La amnist¨ªa
LA PRIMERA impresi¨®n que ofrece a nuestros ojos la amnist¨ªa concedida por el Rey a petici¨®n del Gobierno, es que es la mejor de las posibles, aunque no la m¨¢s amplia de las deseables. En efecto, creemos que la amnist¨ªa se muestra generosa en la rehabilitaci¨®n de los funcionarios civiles a sus antiguos cargos y bastante generosa en la liberaci¨®n de penados. Pensamos que una interpretaci¨®n amplia del decreto que la concede permitir¨¢ el abandono de las c¨¢rceles de muchos presos por delitos calificados en su d¨ªa como de terrorismo y que, sin embargo, no colaboraron directamente en acciones sangrientas ni contra la vida humana. Esto nos parece un gesto positivo y digno de valorar. La extensi¨®n de la amnist¨ªa a los delitos militares, aun con la no reincorporaci¨®n al servicio activo de los amnistiados, nos parece un signo m¨¢s de reconciliaci¨®n y de pacificaci¨®n del pa¨ªs.En definitiva, hay que reconocer que el Gobierno no ha defraudado con los l¨ªmites de la amnist¨ªa, aunque no haya contentado a todos. Y as¨ª parece interpretarlo tambi¨¦n gran parte de la oposici¨®n democr¨¢tica y de la opini¨®n p¨²blica extranjera.
Desde un punto de vista patri¨®tico, este gesto se nos configura adem¨¢s como un s¨ªmbolo real de superaci¨®n de la guerra civil. La imagen de los periodistas aplaudiendo al ministro de Informaci¨®n cuando ¨¦ste declar¨® que ya para ¨¦l la guerra civil no exist¨ªa, es sumamente elocuente. Es evidente, sin embargo, que no por este simple hecho puede decirse que las secuelas de la misma guerra hayan desaparecido de la convivencia nacional. Todos los ciudadanos deben por ello esforzarse por seguir este ejemplo de voluntad de reconciliaci¨®n que el poder ha dado.
Desde un punto de vista estrictamente pol¨ªtico, puede decirse que el gobierno Su¨¢rez ha pasado la primera prueba importante a la que ¨¦l mismo ha querido someterse. Siempre nos hemos mostrado exigentes con este Gabinete, porque creemos que es un deber c¨ªvico y social hacerlo. Y no nos parece que haya que darle, desde luego, un sobresaliente, pero el juez m¨¢s duro e imparcial tiene que aprobar que, hasta el momento, su actitud no ha desmentido para nada sus promesas.
Quedan, sin embargo, muchos cabos sueltos por atar. Es muy doloroso, por ejemplo, que el mismo d¨ªa que el pa¨ªs entero se congratula un¨¢nime por esta reconciliaci¨®n hist¨®rica que la amnist¨ªa constituye, un obrero convalezca en una cl¨ªnica madrile?a de las graves heridas que padece a resultas de los disparos de la fuerza p¨²blica durante una manifestaci¨®n. Queremos decir que la actitud pacificadora del Gobierno debe extenderse a todos los ¨®rdenes de la vida nacional. Cada espa?ol debe borrar as¨ª, en su interior, las heridas del pasado y ayudar a construir una Espa?a nueva y democr¨¢tica en la libertad y la justicia, ¨²nica manera de garantizar un verdadero orden social.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.