Los tulios, menos fieros, m¨¢s nobles, mantienen la casta
A lo mejor, ahora que los sanfermines caen de vencida empezamos a averiguar qu¨¦ es lo que de verdad quieren las pe?as. A lo mejor no quieren sanfermines politizados, como han venido si¨¦ndolo en la plaza durante toda la semana, lo cual, que nadie se haga ilusiones, no quiere decirse que renuncien a las peticiones de amnist¨ªa y libertad, voces que, con otras, ya se hab¨ªan dado en manifestaci¨®n por las calles de Pamplona horas antes.Cuando terminaba la merienda, a la altura del quinto toro de la tarde, en el tendido apareci¨® una bandera nacionalista vasca. El mozo que la exhib¨ªa, nada cohibido, se puso en pie y la flame¨® a placer, mientras se desataba una fuerte divisi¨®n de opiniones. Divisi¨®n que dur¨® poco, pues de s¨²bito se hizo un silencio, ese silencio que es cl¨¢sico en los pamplonicas tendidos de sol cuando algo traman, y al momento las pe?as, todas brazos en alto, se dirig¨ªan al abanderado en un clamor: ?San Ferm¨ªn, San Ferm¨ªn, San Ferm¨ªn?.
En la quinta corrida de los sanfermines, celebrada el domingo, se lidiaron cinco toros de Isa¨ªas Tulio V¨¢zquez y uno de Arranz (el tercero), todos ellos bien presentados, con casta
El de Arranz derrib¨®. El primero de Tulio fue bravo y pastue?o, el segundo se agot¨® en la muleta, el lidiado en cuarto lugar cumpli¨® con los caballos y acab¨® noble; tambi¨¦n el quinto, que fue manso en el primer tercio, el sexto, flojo, desarroll¨® sentido.Joaquin Bernad¨®- Tres pinchazos, bajonazo y descabello (pitos). Pinchazo, bajonazo descarado, y rueda de peones (silencio). Miguel M¨¢rquez- Pinchazo y media estocada (aplausos y saludos). Media estocada tendida (oreja). El Regio- Dos pinchazos, estocada delantera y descabello (silencio). Seis pinchazos pescueceros, estocada delantera y descabello (pitos). Banderille¨® con lucimiento los dos toros de Miguel M¨¢rquez el subalterno Pepe Ortiz, a quien antes de empezar la corrida se le entreg¨® el trofeo al mejor banderillero de la edici¨®n 1975 de los sanfermines. Tambi¨¦n se dedic¨® un homenaje a Isidro Mar¨ªn, el matador de toros plamplonica, por cumplirse el 25 aniversario de su alternativa. El acto fue muy emotivo. Visiblemente conmovido correspondi¨® Mar¨ªn a la gran ovaci¨®n que le dedic¨® el p¨²blico. Como todos los d¨ªas hubo un lleno absoluto. Est¨¢n agotadas todas las localidades para cuanto queda de feria.
Hab¨ªamos ido a los toros a ver los famoso tulios, que por la ma?ana hab¨ªan hecho un encierro impecable, bien arropaditos con los mansos, en rectitud y a vivo ritmo desde la calle de la Estafeta hasta el toril. Los tulios salieron por la tarde en general buenos para hacerles el toreo. De aquellos tulios, pura fiereza, que dieron leyenda a la divisa, apenas queda nada. S¨ª, casta excelente, y nobleza tambi¨¦n. El primer toro de Bernad¨®, muy bravo para el caballo, en el ¨²ltimo tercio no parec¨ªa tulio sino un atanasio. El espada catal¨¢n estuvo solo pulcro, copia de s¨ª mismo en tantos y tantos a?os de calcar el mismo tipo de faena: unos derechazos de frente sin ligar, por la izquierda lo mismo, pero confi¨¢ndose un poco menos, molinetes con la muleta invertida. Hizo mal en no aprovechar este toro porque el cuarto ya fue m¨¢s tulio, aunque noble y terriblemente encastado, y se te escap¨® la oportuilidad de triunfar, pues no pudo con ¨¦l. Bernad¨® tuvo un gran fracaso.
Y M¨¢rquez no le fue demasiado a la zaga, aunque m¨¢s animoso; se llev¨® una oreja. Le vendr¨¢ bien ese trofeo, pero si hab¨ªa aficionados en la plaza tuvo que quedar al descubierto la escasa torer¨ªa que puso en la tarea. El segundo de la tarde se vino abajo y no ten¨ªa un pase. M¨¢rquez estuvo con ¨¦l voluntarioso. El quinto era, en cambio, boyante y le hizo en el centro del ruedo una faenita despegada, de derechazos con la mano alta, sin un s¨®lo perfil de calidad. Le pidi¨® la muerte el toro -todo toro tiene su ritmo, su t¨¦cnica, su n¨²mero de pases- y no se la dio, sino que prolong¨® el trasteo para llevar al animal al tercio, al calor de las pe?as, a fin de impresionarlas con unas giraldillas, conatos de circulares y un desplante de rodillas. Naturalmente, cuando quiso entrar a matar, el toro estaba gazap¨®n y le cost¨® cuadrarle. Finalmente fue h¨¢bil y le caz¨® con la espada, y como est¨¢bamos en que ? ?Viva San Ferm¨ªn!?, la oreja le vino de regalo.
Pero quiz¨¢ contribuy¨®, asimismo, la espectacular muerte del tulio, cuyo comportamiento hab¨ªa sido desconcertante. Un ejemplar tremendo de trap¨ªo, result¨® manso en varas, pronto y noble en el ¨²ltimo tercio, escarb¨® al final cuando se sinti¨® herido a estoque, acudi¨® retador hasta el centro del ruedo para agonizar y morir all¨ª, pr¨¢cticamente, de pie.
Un torazo de Arranz, con genio, y un tulio violento que buscaba con sentido, le correspondieron a El Regio. Muy nervioso, poco placeado, estuvo mal. No se acopl¨® a la buena embestida del arranz para el natural y en el resto, suerte de matar incluida, anduvo a la deriva.
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