Cantos religiosos aut¨¦nticos y de calidad
?Por algunos de estos poemas proclamados por toda la comunidad el 26 de enero de 15175, el se?or gobernador, Jos¨¦ Ruiz de Gordoa, tuvo a bien hacerrie pasaar dos d¨ªas por comisar¨ªa -esta vez sin bajar a los calabozos- y llevarme luego, directorr., ente, por una semana, a una larga celda corri¨²n de la c¨¢rcel de Pamplona, donde cayeron pronto, por similares motivos, tres compa?eros y amigos de la parroquia de San Juan, de Estella?, dice el propio Arbeloa al presentar su colecci¨®n de Cantos defiestay lucha. Al salir de la c¨¢rcel, hube, una nueva decepci¨®n: por orden superior, la comunidad se ve¨ªa privada de algunos elementos importantes. Entonces, prosigue V¨ªctor Manuel, "nos mandaron a silbar a la v¨ªa -la v¨ªa del ferrocarril pasa muy cerca de la parroquia de Nuestra Se?ora del Pilar-, pero nosotros preferimos volver a la v¨ªa p¨²blica. Nos hicieron callar en el templo del barrio -¨¢spero, de cemento y ladrillo, lejano y, al mismo tiempo, familiar y casero-, pero nosotros decidimos continuar, ya casi sin voz p¨²blica ,predicando sobre los tejados'. Ediciones S¨ªgueme ha hecho posible en verdad, ahora corno en tantos casos, este precepto evang¨¦lico?.La colecci¨®n de cantos religiosos que nos presenta V¨ªctoi Manuel Arbeloa, adem¨¢s de la indiscutible calidad art¨ªstica, tiene la innegable impronta de la autenticidad: han salido del c¨¢lido aliento de una comunidad de creyentes en Cristo. Como en el cristianismo primitivo. Los que ya somos veteranos en estas lides nos preguntamos c¨®rilo hemos pQdido aguantar tanto tiempo la recitaci¨®n de unos himnos lit¨²rgicos, escritos en un lat¨ªn retorcido que jam¨¢s ha hablado de verdad ning¨²n ser pensante, y dotados de la rara habilidad de no decir absolutamente nada, ya que manejan una indigesta tautolog¨ªa de palabras tomadas de un lat¨ªn muerto y deshecho.
Captos de fiesta y lucha, de V¨ªctor Manuel Arbeloa
Salamanca. Ediciones S¨ªgueme, 1976.
Los cantos de Arbeloa no solamente son ¨²tiles para las comunidades cristianas, sino para todos los espacios humanos donde verdaderamente se busca ansiosamente la posibilidad de celebrar, ?por fin!, la gran fiesta de la libertad. A este respecto, recomiend o la lectura del "salmo en el d¨ªa primero de mayo" (pp. 39 y ss.).
Para situar mejor el contexto de los cantos, Alfredo Fierro inaugura el libro con una carta-pr¨®logo, que considero importante por lo que tiene de tipificadora. Fierro, que ha demostrado la hondura de su pensamiento y la vastedad de su cultura a lo largo de sus numerosas publicaciones teol¨®gicas, confiesa ingenuamente que se encuentra un tanto desconcertado al tener que prologar este libro, escrito por un viejo compa?ero y amigo entra?able. La raz¨®n, seg¨²n ¨¦l, ser¨ªa la contraposici¨®n entre el te¨®logo y el bardo-profeta. El (Fierro), se al¨ªnea entre los primeros: ?No imagino -dice- al cr¨ªtico te¨®logo como alguien que busca directamente a Dios, ni mucho menos que positivamente lo afirma. Lo veo m¨¢s bien como a un hombre que trata de destruir la afirmaci¨®n de Dios incesanteni ente creada por las palabras prof¨¦ticas.? Por lo que deduzco, aqu¨ª -no se tratar¨ªa propiamente de teolog¨ªa, sino de racionalismo teol¨®gico o teolog¨ªa racionalista. La teolog¨ªa (al menos, desde Dionisio el Exiguo) es un hablar de Dios: por eso, yo pienso que todo creyente es ya un te¨®logo en ciernes: tiene una experiencia de Dios, que puede comunicar a los otros. El racionalismo teol¨®gico es una ideolog¨ªa que apriori afirma (muy poco racionalmente) que el hombre no puede tener experiencias vitales, sino con aquellas cosas que sus ojos p,:eoen otear en el cerrado horizonte de lo que hay. As¨ª se explica que se empe?e en ?destruir la afirmaci¨®n de Dios incesantemente creada por las palabras prof¨¦ticas?. Eso s¨ª, no siernpre este tipo de te¨®logo cr¨ªtico es increyente: los hay creyente de verdad, como fue el caso del alem¨¢n R. Bultmann, c¨¦lebre por el invento de su implacable m¨¢quina de desmilificaci¨®n. Como buen alem¨¢n, no hab¨ªa previlto que, una vez puesta en marcha la m¨¢quina, la desmitizaci¨®n ser¨ªa total, y entonces ¨¦l -creyente maravillosose quedar¨ªa sin fe; por eso, se atrevi¨® irracionalmente a ponerle un tope a la desmitizaci¨®n, para dejar libre de su influjo unfundamento inalcanzable a la voracidad del ingenio, por ¨¦l mismo creado. Yo dir¨ªa que, en teolog¨ªa, el gran Bultmann ha sido una especie de moderno aprendiz de brujo.
Pero lo m¨¢s coherente en el libro de Arbeloa es que ¨¦l mismo es ya un te¨®logo, y yo creo que estos cantos son una manera (muy v¨¢lida) de hacer teolog¨ªa. Lo que yo no confundir¨ªa nunca es la teolog¨ªa con las ciencias de la religi¨®n: aqu¨ª quiz¨¢ podr¨ªamos coincidir con el pr¨®logo de Fierro y ayudar a superar la innecesaria contradicci¨®n entre te¨®logo y profeta: entre otras cosas porque una de las tareas espec¨ªficas del profeta es estar constantemente destruyendo o relativizando las im¨¢genes que ¨¦l mismo ha ido creando para comunicar a los otros su experiencia religiosa. A este respecto, creo definitiva la afirmaci¨®n de aquel gran te¨®logo-profeta que se llam¨® Karl Barth: ?Todo lo que yo he dicho sobre Dios, ha sido un hombre el que lo ha dicho.?
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