"Ford y Kissinger nos colocaron ante los hechos consumados"
En su campa?a electoral usted ha introducido un importante tema, relativo a la necesaria clarificaci¨®n de las acciones del Gobierno Federal. ?Cree usted que esta transparencia debe tambi¨¦n aplicarse a la pol¨ªtica exterior?.-Reconozco que antes de tomar una decisi¨®n sobre pol¨ªtica exterior, debe existir un sistema libre de relaciones entre los miembros del Gobierno y los funcionarios encargados de ejecutar las decisiones. Pero estimo que las decisiones finales, supervisadas tanto por el Congreso como por el presidente deben ser tomadas a la luz de! sol. Por supuesto, que las cuestiones relativas a la seguridad nacional deben ser reservadas. Si no, est¨¢ claro que nuestros adversarios potenciales tendr¨¢n la misma informaci¨®n que nosotros.
El Consejo Nacional de Seguridad
Usted sabe que el Pent¨¢gono aumenta cada a?o su presupuesto y que constantemente exige m¨¢s fondos para la utilizaci¨®n o la fabricaci¨®n de nuevas armas, estas exigencias no son siempre compartidas por el Congreso en lo que se refiere a la confecci¨®n de los presupuestos. Si usted llega a ser presidente, ?har¨¢ que estos temas, hasta ahora considerados como asuntos internos por el Pent¨¢gono, necesiten la intervenci¨®n del Congreso?.
-Pienso que si pretendemos que todas estas cuestiones se presenten ante el Congreso y el p¨²blico se producir¨¢ una situaci¨®n muy confusa que en absoluto ayudar¨¢ a conseguir los objetivos propuestos. Pero si, por ejemplo, surgiese una divergencia entre el secretario de Defensa y la junta de jefes del Estado Mayor Conjunto sobre el nivel de fondos requeridos, no pondr¨ªa ninguna objecci¨®n a que la cuesti¨®n fuese presentada al Congreso.
-Pero, ?se tratar¨ªa de alternativas, o de discusiones sobre la diferencia que puede surgir en la compra de un avi¨®n o de otro?
-Quiero decir que no se trata de una objeci¨®n a la pol¨ªtica del Departamento de Defensa en concreto. Que yo har¨ªa mis propias recomendaciones y objeciones y que me reservar¨ªa el derecho de continuar obstinadamente defendiendo mi propia decisi¨®n.
-Cuando el presidente Nixon lleg¨® al poder se trajo consigo a Henry Kissinger a la Casa Blanca con la idea de fortalecer el Consejo de Seguridad con respecto al Departamento de Defensa, para as¨ª convertir a la Casa Blanca en un lugar clave para las cuestiones de defensa y pol¨ªtica exterior. ?Usted piensa mantener esa posici¨®n dominante del Consejo Nacional de Seguridad, o devolverle los poderes al Departamento de Estado?
-En la medida que esta pregunta se refiere a la evoluci¨®n de la pol¨ªtica extranjera no querr¨ªa tener en la Casa Blanca un gabinete con categor¨ªa superior a la del Departamento de Estado. Pienso poner en aquel Departamento a los m¨¢s competentes funcionarios y dejarles realizar sus funciones sin ninguna interferencia por mi parte, aunque yo siempre sea el responsable. Realmente prefiero ser el portavoz de la naci¨®n en cuestiones de pol¨ªtica extranjera. Por tanto, no establecer¨¦ un poder en la Casa Blanca que sea superior al de los funcionarios de la Administraci¨®n P¨²blica o al de sus departamentos. En la actualidad, por otra parte, veo que la relaci¨®n entre los Departamentos que de un modo u otro tratan de cuestiones internacionales -Comercio, Agricultura y, por supuesto, Estado y Defensa- no es muy buena y querr¨ªa que la coordinaci¨®n mejorase para que nuestras. relaciones con los otros pa¨ªses sean m¨¢s coherentes, para que puedan elaborarse mejores planes y dedicar una atenci¨®n pol¨ªtica m¨¢s precisa a todas las regiones del globo. Este ser¨ªa el resultado de una mayor armon¨ªa entre los miembros del Gabinete de la Casa Blanca y los diversos departamentos.
La cuesti¨®n m¨¢s importante
?Cree usted que la pol¨ªtica exterior de los Estados Unidos constituye la cuesti¨®n m¨¢s importante en la campa?a electoral?
-S¨ª lo creo, y me parece algo inevitable, dado que la campa?a, tanto por mi parte como por la de Reagan se realiza contra un presidente en el poder. Por ello, lo que m¨¢s sale a colaci¨®n es la pol¨ªtica exterior y su modo de proceder en la conducci¨®n de los asuntos extranjeros. Ahora ¨¦sta es la cuesti¨®n que m¨¢s interesa al pa¨ªs.
-?Cree usted que la Casa Blanca considera que la pol¨ªtica exterior tiene gran importancia para el pueblo norteamericano?
-Posiblemente. Los sondeos de opini¨®n que hemos realizado durante todo el a?o no muestran, sin embargo, que constituya una gran preocupaci¨®n para el pueblo americano. Cuando la pregunta se ha planteado en un espectro nacional de la opini¨®n, los resultados de las encuestas indicaban que la gente piensa que yo tengo bastante sentido com¨²n y bastante elocuencia para representar a este pa¨ªs con dignidad ante los cen¨¢culos internacionales. Y pienso que la mayor¨ªa del pueblo no considera que la pol¨ªtica exterior de los Estados Unidos sea un arcano que no pertenece a la vida de cada d¨ªa. Los americanos se aproximan a las cuestiones internacionales, aunque estas sean dif¨ªciles, cada uno con su criterio,y en mi opini¨®n, consideran que el que tenga habilidad para encargarse de los asuntos dom¨¦sticos,muy posiblemente es capaz tambi¨¦n de tratar de asuntos extranjeros.
