca. Lo grave, lo que provoca lo que despu¨¦s se denomina "tragedia"es que en la actual Sud¨¢frica la mayor¨ªa de la poblaci¨®n blanca (unos 4 millones frente a unos 18 de no blancos) apoya al apartheid o sistema de discriminaci¨®n racial, que, en palabras oficiales de las Naciones Unidas, es ?toda distinci¨®n, restricci¨®n o presencia basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o ¨¦tnico que tenga por objeto o por resultado, anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales en las esferas pol¨ªtica, econ¨®mica, social, cultural o cualquier otra esfera de la vida p¨²blica. ?
Es la Sud¨¢frica de hoy una sociedad dram¨¢tica peculiar y, afortunadamente, ¨²nica en el mundo.
Ser¨ªa terrible la proliferaci¨®n del ejemplo. Motivos ideol¨®gicos y econ¨®micos impulsan la pol¨ªtica racista.
Los blancos sudafricanos creen tener derecho a permaecer en Africa porque en ella est¨¢n desde hace un par de siglos. Pero lo hacen orpimiendo a la poblaci¨®n ind¨ªgena que ya habitaba all¨ª siglos antes de su llegada.
Ideol¨®gica, sicol¨®gicamente, viven muchos de ellos la idea de la supremac¨ªa de la raza. Algunos dirigentes abiertamente con el nazismo. Cuando los (emigrantes holandeses y hoy sus descentes) emprendieron la conquista de Africa del Sur hubieron de preocuparse por una raz¨®n que, al menos aparentemente, la justificara. Calvinistas con dos, fug¨ªtivos de la ocupaci¨®n espa?ola sufrida vencidos por su pa¨ªs, buscaron durante largo tiempo una raz¨®n religiosa. Y creyeron hallarla. D¨ªce.Jean Ziegler: ?El problema que entonces se planteaba a la conciencia del blanco era el siguiente: ?C¨®mo justificar en un plano universal la reivindicaci¨®n de privilegios particulares" C¨®mo conciliar el amor al pr¨®jimo con la explotaci¨®n del africano? En las peque?as iglesias de madera de naranjo, el domingo por la ma?ana, los predicadores buscaban la respuesta. La encontraron en el Lev¨ªtico, cuyo cap¨ªtuillo, 25, vers¨ªculo, 44, dice:
?De las naciones que te rodean sacar¨¢s tu esclavo y tu siervo?. Descubrieron muchos otros pasajes que, con un poco de buiena voluntad, podr¨ªan interpretarse como pruebas del buen fundamento de su teor¨ªa de la superioridad blanca. Una vez afirmada esta superioridad, la antinom¨ªa entre el amor al pr¨®jimo y el sufrimiento impuesto a los negros estaba milagrosamente resuelta. La teor¨ªa de los se?ores y los siervos, de la desigualdad cong¨¦nita de las razas, querida por Dios y confirmada por los hechos, se convirti¨® en el dogma oficial de la Nederduits -Kerk, la iglesia a la que pertenecen el 83 por 1.00 de los afrikaners. ?
Pero el montaje ideol¨®gico ser¨ªa in¨²til sin el econ¨®mico. De ¨¦l se encargar sobr¨¦ todo siete u ocho grandes compa?¨ªas multinacionales que controlan la econom¨ªa del basti¨®n blanquista. Sud ¨¢frica produce el 70 por 100 del oro de occidente y son los pa¨ªses occidentales quienes lo manejan. De ah¨ª su apoyo al Gobierno sudafricano a pesar de las condenas y ?embargos? de las Naciones Unidas. Y de ah¨ª tambi¨¦n su responsabilidad en ?tr¨¢gicos? acontecimientos como los de Shaerpeville de 1960 o el de Soweto reci¨¦n ocurrido. La palabra ?tragedia? contribuye a diluir las responsabilidades de los agentes causantes de las matanzas de una cat¨¢strofe natural -un terremoto.
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