M¨¢s contenido para la temporada madrile?a
La fiesta de los toros, en Madrid no es s¨®lo la feria de San Isidro. O no debiera serlo. La temporada que empieza por San Jos¨¦, concluir¨¢ para Todos los Santos, si el tiempo no lo impide. Hay festejo todos los d¨ªas festivos en Ventas y Vista Alegre, o por lo menos en la Monumental. Debe decirse porque hay quien no lo sabe.Pero la culpa de que la temporada taurina madrile?a no suene m¨¢s que durante el largo serial de la isidrada no la tienen sino las propias empresas, que ofrecen unas combinaciones de toreros sin apenas atractivos y cuando rara vez lo tienen hacen bien poco para promocionarlos. Haya disculpa, y clara, para los arrendatarios del coso carabanchelero, donde hoy no es negocio organizar festejos, y que est¨¢n ahora empe?ados en encontrar nuevos valores de la noviller¨ªa y en dotar de continuidad y prestigio a la propia plaza, los cuales perdi¨® hace mucho, a ra¨ªz de la nefasta administraci¨®n de los Dominguines, que parec¨ªa contraria a cuanto pudiera significar apoyo a los intereses de los aficionados. Pero no la hay -o no la encontramos- para la empresa de la Monumental.
Est¨¢ bien que organice novilladas, pues hacen mucha falta, son de necesidad vital para la fiesta, y corridas de toros con diestros que se consideran modestos, tantas veces con palpable injusticia, cuyas actuaciones suelen tener mayor a inter¨¦s que las de los fen¨®menos. Pero deben dejar al margen influencias y partidismos y dotar a los carteles respectivos de variedad y novedad. A los triunfadores de estos festejos ha de conced¨¦rseles la oportunidad de repetir con ganado de garant¨ªa y montar con ellos combinaciones atrayentes en fechas que no sean festivas; volver a las corridas de los jueves (quiz¨¢ en estos tiempos ser¨ªan mejor los viernes, donde en realidad empieza el fin de semana), que tuvieron solera e hicieron tradici¨®n; recortar a unos l¨ªmites de cordura el cansino y empalagoso serial de mayo y dotar de contenido los siete restan les meses de la temporada madrile?a; impulsar el espect¨¢culo de forma que el p¨²blico se mentalice de: que hay toros en gran parte del a?o y que tienen inter¨¦s espec¨ªfico.
El negocio empresarial, entiendo, no est¨¢ re?ido con el inter¨¦s de los aficionados, el gusto del p¨²blico y la buena marcha de la fiesta. Quiz¨¢ s¨®lo haga falta ilusi¨®n por la tarea, afici¨®n tambi¨¦n en el seno de la propia empresa, inteligente gesti¨®n gerencial y menos intereses creados. Lo cual, qui¨¦n sabe, a lo mejor resulta que es pedir demasiado.
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