-Usted ha criticado diversos puntos de la pol¨ªtica de distensi¨®n, en especial los acuerdos con la Uni¨®n Sovi¨¦tica. ?Qu¨¦ opina de los acuerdos Salt que firmamos en 1972 como un pre¨¢mbulo a la limitaci¨®n de los misiles ofensivos9? ?Cree usted que fue un buen acuerdo para los Estados Unidos?
-Lo creo. Estimo que cualquier acuerdo que hayamos firmado para limitar las armas at¨®micas, es mejor que nada. Pienso, al mismo tiempo, que nosotros somos superiores a la Uni¨®n Sovi¨¦tica en lo relativo a la capacidad nuclear y que las limitaciones de armamentos podemos mantenerlas sin problema.
El equilibrio
El primer acuerdo Salt fue criticado por muchas personas en este pa¨ªs, porque la Uni¨®n Sovi¨¦tica pose¨ªa una capacidad ofensiva superior, en especial en misiles. ?Qu¨¦ piensa sobre ello? ?Cree que la superioridad sovi¨¦tica en la disponibilidad de misiles tiene alguna significaci¨®n pol¨ªtica o diplom¨¢tica?
- Bien, es una cuesti¨®n nada despreciable, desde luego. Pero creo que no existe tal superioridad sovi¨¦tica, globalmente hablando. Los sovi¨¦ticos tienen alguna ventaja en dep¨®sitos de misiles, pero nosotros les aventajamos a ellos en submarinos y tambi¨¦n en tecnolog¨ªa. En f¨ªn, pod¨ªamos seguir comparando. Pero en definitiva creo que no puede decirse que, en general, los sovi¨¦ticos sean m¨¢s poderosos que nosotros en armamento. Creo que mantener este equilibrio de fuerzas es una buena cosa que debe mantenerse. La incapacidad de una naci¨®n para defenderse por s¨ª misma de un eventual atacante es hoy, probablemente el principal argumento para diluir la posibilidad de una guerra nuclear.
-En el caso de que la Uni¨®n Sovi¨¦tica haga de nuevo cosas como la intervenci¨®n en Angola, ?usar¨ªa nuestra fuerza econ¨®mica o la fuerza econ¨®mica de nuestros aliados para que la Uni¨®n Sovi¨¦tica cesase en este tipo de actitudes?.
-S¨ª, lo har¨ªa.
-?Incluso con la supresi¨®n de venta de cereales?
-Bueno, cuanto antes se apliquen estas presiones econ¨®micas, m¨¢s posibilidades de ¨¦xito tendr¨¢n. Si usted espera a que los sovi¨¦ticos hagan lo que tienen pensado hacer ser¨¢ muy dif¨ªcil, si no imposible, que abandonen la acci¨®n emprendida pese a las presiones que nosotros realicemos. Por ello pienso que las relaciones exteriores de los Estados Unidos, tal y como han sido llevadas por Ford y por Kissinger, nos han conducido frecuentemente a los hechos consumados. No me gustar¨ªa utilizar las cuestiones de alimentaci¨®n como un arma. Pero tambi¨¦n es verdad que si queremos ejercer presiones sobre una naci¨®n, la cuesti¨®n de las ventas de alimentos no pueden considerarse aisladamente, sino como dentro de la reducci¨®n de intercambios.
-?Se imagina una situaci¨®n en el Tercer Mundo, en Am¨¦rica Latina o en Africa, que puede requerir el env¨ªo de soldados de los Estados Unidos?
-Bueno, obviamente es una cuesti¨®n muy amplia. Por supuesto que si los sovi¨¦ticos meten tropas en Costa Rica, har¨ªa todo lo posible por defender aquel pa¨ªs, o Panam¨¢, o...
-?Pero en una guerra interna, en una guerra entre poderes regionales en Africa o en Am¨¦rica Latina, donde la Uni¨®n Sovi¨¦tica est¨¦ directamente complicada, donde no haya tropas chinas o tropas sovi¨¦ticas ... ?
-Si la guerra es interna, una lucha por el control del Gobierno, no puedo imaginar las circunstancias bajo las cuales las tropas norteamericanas ser¨ªan enviadas. Si se tratase de una guerra entre dos pa¨ªses, en la que los intereses de nuestra patria estuviesen directamente implicados, considerar¨ªa la posibilidad de enviar tropas.
-?Qu¨¦ puede decirme sobre la garant¨ªa a la seguridad de Israel, en el contexto de un acuerdo global sobre la zona?
-He discutido esta cuesti¨®n con muchos l¨ªderes israel¨ªes, con el primer ministro y con el que antecedi¨® en el cargo. Nunca escuch¨¦ una petici¨®n israel¨ª en el sentido de utilizar tropas americanas en cualquier circunstancia imaginable. Si hubiese un acuerdo entre Israel y sus vecinos de modo que ¨¦stos aceptasen la no beligerancia y reconociesen el estado de Israel -al mismo tiempo que se contribuyese a la resoluci¨®n del problema palestino- y esta exigiese la permanencia temporal de tropas norteamericanas en la regi¨®n yo estar¨ªa dispuesto a estudiar la f¨®rmula. Sin embargo, prefiero que en lugar de nuestros soldados, se utilicen los de las Naciones Unidas o una fuerza militar mixta.
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