Ahora se pagan las facturas viejas
El Gobierno, por boca del titular de las responsabilidades econ¨®micas, ha insistido reiteradamente hasta hace unos d¨ªas acerca de que el ¨ªndice del coste de la vida de este a?o no sobrepasar¨¢ la cota de 1975.Al quinto mes, sin embargo, ya estamos en el 11,72 por 100, y nada indica que la bola deje de rodar aunque lo haga con menos ritmo que en abril y mayo.
Ante el vendaval inflacionista de estos dos meses, el Ministerio de Hacienda dice en las ¨²ltimas semanas que el ¨ªndice es malo, que es poco significativo, que no sirve demasiado... La patata y el pan se han convertido en enemigo p¨²blico n¨²mero 11 y ¨²nicos responsables de la situaci¨®n. A la patata se achaca el 3,33 por 100 del aumento del ¨ªndice, al pan le toca el 3,3
En los primeros d¨ªas de mayo entr¨® en vigor un decreto de ordenaci¨®n de la industria panadera. El decreto b¨¢sicamente supon¨ªa establecer un precio m¨¢ximo para este producto, devolver a la industria una trasparencia perdida hace d¨¦cadas y liquidar la ficci¨®n del peso. Viejos gobiernos de los a?os sesenta trataron de mantener congelado el precio del pan, sobre todo a efectos contables para el ¨ªndice del coste de la vida. Como el sector presionaba para conseguir nuevos precios, se lleg¨® a repetidas componendas por las cuales en lugar de medir por kilos se hac¨ªa por nominaciones. Nacen las llamadas pistolas, gallegas..., se desarrollan con los a?os, pierden peso y se reducen casi a la m¨ªnima expresi¨®n en fechas recientes.
La situaci¨®n tiene un l¨ªmite, en el cual las barras de pan no pueden ser m¨¢s finas. Hay que dar primeros pasos para poner orden en un sector ca¨®tico. De esas medidas resulta que el pan empieza a llamarse y medirse como tal.
Pero el efecto de ese primer intento de ordenaci¨®n, se vuelve ?contra los ordenancistas en forma de repercusi¨®n en el ¨ªndice de inflaci¨®n. Cuando los inspectores de Estad¨ªstica con trolan los precios del pan en los muestreos del mes de mayo, ya no tienen que contabilizar la llamada ?gallega?, pieza de museo, de vida administrativa, existente s¨®lo a efectos de ponderaci¨®n en el ¨ªndice con un precio congelado en los a?os sesenta. Tampoco tienen que mantener la ficci¨®n del peso. Ahora el pan cuenta por su valor real, y resulta que el ¨ªndice aumenta el 3,3 por 100. Seg¨²n la nota oficial, descontada la subida del pan de mayo, la ficci¨®n mantenida durante a?os ha supuesto al ¨ªndice un aumento superior a los dos puntos.
Es decir, que esos dos puntos se han estado escamoteando del ¨ªndice desde hace tiempo. Los salarios deber¨ªan haber asimilado esos dos puntos. Los arrendamientos y todas las dem¨¢s variables econ¨®micas, que se rigen por el ¨ªndice de inflaci¨®n, que tan poco gusta ahora a las autoridades, han perdido esos puntos por una pol¨ªtica de los a?os sesenta, los de la planificaci¨®n, la eficacia y el crecimiento.
La factura inflacionaria que ahora comenzamos a pagar est¨¢ generada en pol¨ªticas viejas que ahora descubren la parte oculta del iceberg. El tema del pan es uno de los m¨¢s.claros, pero a su lado se mantienen otros muchos que ir¨¢n aflorando con el paso de los meses y comportar¨¢n nuevos estremecimientos en el pa¨ªs. La inflaci¨®n de 1976, todo un r¨¦cord capaz de descalificar a cualquier Gobierno, no es fruto de los errores presentes solamente, sino de los vicios acum¨²lados, en largos a?os en que la Administraci¨®n pod¨ªa dictar normas y enmascarar situaciones.
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