Rayo y combinado Atl¨¦tico-Real Madrid s¨®lo pudieron empatar
La fiesta que el Rayo prepar¨® para inaugurar oficialmente el nuevo campo de Vallecas no luci¨®, como los anfitriones esperaban, por dos razones. El banquete de f¨²tbol que se hab¨ªa preparado no se adob¨® con la gracia y la sal que se prometiera. Y tampoco acudieron todos los invitados -l¨¦ase afici¨®n- a los que se mand¨® tarjeta; en los grader¨ªos se notaron bastantes calvas. El empate a un gol con el combinado -aunque m¨¢s que cocktail pareci¨® mel¨¦- result¨® justo a todas luces.Cuando el Valladolid, en el primer encuentro que se jug¨® en Vallecas, gan¨® al Rayo por un gol a cero, la afici¨®n pens¨® que vendr¨ªa a cuento el viejo lema gitano de que, en adelante, todo iba a ir bien. M¨¢s val¨ªa comenzar mal. Ahora, despu¨¦s del partido inaugural, tendr¨¢n que echar mano del viejo dicho de ?a la tercera va la vencida?. A la tercera porque en esa oportunidad -trofeo Vallecas- se enfrentar¨¢ a un equipo de Segunda, bien sea el Ja¨¦n o el yugoslavo Radnicki. Sucede que frente a los heterog¨¦neos Primeras con que se las vio en la noche de ayer se notaron acusadas diferencias de categor¨ªa.
En los primeros cuarenta y cinco minutos, el Rayo trat¨® de medir a su rival. Lo consigui¨® en la l¨ªnea de zagueros, donde Aguilar -el extremo del Atl¨¦tico de Madrid- no encontraba su sitio al tiempo que parec¨ªa olvidar su sprint de cincuenta metros; Aguilar -el extremo del Real Madrid- no atinaba en el centro sobre puerta desde la banda izquierda que le correspondi¨®; y Bezerra acusaba una prolongada inactividad y ofrec¨ªa un perfil -en kilos- burgu¨¦s a los espectadores. En el centro del campo se equilibraba la situaci¨®n con un Ferm¨ªn director de juego, un Francisco que marcaba a la perfecci¨®n a su par -Bermejo- y un Macua siempre dispuesto a desdoblarse. y, en cualquier caso, derrochador de energ¨ªas. Pero la delantera era otro cantar. Guzm¨¢n se aburr¨ªa con Benegas y Andr¨¦s, y gentilmente le cedi¨® el puesto a Potele que, si bien incordi¨® lo suficiente para hacerse notar entre la defensa, sus opciones al remate -en especial, por alto- se hac¨ªan escasas. Iglesias, a su vez, se encontraba con un Ur¨ªa pegado a su zona. En estas circunstancias se encarg¨® Ferm¨ªn de hacer frente a la osad¨ªa del disparo a puerta para proporcionar tres sustos -minutos cuatro, seis y nueve- a Tirapu.
Atl¨¦tico y Real Madrid presentaron un equipo en el que dominaban los componentes de este ¨²ltimo cuadro. Y fallaban justo donde se cocina el f¨²tbol. El centro del campo era un h¨ªbrido de delanteros y medios que no acab¨® de cuajar. S¨¢nchez Barrios, en sus incursiones por la delantera con su compa?ero Aguilar, se mostraba incisivo. Atr¨¢s ten¨ªan el apoyo de Rubi?¨¢n. Pero en la banda derecha, el tr¨ªo Ur¨ªa-Marcelino-Aguilar, del Atl¨¦tico, no daba el resultado apetecido. Las jugadas vistosas ser¨ªan fruto de creaciones personales. Y es en el minuto 21 cuando Bermejo da un pase largo a Aguilar -del Real-, que disputa el bal¨®n a Uceda; se lo lleva y bate a Alc¨¢zar a media salida. Hasta el comienzo de la segunda parte, el partido aburrir¨ªa.
En los ¨²ltirnos cuarenta y cinco minutos se ver¨ªa el juego m¨¢s brillante del encuentro. En la alineaci¨®n se echaba de menos al veterano Felines. Un hombre que al lado de Ferm¨ªn hace diabluras. Un t¨¢ndem que forja todo el esquema de juego vallecano. Felines actu¨® en la segunda mitad. Y su presencia se not¨® en el campo. En compa?¨ªa de Ferm¨ªn y Macua hab¨ªa desbaratado la l¨ªnea medular del combinado al tiempo que empujaban a Potele, Guzm¨¢n e Iglesias a un osado ataque. El gol rayista lleg¨® en esta fase del encuentro. En el minuto 51 Potele obliga a Tirapu a despejar -con una palomita fuera de lugar- un bal¨®n que ir¨ªa a los pies de Iglesias. El exterior zurdo, completamente solo ante el portal, no tuvo m¨¢s que empujar el bal¨®n para lograr el tanto del empate. En esta jugada se lesion¨® Ferm¨ªn. El f¨²tbol, nuevamente, bajar¨ªa de nivel.
El penalti que Macua ejecut¨® en el minuto 76 fue un desquite para Tirapu. Es verdad que el centrocampista del Rayo lanz¨® el esf¨¦rico escasamente angulado. Pero no es menos cierto que el guardameta ?morado? tuvo la sangre fr¨ªa de esperar a ver la trayectoria de? esf¨¦rico. El bal¨®n que Bermejo estrell¨® en el larguero -minuto 85- cuando ten¨ªa toda la porter¨ªa para colocarlo donde quisiera, despu¨¦s de una soberbia jugada de Ur¨ªa, dej¨® el marcador de las oportunidades igualmente empatado.
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