Piden el nombre de "Normi Menchaca" para la calle en que muri¨® la sardinera santurzana

Veintitr¨¦s asociaciones de vecinos del Gran Bilbao han pedido que se d¨¦ el nombre de Normi Menchaca a la calle Capit¨¢n Mendiz¨¢bal, de Santurce, donde hace nueve d¨ªas cay¨® muerta en el transcurso de una manifestaci¨®n pro amnist¨ªa. En relaci¨®n con estos hechos, sobre los que no se ha dado todav¨ªa una convincente informaci¨®n oficial a juicio del pueblo, han sido llamadas a declarar unas seis personas, una de las cuales -Alberto Eguiluz, camarero del bar Toki-Ona- permaneci¨® en comisar¨ªa por espacio de unas cinco horas.

Acerca de las extra?as circunstancias en las que tuvo lugar el entierro de la v¨ªctima, que podr¨ªan originar la presentaci¨®n de una querella por secuestro de cad¨¢ver, el marido de Bego?a Menchaca ha testificado que el domingo d¨ªa 11, a las 6.30 de la tarde, autoriz¨® a la funeraria a que embalsamase el cad¨¢ver, corriendo de su cuenta las seis mil pesetas que costaba la operaci¨®n.Apenas dos horas m¨¢s tarde se le notific¨® que el cuerpo se encontraba ya en el cementerio y que iba a ser enterrado esa misma tarde, de acuerdo con las normas sanitarias que obligan a hacerlo en un plazo de cuarenta y ocho horas. El alcalde de la localidad concedi¨® un nuevo plazo hasta las nueve de la ma?ana del lunes d¨ªa 12, pero a las 7.30 se presentaron en casa del marido un coche de la polic¨ªa municipal y otro de la polic¨ªa armada para comunicarle que se iba a proceder al enterramiento de manera inmediata.

La familia, acompa?ada de un sacerdote con quien hab¨ªan hablado el d¨ªa anterior en torno a este tema, se traslad¨® al cementerio, que se encontraba fuertemente custodiado por fuerzas de orden p¨²blico. A requerimiento de los familiares, ni el enterrador ni la polic¨ªa armada pudo presentar la documentaci¨®n necesaria para proceder a la inhumaci¨®n.

Tras recibir el aviso de la polic¨ªa municipal, el alcalde de Santurce se person¨® en el lugar exhibiendo una orden de la Jefatura de Sanidad para que se llevase a cabo el entierro. Al no existir permiso de la autoridad eclesi¨¢stica, el esposo y el sacerdote hablaron con el obispado de Bilbao, desde donde les informaron que nada sab¨ªan al respecto, pero que en todo caso se respetasen los deseos de la familia.

Despu¨¦s de esta gesti¨®n se mantuvo un largo di¨¢logo con el alcalde para tratar de encontrar una soluci¨®n. La familia pidi¨® que si no pod¨ªa accederse a la celebraci¨®n de un funeral de cuerpo presente, a la hora prevista, ocho de la tarde, al menos permaneciese el cad¨¢ver en la capilla del camposanto hasta despu¨¦s del oficio religioso. Ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo, los familiares y el sacerdote se ausentaron haciendo entender que si se llevaba a cabo el enterramiento lo considerar¨ªan como un acto de fuerza por parte de los responsables.

Se supo posteriormente que los representantes de sanidad procedieron a la inhumaci¨®n a las doce del mediod¨ªa, en ausencia de los familiares.