De zona residencial a caos funcional
El barrio de Salamanca, tan entra?able para muchos madrile?os, ha sido tal vez el primero que comenz¨® a perder su fisonom¨ªa ciudadana en aras de una funcionalidad dudosamente lograda hoy. Asistimos a un cambio de su primitivo car¨¢cter residencial hacia otro despersonalizado y ambiguo, cuyos problemas examinaremos en varios cap¨ªtulos.
Cuatro barrios, Recoletos, Goya, Castellana y Lista, con una poblaci¨®n socialmente heterog¨¦nea estimada en 130.000 habitantes, componen el denominado barrio de Salamanca. Antiguo ensanche del angosto Madrid de 1860, su evoluci¨®n lo ha convertido hoy en uno de los corazones comerciales, burocr¨¢ticos y est¨¦ticos de la Villa.Su trazado geom¨¦trico, rectil¨ªneo, combado s¨®lo en la plaza de su fundador, marqu¨¦s de Salamanca, parec¨ªa avecinar los primeros intentos de planificaci¨®n urbana en Madrid, sacudido ya a finales del XIX por los graves problemas de las ciudades europeas.
Aparentemente bien estudiado, su fisonom¨ªa conjugaba una arquitectura civil simple y unas v¨ªas de oxigenaci¨®n, los bulevares, importadas tard¨ªamente de otras capitales. De composici¨®n social plural, sus inmuebles reflejan todav¨ªa en los dinteles de los pisos la extracci¨®n y el rango de los moradores; dinteles prol¨ªficos y con acanto para los pisos principales habitados por profesionales liberales exitosos, literatos, hombres de negocios o rentistas-, dinteles menos brillantes en los segundos, ocupados por funcionarios o peque?os comerciantes, los de los terceros permanecen vac¨ªos de decoraci¨®n, para bohemios, proletarios o empleados.
Algunas fincas, cuadriculadas sobre manzanas, a¨²n conservan patios con ¨¢rboles y fuentes, si bien la creciente demanda de sus solares pone en.trance de desaparecer estos pulmones privados, est¨ªmulo de acercamiento del vecindario que los ocupa. Casas de techos grandes y altos, incorporaron a su interior los ba?os y el agua caliente, las grandes cocinas de carb¨®n y las balconadas acristaladas.
Barrio bien dotado de servicios, construido para ser residido, sobre su espacio se instalaron muchos colegios, fundamentalmente religiosos, varios mercados amplios -hasta cuatro-, asilos, conventos y almacenes con talleres adosados.
Paulatinamente, el barrio de Salamanca va a mostrarse sensible a casi todos los cambios verificados en el espectro socio-econ¨®mico de los madrile?os.Con la Primera Guerra Mundial, se foment¨® la construcci¨®n de su ¨¢mbito, todav¨ªa raso en muchos de sus solares. La construcci¨®n de viviendas mantuvo el r¨¦gimen de alquileres con e que hab¨ªa nacido, si bien, al poco de concluir la Guerra Civil, se estimula el tipo de propiedad mancomunada mediante viviendas de renta limitada amparadas por la legislaci¨®n. Aparece un nuevo componente, que consiste en la instalaci¨®n en el barrio de sedes d organismos oficiales. Varios Mi nisterios -Industria y Comercio, el Instituto Nacional de Industria, la F¨¢brica Nacional de Moneda- y Timbre- quedan alojados en su demarcaci¨®n, aunque algunos de ¨¦stos, poco antes, ya pose¨ªan de pendencias en ella.
Hacia 1965 se consuma el proceso de centralizaci¨®n que el barrio experimenta respecto a Madrid en su conjunto. La acci¨®n municipal se orienta hacia la extirpaci¨®n de los bulevares, de los cuales queda hoy un ¨ªnfimo residuo en la calle de Juan Bravo. Los almacenes populares y los talleres empiezan a ser sustituidos por grandes centros comerciales y los peque?os comercios especializados se trocan en boutiques. La hegemon¨ªa est¨¦tica del barrio de Salamanca comienza a manifestarse m¨¢s tarde, con la proliferaci¨®n de salas de exposiciones, tiendas especializadas en ropa, cafeter¨ªas de elevado standing y cines de precios altos. Remozadas muchas de sus calles, las primeras que en Madrid recibieran a los tranv¨ªas y a los trolebuses, los ejes m¨¢s c¨¦ntricos se convierten pr¨¢cticamente en autopistas amplias, capaces de absorber el enorme flujo de visitantes que la locafizaci¨®n de los negocios y de las oficinas arrastrara hacia el barrio. Su car¨¢cter inicialmente residencial, arm¨®nico y ordenado, inicia un proceso de descomposici¨®n hacia una pretendida funcionalidad, insatisfecha por las aglomeraciones de tr¨¢fico, que alejar¨¢ del barrio los colegios, los hospitales, los asilos y los ¨¢rboles.
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