Toros mansos y aburrimiento en Las Ventas

Una vez m¨¢s en verano el toro sali¨® al ruedo de las Ventas, pero esta vez con una total mansedumbre y falta de casta. Tampoco anduvieron sobrados de fuerza, sobre todo los tres primeros doblaron frecuentemente las manos; 3? y 5? s¨®lo tomaron una vara. En toda la corrida abundaron las caras altas, manos por delante y mucho canto: casi todos berrearon y se dolieron en banderillas. Para colmo, el primero, el mejor de la tarde en la muleta, cay¨® en las manos del debutante C¨¦sar Morales, que evidenci¨® muy poco oficio y nula clase. El toro de la confirmaci¨®n, nada con el capote, con la muleta realiz¨® una faena nerviosa y embarullada sin temple ni mando, no se acopl¨® ni con la derecha ni con la izquierda, ni tampoco le cogi¨® al toro las distancias, por lo que le ahog¨® la embestida. En el ¨²ltimo volvi¨® a mostrar sus pocos recursos; suerte tuvo al salir de la plaza sin un percance.Mala tarde de El Inclusero, sin acoplarse con el capote y bastante desconfiado con la muleta, realiz¨® dos faenas largas, la mayor parte sobre la derecha y sin parar los pies, en su descargo se puede hablar de buena voluntad y perdido en el recuerdo alg¨²n muletazo de buen corte, en una labor general anodina. Por cierto que para conceder la alternativa no es preciso pedir permiso al presidente. Un torero veterano debe conocer estos detalles.

Curro Fuentes estuvo valiente como es su norma. A su primero h dio unas ver¨®nicas emocionantes ganando terreno al toro. Luego hizo una faena salerosa, consintiendo mucho al toro en derechazos, naturales y el de pecho, aunque la faena tuvo el defecto de la falta de remate. En el (quinto estuvo voluntarioso, pero el toro le toc¨® siempre la muleta, lo que desluci¨® su actuaci¨®n.

Breg¨® muy bien Juan Espejo, de la cuadrilla de El Inclusero; por contra la cuadrilla de Curro Fuentes llen¨® el ruedo de banderillas.

T¨ªpica tarde agoste?a con un p¨²blico en su mayor¨ªa compuesto por turistas, mucho calor, muchos mansos, poca casta y aburrimiento

Esta vez el p¨²blico estuvo m¨¢s ecu¨¢nime, debi¨® ser que con el calor y lo plomizo de la corrida, el personal se ech¨® la siesta. Lo malo fue que los espectadores del cuatro tuvieron un mal despertar y la emprendieron a almoadillazos con la terna actuante, cuando abandonaban la plaza. Claro que tras el sue?ecito, a lo mejor cre¨ªan que estaban en San Isidro con una de esas tardecitas de las figuras. En resumen, tres toreros que torean poco y, como es l¨®gico, no pudieron con un ganado muy manso y deslucido.